En el mundo a cada rato miles de aviones surcan los aires repletos de millones de turistas en busca de un paraรญso efรญmero: el Caribe, Hawai, Parรญs, India, Canarias, Seychelles, Rio de Janeiro, Nueva YorkโฆForman lo que Louis Turner denominรณ โla horda doradaโ, en 1975, cuando el turismo era โun gran inventoโ para la Espaรฑa tardofranquista y un lujo al alcance de una minorรญa en los paรญses del Primer Mundo, que se llamaba asรญ porque existรญa un Segundo (el bloque comunista) e incluso un Tercer Mundo (los paรญses en desarrollo, como los llamamos hoy, en un ejercicio de voluntarioso optimismo).
La Horda Dorada es el nombre que adoptaron los descendientes de Genghis Khan para denominar a su estado a orillas del Volga, el reposo del guerrero tras un siglo de hordas arrasando Europa oriental a caballo. ยฟAcaso son los turistas como los hunos? Sรณlo en parte: los autobuses desembarcan a los grupos de turistas a las puertas del museo de turno, emplazamiento tรญpico o sitio con encanto, y รฉstos cumplen disciplinadamente su cometido: tomar fotos, arramplar con los souvenirs, apreciar el exotismo local y regar el lugar con el manรก de las divisas. El turismo actรบa como una horda, sรญ, pero tan dorada como una Visa Oro.
Sin embargo, y al contrario que la horda huna, el turismo no arrasa los lugares por donde pasa. ยฟO tal vez sรญ? Un reciente reportaje de BBC se preguntaba si el turismo estaba destrozando Barcelona, uno de los destinos estrella de los politours de todo el mundo. La respuesta la puede obtener cada cual dando un paseo por la Ciudad Vieja un dรญa cualquiera: grupos de turistas armados con cรกmaras de fotos que escrutan las calles en busca de una pizca de tipismo esquivando otros grupos de turistas armados con cรกmaras de vรญdeo.
La ciudad condal asumiรณ hace tiempo que los beneficios compensaban sobradamente los inconvenientes que generaba la horda dorada y se convirtiรณ en un parque temรกtico de Gaudรญ, playa y copas, no necesariamente por este orden. El modelo de Barcelona ha sido tan exitoso que las ciudades de medio mundo -Madrid incluido- la miran de hurtadillas para emularla.
Desde que Turner escribiรณ su libro, la โhorda doradaโ ha mutado. Ahora ya no la integran exclusivamente europeos del norte (guiris) y americanos del norte (gringos) sino toda la gama de pantones que abarca la especie humana: los indios pudientes se alojan en los hoteles mรกs lujosos de Los Angeles, los brasileรฑos fotografรญan leones en รfrica oriental y los japoneses acuden en tropel a Parรญs para descubrir que la ciudad no es tan amable como nos contaron en โAmelieโ.
Que nadie encuentre en este texto un desprecio hacia el turismo, el salvavidas de Espaรฑistรกn. A fin de cuentas, cualquiera que tome un aviรณn, aterrice en una ciudad que no sea la suya, se ponga ropa cรณmoda -shorts, chanclas, gorra, riรฑonera- y enarbole una cรกmara de fotos se convierte automรกticamente en turista, por mรกs que se las dรฉ de viajero, aventurero o antropรณlogo de lo cotidiano.
Imagen de Chocolatisimo (CC, Flickr).
El turismo, la horda dorada

Artรญculos relacionados

30 de abril de 2025
El regalito del viernes: Sobre el apagรณn y la vulnerabilidad

29 de abril de 2025
Este artรญculo no habla de la malvada IA (o, bueno, sรญ, un poco)

29 de abril de 2025
Las luces y sombras del โcolivingโ

29 de abril de 2025