Hace un tiempo tenía claro que la clave para hacerse rico estaba en inventar y patentar algo a nivel mundial. Dejar un legado a la humanidad para el futuro, pero que en el presente la humanidad te lo pagara a precio de oro.
La cosa parece bastante lucrativa. Esta misma semana, Kodak, que tiene patentado un sistema de previsualización de fotos que no ocupa espacio en disco ni consume memoria…(lo típico que podríamos patentar tú y yo en dos tardes) ha ganado un juicio y resulta que a Apple y a Blackberry les puede costar 1.000 millones de dólares el haberlo usado en sus móviles (y al parecer a Samsung y LG ya han pasado por caja con 550 y 414 millones de dólares respectivamente).
Ya lo decía Will Smith en Men in Black: “Todo el programa espacial se financia con algunas patentes como el Velcro y cosas así” (aunque wikipedia crea que lo inventó George de Mestral).
Pero en un ejercicio de humildad por mi parte he asumido que yo nunca inventaré una cosa así. Porque todo lo que un humano pueda necesitar está ya inventado. De una u otra forma, pero existe. Cuántos somos, ¿8.000 millones de cerebros funcionando en la Tierra? Me cuesta pensar que aun haya algo que no esté pensado.
Yo de pequeño siempre creía que si el agua es H20 y nosotros necesitamos solo la O para bucear solo había que inventar un filtro que anule el H2… O dado que hay un microondas para calentar…¿se puede crear un macroondas para congelar?
El resultado es que estamos más bien en una fase de “reinventar” las cosas, y eso que la palabra no está en el diccionario, y no me extraña, porque es contradictoria, es como decir antifavorable o resuicidio.
Me refiero a que como todo está inventado ahora toca darle a las cosas una segunda vida pero que parezca distinta.
Unas veces la cosa mejora: por ejemplo sabemos que los tablet existen desde hace 30 años. Hay unos abuelos del iPad, sí. O Nike que lleva 20 años “reinventando” zapatillas.
Otras veces no es más que un refrito, como la ropavieja, que es el cocido 2.0 del día anterior. Ayer mismo vi una serie que se llama Hawai 5.0 y que sólo se parece a la serie original en la música. O las propias blackberry que pasan una segunda juventud con las hijas quinceañeras de los ejecutivos que van ido heredando los modelos obsoletos. O el cubo de rubik que vuelve. O la marca Olivetti vuelve a la palestra con un tablet.
Y hablando de máquinas de escribir también he descubierto una segunda vida de las cosas que SI me ha entusiasmado, y como no, es la visión artística de esas cosas. Como la de Jeremy Mayer, que usando únicamente sus piezas de maquinas de escribir hace estas autenticas obras de arte. O Brotron, el proyecto de Greg Brotherton o el proyecto Nemomatic.
Las patentes son ya cosas de ingeniería, materiales, desarrollos informáticos, formatos… Pero siempre nos quedará el gran consuelo del arte y la expresión a los que no somos ingenieros.