Estos números están hechos de «rocas brillantes, hundidas en líquido, dentro de un gran recipiente». Lo dice su autor, Enisaurus. El diseñador quería que los dígitos tuvieran una gran presencia, «que pesaran». Tanto que si pudieran aplastarían el papel de la revista donde se publicó, el número de diciembre de Yorokobu, o incluso esta pantalla. «Me dediqué a engordarlos al máximo. Después empecé a dividirlos con formas orgánicas, a darles volumen, profundidad, etc.», relata. «Una cosa fue llevando a otra y a veces, incluso, me costaba parar de explotarlos».
Enisaurus partió de una idea. «Realmente lo único que tenía claro cuando empecé a dibujar los números era que tuvieran un gran tamaño, una fuerte presencia, y que pesaran. Me dediqué a engordarlos al máximo, para más tarde empezar a dividirlos con formas orgánicas, darles volumen, profundidad, etc.».
Y así fueron apareciendo unos dígitos que, para el director de arte, «dan la sensación de estar formados por rocas brillantes, hundidas en líquido dentro de un gran recipiente».
Dice Enisaurus que llevaba tiempo queriendo diseñar una numerología inspirada en las formas de la Didot. «Así que partiendo de su estructura», cuenta, «me dediqué a dibujar y redibujar mis números, dentro por supuesto de sus limitaciones y variantes, hasta conseguir 10 números gruesos y compactos».
El ilustrador empezó con un lápiz y sobre un papel. «Elaboré una retícula para que todos los números tuvieran la mismas proporciones», explica. «Después de los bocetos a línea, sin recurso ninguno, pasé a dividirlos en formas orgánicas. Después los escaneé y me fui con el ratón y la pantalla. A partir de aquí fueron muchas horas delante de Illustrator hasta conseguir el acabado final». Estos números con aspecto de roca.