En el ojo ajeno: ¡Qué poco duran los chutes y el hype!

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El caso es estar entretenidos. Consumimos contenidos, tendencias, ideas o cosas como si fueran a cambiar el mundo. Como si esperáramos pequeños descubrimientos, revoluciones, soluciones mágicas. Porque necesitamos la dopamina de la ilusión. El mundo necesita chucherías para estar distraído.

Pero después de unos meses la cosa decae. El esquema es siempre el mismo: alguien o algo salta a la palestra, quizás algún aparato nuevo, una tecnología; algo filosófico, una teoría, un producto, una moda o solo una palabra. Porque necesitamos consumir material nuevo cada poco, o la vida se vuelve lineal, repetitiva y anodina.

Cuando eso ocurre, se genera una doble reacción: gente que lo venera y gente que lo demoniza. Esa la mejor señal de que estamos ante algo gordo. Va a ocurrir. La gente que lo abraza se vuelve militante y agresiva. Nacen marcas, gurús, influencers y un tsunami de contenidos. Inversores, datos, estudios… Se habla de ello hasta en los crucigramas. La cosa sigue hasta que te sangran los oídos de tanto escuchar hablar de eso. Tras un tiempo, cuando reparas en ello, ya no brilla, no resuena, quedan trazas; sigue estando ahí, pero como sin fuerza, en un letargo… y muere cuando llega una nueva ocurrencia.

El caso más paradigmático por lo repentino de su irrupción y lo flagrante de su final, fueron los NFT, que, seamos sinceros, siempre nos parecieron una broma, pero iban a cambiar el mundo del arte. Hoy da vergüenza ajena decir que compraste uno.
¿En qué estamos ahora mismo? Pues básicamente estamos con la microbiota, el Ozempic y la IA. Y en fase regresiva de coaching y coches eléctricos.

Estamos en el hype de la IA, pero veo indicios de que la turra empieza a licuarse un poquito en el entorno. Aún falta, pero la parte aguda del sarampión ya está acabando. ¿Durante cuánto tiempo algo nuevo sigue siendo nuevo? Los ciclos son cada vez más cortos. ¡Qué poco duran los chutes! Hay cosas con dos años de vida ya desfasadas. La IA se quedará como se quedó el Photoshop o la sostenibilidad, pero en su justa medida. Como un medio, como una herramienta, no como algo en sí mismo.

Ya sabemos que el ser humano es decepcionante. Pero que sigamos inevitablemente siempre el mismo patrón de conducta da un poco de pena. Así es como nos entretenemos. Saltando de milagro en milagro, de espejismo en espejismo, de tontería en tontería. Así somos más dóciles, supongo. Si no crees que sea así, piensa un minuto sobre qué fue de estos momentazos que lo llenaron todo, y si alguno te tuvo atrapado.

El gin-tonic y la hamburguesa de culto.
El liderazgo, la resiliencia y el mindfulnes.
La chía o las bayas de goji.
El CRM y el engagement.
El #Metoo.
El 15M.
La dieta mediterránea.
Tesla.
La Roomba o la airfryer.
Los manolitos.
La transformación digital.
Los tatuajes.
La pandemia.
El metaverso.
El propósito de marca.
Snapchat.
El todas, todos y todes.

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Patrick Thomas

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