El último viaje de Willie “the Wimp” en su ataúd con forma de Cadillac

En los barrios del sur de Chicago, a principios de los años ochenta, camparon a sus anchas un par de tíos con muy mala reputación; Flukey Stokes y su hijo Willie «the Wimp» (“el pelele”), matones consagrados y camellos de distintas drogas, que se hicieron ricos en muy poco tiempo.

El joven Willie acabó asesinado en 1984 en un tiroteo que se produjo en las escalinatas del Motel Roberts, entre la calle 79 y la Vincennes Avenue. Esta muerte violenta no era algo inaudito en los círculos sociales de los Stokes; lo inaudito fue el funeral que ideó el padre para despedir a su hijo.

Más de 5.000 personas asistieron invitadas para acompañar a Willie en su último viaje, que protagonizó al volante de un ataúd especialmente diseñado para parecerse a un automóvil Cadillac Seville, su auto preferido. El ataúd estaba equipado con faros intermitentes, luces traseras, un parabrisas, neumáticos de banda blanca y una matrícula personalizada con el apodo con el que todos le conocían.

El finado llevaba un elegante traje en rojo encendido, un alegre sombrero gris y varios anillos de diamantes. También portaba varios billetes de los grandes, que le sobresalían de entre los dedos mientras familiares y amigos pasaban ante el féretro para desearle suerte en el viaje.

Para completar el círculo de despedida, la fiesta de homenaje tras la sepultura se llevó a cabo en el mismo motel donde se produjo su asesinato.

Así fue como Willie Stokes se hizo más famoso por su ataúd con forma de Cadillac de lo que nunca podía haber sido en la calle, ya que el funeral, junto con la foto, apareció en una columna del Chicago Tribune, firmada por Bob Green, en la edición del periódico del domingo.

Esa misma columna fue leída poco después, y por pura casualidad, por el guitarrista de blues Stevie Ray Vaughan, que estaba a punto lanzar un disco; un disco que finalmente contaría con un abrasador single de blues-rock titulado Willie “the Wimp”. Stevie Ray Vaughan decidió que haría una canción sobre aquel funeral en las dos millas que le separaban del estudio de grabación, con la columna de Bob Green en la mano.

Dicho tema se convirtió en uno de los favoritos de Stevie Ray Vaughan, un tema que cantó en todos los escenarios que pisó hasta su muerte en 1990 en un accidente de helicóptero, después de un concierto en East Troy, Wisconsin. Acabó convirtiéndose en una de las canciones más famosas de este mítico blues man.

Según contó Bob Green pocos días después de la muerte del artista, se enteró de la composición de la canción por “la llamada telefónica de un amigo de Texas, una persona que me conocía tanto a mí como a Stevie Ray Vaughan. Me dijo `Stevie está a punto de sacar un disco que tiene una canción basada en una de tus columnas´».

Entonces no dudó en afirmar que algunos columnistas, sobre todo de la página de editoriales políticos, pueden tener la satisfacción de tener su trabajo en el Registro del Congreso, o ver sus análisis de los acontecimientos mundiales aparecer en antologías. Pero él está mucho más feliz sabiendo que, en todos los rincones de Chicago, quedará la voz eterna de Stevie Ray Vaughan cantando la historia del malogrado Willie abandonando este mundo en su Cadillac Seville.

Fuente: el obituario que Bob Green dedicó a Stevie Ray Vaughan después de su muerte en 1990: “Gracias, Steve, por poner nuestra canción”

Foto: Flickriver

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