Era un día de enero de 1817. El escritor francés Henri-Marie Beyle llegó a Florencia. Visitaba la ciudad, pivotando de obra en obra de arte, y al llegar a la basílica de Santa Croce casi le da un pasmo.
Se sentó en la grada de un reclinatorio. Apoyó la cabeza en el púlpito. Miró al techo y…
¡Copón!
«Las Sibilas de Volterrano me están dando el placer más vivo que jamás me ha dado la pintura», dijo el hombre.
El escritor que firmaba con el seudónimo de Stendhal sintió que había alcanzado un éxtasis en el que se fundían las bellas artes y la más alta pasión.
Al salir de la basílica de Santa Croce su corazón parecía un gong.
¡Pom, pom, pom!
Una especie de vértigo se apoderó de sus piernas. ¡Qué importaba que el suelo estuviera a algo más de un metro! Sentía que al vacío se caía.
«La vida se me ha desvanecido. Camino con temor de caer», musitó.
Esta escena quedó escrita en su libro Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio. Aquella sensación de «¡que me va a dar argo de tanta cosa tan bonica!» no era una excentricidad. Más de un siglo después, en la consulta de Graziella Magherini, casi un centenar de pacientes hablaban de sus temblores, mareos y alucinaciones al pegarse tal empacho de belleza.
Magherini relacionó aquella perturbación que sintió el escritor en la basílica con el aturdimiento de sus pacientes y, en 1979, lo llamó «síndrome de Stendhal». Mezcló sus conocimientos de psiquiatra y de historiadora del arte y explicó su hallazgo en el libro El síndrome de Stendhal. El malestar del viajero frente a la grandeza del arte.
Ya ven ustedes el peligro de viajar y la importancia de la mesura.
¡Ni de belleza puede uno abusar!
¿QUÉ ES Y QUÉ CAUSA EL SÍNDROME DE STENDHAL?
El síndrome de Stendhal es un trastorno psicosomático que experimentan determinadas personas ante la exposición de obras de arte de gran belleza. De hecho, también se le conoce como síndrome del viajero, puesto que en la mayoría de las ocasiones son turistas quienes lo sufren al contemplar por primera vez un monumento, pintura o escultura que llevaban tiempo deseando ver en vivo.
Aunque es habitual que ante la belleza de determinadas obras de arte aquellas personas con ciertas inquietudes o sensibilidades determinados sientan una emoción que pueda desembocar en algunos síntomas físicos, como que se les erice el vello o sentir cierto estremecimiento, el síndrome de Stendhal hace referencia a sensaciones más profundas, como un aumento del ritmo cardíaco, mareos, vértigos o incluso desvanecimientos. Es, precisamente, esa mayor sensibilidad hacia el arte la única razón que explica que algunas personas puedan estar predispuestas a sufrir este síndrome y otras no lleguen a padecerlo en su vida.
Pero son varios los profesionales que, no obstante, se muestran algo escépticos ante esta dolencia (de hecho no está catalogado como trastorno en los manuales de diagnóstico). Sobre todo a partir del aumento de casos que comenzaron a darse a raíz de que Graziella Magherini acuñara el término. Es el caso del psicólogo Bertrand Regader, quien se pregunta si el hecho de la popularización de este síndrome no ha hecho sino «abonar el terreno y aumentar la predisposición a experimentar este tipo de sensaciones descritas por Stendhal movidos por un profundo estado de sugestión».
EL ORIGEN Y SU EXTRAÑA RELACIÓN CON FLORENCIA
Stendhal no fue el único turista que sufrió esta dolencia al llegar a Florencia. De hecho, los cerca de 20 casos que siguen diagnosticándose, de media, al año suelen tener lugar en esta misma ciudad. De ahí que se le conozca también como síndrome de Florencia.
Los cuadros de Boticceli y las obras de Miguel Ángel, especialmente su David, suelen ser los principales causantes. Al menos, así se deduce de las declaraciones de las personas entrevistadas por la BBC y que sufrieron un episodio de este tipo.
Que se produzcan precisamente en lugares tan concurridos como la Galería Uffizi es lo que hace sospechar a algunos psicólogos y psiquiatras sobre la idoneidad de diagnosticar algunos de estos casos como síndrome de Stendhal o de Florencia cuando, probablemente, se trata de agorafobia.
TIPOS Y SÍNTOMAS DEL SÍNDROME DE STENDHAL
Tras darle nombre a este síndrome a finales de los 70, la doctora Graziella Magherini realizó un estudio a lo largo de las dos décadas siguientes para tratar de entenderlo mejor. Para ello, analizó los casos de decenas de pacientes, tras lo cual encontró tres tipos de síntomas.
Los más habituales (hasta el 66% de los pacientes) tenían que ver con la alteración de los colores y los sonidos percibidos. Dicha alteración solía ir acompañada de un sentimiento de ansiedad e, incluso de culpa.
El segundo tipo de sintomatología más frecuente (29%) incluía sentimientos de angustia, inferioridad o, por el contrario, superioridad, euforia y pérdida del sentido de la realidad. El tercero, por suerte, el menos frecuente (5%) provoca episodios de crisis de pánico, desvanecimiento o taquicardias, entre otros.
TRATAMIENTOS ANTISTENDHAL
Para la psicóloga y editora de Psicología Online, Anna Badia, no existe un tratamiento estándar, ya que al tratarse de una dolencia «polimórfica» debe abordarse de forma individualizada. Su propuesta: la prevención: «En general, es necesario prevenir posibles complicaciones mediante psicoeducación y las estrategias necesarias en cada caso, así como también descartar comorbilidades mediante el diagnóstico diferencial».
La psicóloga aconseja tener en cuenta una serie de pautas si tenemos previsto exponernos a un ‘exceso’ de belleza artística, especialmente si para ello tenemos que acudir a un lugar repleto de gente. Entre estos consejos estaría el de mantenerse hidratado, descansar, usar protección solar (en el caso de que estemos en el exterior) o evitar exponerse durante demasiado tiempo al sol, para evitar posibles desfallecimientos.
También considera que existen algunos factores que pueden predisponer a esta dolencia, entre ellos, tener unas fuertes creencias religiosas. Y, por supuesto, padecer de algún tipo de problema de salud mental: «Sería prudente asesorar a los pacientes con enfermedades mentales preexistentes antes de viajar a lugares de gran importancia personal y emocional», aconseja.
El SÍNDROME DE STENDHAL EN EL CINE
La popularidad del síndrome inspiró al cineasta Dario Argento a dirigir una película que llevaba el mismo nombre (aunque en España se tradujo como El arte de matar).
Y es precisamente en la Galería Uffizi donde tiene lugar algunas de las escenas más importantes del film (pero no contaremos cuáles para evitar destripes).
Yo no he escrito el texto que va debajo del texto del folletín. No debería estar firmado con mi nombre.