‘Equivocablo’, un libro de “locurrencias” no apto para “monji-gatos”

En el universo para-lelo de Daniel Montero los repollos son pollos siameses, los gases nobles son flatulencias emitidas por un culo de alcurnia y una chica simpática es… en fin, mejor verlo en Equivocablo, el surrealista y cáustico diccionario ilustrado de palabras inexistentes, acepciones alternativas y juegos (florales) de palabras que acaba de publicar este ilustrador madrileño.

Equivocablo es el primer título para adultos o, mejor dicho, no solo para niños, pues los dos anteriores, Las Tonteorías del Dr. Telini y Zooilógico, ya apuntaban, desde su mismo título, esas acrobacias léxicas que harían las delicias de Julio Cortázar embriagado de ponche lisérgico.

equivocablo

Daniel interrumpe su meditación dentro de la pirámide de tungsteno donde alumbra sus ocurrencias para atender a Yorokobu:

¿De dónde viene tu afición por inventar palabras?

Me gusta jugar con las cosas que tengo a mano o a lengua. Me gusta darle vueltas a las cosas hasta acabar mareado.

Este BocaVolario escapa de las normas impuestas por la RAE, a las que la palabrería generalizada se somete y acepta como dogma. Yo no digo ‘cocretas’, digo ‘coquetas’. ¿O son concretas?

¿Te sobrevienen primero las palabras o los dibujos que las explican?

Normalmente primero es la palabra, aunque no siempre es así.

¿Hay alguna situación o momento del día en afloren especialmente los Equivocablos? ¿O sustancia, vaya?

Soy bastante abstemio. En mi adolescencia y posAdoflEscencia (que alargué todo lo que pude), sí que buscaba la inspiración inspirando porros, pero al dejarlos me di cuenta de que no me eran necesarios.

Los equivocablos pueden nacer entre colegas o en solitario, pueden dar lugar a situaciones incómodas, como encontrarme con alguien y comenzar a charlar: -Hola, cuánto tiempo. -¿Qué tal todo? –Fatal, me ha dejado la novia, me han despedido… Y yo me quedo pensando, «depodado», «desperdido»…

ASaltar un banco

Hablando de adolescencia, a más de uno le dará un patatús cuando vea a «Epi-Léptico». Algunos de los dibujos son bastante punkis, más de lo que hace intuir el nombre del libro….

Me gano la vida haciendo ilustración infantil; aparte de los libros que he realizado por encargo he sacado dos libros en los que también realicé el texto: Las Tonteorías del Dr. Telini y Zooilógico. Ambos están cargados de juegos de palabras y dobles sentidos, había muchas locurrencias que estaban ‘subiditas’ de tono y que se me quedaban en el tintero. Así nació el ‘Equivocablo’, para poder descargarme.

¿Te has topado con algún Equivocablo que haya sido imposible de llevar al dibujo, de puro etéreo?

Muchos, tengo un listado amplio de descartes… Es mucho más estimulante pensar que son demasiado abstractos a que simplemente son malos. En el libro quería que las temáticas tuviesen un hilo conductor; hay muchos Equivocablos que se han quedado en el camino, tengo otro tintero lleno.

¿Alguno que no metieras por pudor? ¿Alguno que puedas compartir?

No soy muy pudoroso que digamos, si me mordiese la lengua, no habría Equivocablos.

Entonces, ‘Equivocablo’ sería tu primer libro «para adultos»…

Mis otros libros son para todas las edades, recomendables de 8 a 108 años. El Equivocablo puede ser duro para lo más pequeños, pero también para los más MonjiGatos.

HiperMeable

Tu trabajo tiene ecos de Julio Cortázar y también de Blogger de Niro. ¿Qué otros referentes manejas?

José Luis Col, el Perich, Les Luthiers, TipyCol Hispanis…

¿Hispanis? ¿Cantores de Híspalis?

¡Bueno, daban el cante! También Juan Abarca, cantante de Mamá Ladilla y Engendro. La gente de Mongolia, las señoras de pueblo (que son profesionales en eso de darle patadas al lenguaje) y en general todo aquel que disfrute haciendo perder los nervios a un logopeda.

¿Eres más de Eugenio, del Señor Barragán o de Faemino y Cansado?

Con la edad he ido cambiando un poco. De pequeño me encantaba el señor GuarraGán, en la AdolfEscencia me encantaban Fermino y CanSado (perro al que le gusta que le hagan perrerías). Nunca he sido muy de Eugenio, aunque le considero un genio. Pero desde siempre, el mejor, ¡¡¡¡¡¡GILA!!!!!!

Finalmente, Daniel, ¿qué hace un disléxico en México?

Si fuese BisLéxico se repetiría, si fuese disméxico se perdería.

Respuesta correcta. ¿Algo que añadir?

Este galimatías ligeroglífico es acompañado de los trazos tempera-mentales de un pintamoñas, al que le gustan los RotuRadores y las AcuaLelas más que a un tonto un lapiCerdo. Alucina en colores, bueno, realmente solo en tres (amarillo, rojo y negro), con este método para aprender a deshablar en siete días cualquier idioma.

‘Equivocablo’ cuesta menos que un gin-tonic preminum, 8 euros, y puede conseguirse en librerías finas, como Café Molar, Sandwich Mixto, Generación X, Madrid Cómics, La Integral, Armadillo, Traficantes de Sueños… y en Internet, claro.

RePollo

Manzanahoria

 

Gases nobles

 

ASaltar un banco

 

EquiBocado

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