En el siglo XIX las tipografías tenían forma de castillo

22 de septiembre de 2014
22 de septiembre de 2014
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Más de un diseñador computarizado de los de hoy, probablemente, se negaría a confesar a qué se dedica si la cuestión se la hiciera el fantasma de Antonio Basoli. Este interiorista boloñés que vivió de 1774 a 1848 no necesitaba ser de la era de las tipografías de mouse para marcarse un trabajo de alto detalle alfabético.
En 1839 publicó un conjunto de litografías para su libro Alfabeto Pictórico, que en versión original se llama Alfabeto Pittorico, ossia raccolta di pensieri pittorici composti di oggetti comincianti dalle singole lettere alfabetiche.
Ilustración a ilustración, en total el italiano donó a la posteridad una serie de 24 letras y un símbolo que recupera hoy Retronaut. La razón por la que aún resultan innovadoras es porque no es tan sencillo dibujar a mano un abecedario representado en edificios con arquitecturas clásicas y orientales de detalles milimétricos.
Tras ser alumno aventajado de la Academia de Bellas Artes, Basoli decoró palacios como el Ercolani o el Palazzo Baciocchi y villas como la de Marescalchi. Incluso se animó a publicar un tratado de decoración doméstica en 1827. Aunque su verdadera devoción era poner de punta en blanco el interior de los teatros, llegó a hacerlo incluso en la Scala (Milán).
Dicen sus biografías que prefería que los decorados entre telones fueran oníricos. Lugares donde cupieran, por ejemplo, letras con forma de castillos.
*Imágenes vistas en Retronaut
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