Qué asco de verano, dicen unos porque no han pisado la playa. Qué asco de verano, dicen otros porque la pisaron y no era como en los anuncios. Qué asco de verano… Por las paellas en el chiringuito con la suegra y los cuñados; por las caravanas de vuelta a casa; por la música pachanguera; por el filete empanado de arena…
Qué asco de verano, en el ascensor, en la parada de autobús, en el trabajo, en las redes sociales, cada vez más. El verano es para algunas personas tan hartible como la navidad. De hecho, la Clínica Mayo señala que el verano puede provocar depresión y ansiedad y otros trastornos asociados con la navidad. Quizá ocurre porque entre ambas épocas hay fuertes coincidencias.
1. Se hace difícil escapar del verano y escapar de la navidad. Todo es verano o todo huele a navidad.
2. La publicidad nos repite «divierte este verano con…» y lo cambia en navidad por «sonríe», «sé solidario», «alimenta la esperanza».
3. Hay familiares, amigos y conocidos que miran mal a quien no ha ido a la playa o al campo a practicar senderismo o mountain-bike: «En vez de quedarte en el sofá coge el coche p’a la playa, trescientos kilómetros se hacen en na’».
Identificar la playa como la Disneylandia para adultos crea en algunas personas una fuerte desazón: «Todo el mundo va y yo no».Por supuesto, los mismos familiares, amigos y conocidos que promueve el espíritu veraniego promueven la navidad: «¡Cambia esa cara, hombre!»
4. Decimos que «cuando acabe el verano aprenderé…» y «dejaré el vicio de…». Y en navidad: «el próximo año aprenderé…» y «dejaré el vicio de…».
5. En verano también hay comidas familiares como en navidad. Las suegras dicen: «Nunca venís. Nunca traéis a los nietos. Ahora que es verano…» Un argumento difícil de refutar. La cancioncilla de «vuelve, a casa vuelve, vuelve al hogar…» podría reutilizarse en verano cambiando turrones por tortillas de papas. El patio de la abuela sustituye al salón; la barbacoa, al pavo, y el tinto de verano de cartón a la copa de vino.
Es ineludible el momento en el que los primos y cuñados repiten los chistes de las pasada navidad.
6. «A ver si nos vemos este verano» equivale a «a ver si nos vemos antes de que acabe el año» dicho en navidad. ¿Importa que sea antes o después?
7. Las cadenas de televisión se llenan de programas de trocitos tanto en verano como en navidad. Los mismos trocitos.
8. En verano los niños insisten en ir a la playa y la piscina, y en navidad a Cortilandia.
9. Hay sorteos extraordinarios de Lotería en verano y en navidad. Los anunciantes saben que queremos escapar de estas fechas.
10. En verano hay sirenas en los anuncios de yogur; en Navidad, burbujas de cava.
11. No hay verano sin pachangueo ni navidad sin villancicos.
12. El verano también tiene adornos como la navidad los propios: en un rincón están la neverita de playa y las chanclas de los chinos; apoyada en una pared, la sombrilla; en el balcón bañadores y bikinis cogidos con pinzas, secándose —sin pasar por la lavadora— para ser reutilizados a la tarde. Los cables que iluminan el Belén y el arbolito alimentan varios ventiladores en verano.
13. Aunque en verano no hay Papá Noel está feo que una visita no traiga al menos un juego de cubo, rastrillo y pala para el hijo del anfitrión.
14. Al acabar el verano está la cuesta de septiembre. Al acabar las navidades, la cuesta de enero. Y un fuerte desgaste emocional que acaba con muchas parejas. No extraña que el verano y la navidad sean las épocas en las que más divorcios provocan.
La navidad copia al verano en extensión: a finales de septiembre vemos las tabletas de turrón en las estanterías del súper. El verano necesita que algunas voces se alcen para proclamar que «el verano es un invento para sacarnos dinero».