Ayer murió un amigo mío de la infancia. Fuimos inseparables en el colegio, hasta los 12 años. Después del último Barça-Madrid publicó en facebook un !Hala Madrid! desde su móvil… y ese es el último rastro de vida de Juan, el Gordo. Hoy me he enterado por un WhatsApp. Vivo fuera de España y hace tiempo que no sabía de él. No sabía a quién llamar ni qué hacer. El primer impulso ha sido ir a ver su pagina de facebook. Y allí me he encontrado un montón de amigos suyos. Allí he confirmado que era verdad.
Instintivamente nos hemos congregado allí todos. Hemos escrito en su muro, como esperando que aún nos dé tiempo a darle un abrazo antes de irse. Como si facebook, al ser algo virtual, estuviera conectado con él de alguna manera. Pero donde él está ya no hay wifi. No ha sido nada morboso, solo cariño. Cada uno a su manera, todos hemos querido darle un ultimo adiós en su espacio personal, reservado, donde él pueda verlo.
Hoy he entendido hasta qué punto facebook es parte de nuestra vida.
Había leído y meditado acerca de qué pasa con el perfil de alguien que se queda sin cobertura, por curiosidad, pero hasta hoy no lo había sentido tan de cerca. En otro tiempo esto se hacía visitando a la familia, se enviaban condolencias, se publicaba una esquela o se iba al funeral. Porque es un instinto básico. Frente a la muerte de un amigo uno necesita compartir sentimientos y hoy el botón de compartir está en facebook. Es la primera referencia en la que uno piensa. El perfil de facebook es tu amigo. Como su casa, su familia o sus amigos. Su esencia está aun allí. ¿En la nube? ¿En el cielo?
He visto mensajes tristes, otros simpáticos, cómplices, torpes, surrealistas, formales… igual que en un funeral. Me imagino a cada uno enfrentándose a una conversación con Juan, sabiendo que ya no está. Sabiendo que ha muerto, pero dudando si aquello llegará a algún sitio. Qué gran sinsentido, pero a la vez qué útil. Estoy seguro que el duelo no figura en el hecho fundacional de facebook. Pero ahí está. Porque cuando actuamos instintivamente hacemos uso de lo que tenemos a mano, y facebook ya es instintivo.
Facebook sirvió para que nos reencontráramos muchísimos años después y nos volviéramos a ver. Hoy me ha servido para darte un último adiós. Hasta siempre, Gordo. Mi estado es: impresionado, triste y jodido.