La vida nos pone trabas o encrucijadas ante las que tenemos que decidir qué hacer o qué camino elegir. Opción A: mejor la más fácil; opción B: mejor no te muevas; opción C: mejor ir a por todas. Opción D: espera a que pase la tormenta… Siempre habrá muchas, siempre habrá quien nos aconseje y al final siempre será uno mismo el que tome un camino u otro.
No pretendamos echar la culpa a nadie porque a la hora de la verdad somos nosotros quienes decidimos cómo enfrentarnos a la vida. Los trenes pasan una sola vez y nosotros decidimos si subimos o los dejamos pasar. Como decía don Quijote: «Cada cual, Sancho, es hijo de sus obras».
Hace poco oía a alguien que aconsejaba que no valía la pena llamar la atención, que era mejor permanecer en una esquinita sin hacer mucho ruido; o, casi mejor, desaparecer por un tiempo. Venía a cuento por una serie de vicisitudes ante las que había que decidir si actuar o no. La opción recomendada era la de esconder la cabeza, volvernos invisibles para que no se nos vea, y de esta manera, quizás, el problema pase y se olvide. ¿Buena o mala opción? Depende. ¿Tenemos carácter? ¿Va con nuestra personalidad el evitar el problema?
Cuando uno se encuentra en momentos de toma de decisiones hay que analizar y confiar en nosotros mismos. Es preciso conocernos. Saber cómo somos nos ayuda a enfrentarnos a lo que nos pongan por delante. Como le aconsejaba el hidalgo a Sancho: «Has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey».
[pullquote class=»left»]«Has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse», decía don Quijote a Sancho[/pullquote]
¿Sabes cómo eres? ¿Te conoces? Porque si de verdad te conoces será mucho más sencillo elegir el camino. Hay niños, incluso animales, que desde muy pequeños se percibe cómo van a ser, y a no ser que la vida se les tuerza, podríamos diagnosticar qué camino sería el más idóneo para ellos sin ser adivinos.
Alguien que por naturaleza es carismático, impulsivo, extrovertido, comunicativo, tiene ganas de compartir y suele ser el rey de la fiesta es imposible que se quede en una esquina y no actúe. No le podemos pedir un cambio de personalidad, no podemos encadenarle a ser quien no es.
¿Tienes carácter? ¿Brillas? ¿Eres empático? No dejes que te arrinconen, no va en tus genes. Te sentirás incómodo ante esa situación o trabajo que no se acomoda a tu carácter. Brilla, demuestra todo de lo que eres capaz, y recuerda que más vale intentarlo que arrepentirte de ni siquiera probarlo.
Como decía Heráclito, carácter es destino. Tener carácter es ser consecuente con nosotros mismos, es luchar a capa y espada por nuestras ideas, son las ganas de superación de uno mismo, es no ceder ante la corriente, es defender con dignidad nuestros principios y valores, es respetar a los demás, es no tener miedo al fracaso, es la satisfacción de haberlo intentado.
Los errores forjan el carácter y por tanto, el destino. Quien no comete errores es porque ni siquiera lo ha intentado. Los errores son humanos, forman parte del aprendizaje, son experiencias vitales. Cometamos errores, pues; nuestros propios errores. Seamos arriesgados y no temamos equivocarnos.
¿Y si me equivoco, qué?
«Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos». La frase frecuentemente atribuida a don Quijote, y que, por cierto, no aparece en ninguna parte del libro, nos recuerda que en el momento en que avanzamos, que hacemos algo que forja nuestro carácter, siempre habrá quien nos ladre, quien proteste o quien no esté de acuerdo; quien, casi siempre por envidia, nos critique.
[pullquote class=»right»]Los errores forjan el carácter y por tanto, el destino[/pullquote]
Abreviando las palabras del ingenioso don Quijote: «Donde quiera que esté la virtud, es perseguida. Ninguno de los grandes y famosos dejó de ser calumniado. De Julio César, se dijo que era ambicioso; de Alejandro Magno dicen que fue borracho; de Amadís de Gaula dicen que fue llorón». Así que ya sabes, siempre encontrarán algo con lo que calumniar, hasta a los más grandes de la historia.
No a todo el mundo le gusta que destaques. Por supuesto que hablarán de ti, por supuesto que no vas a tener a todo el mundo de tu parte; pero confía en tu carácter y persigue tu destino. Recuerda que tu carácter es tu destino, y que cuanto más cabalgues, más y más alto ladrarán los perros.
Artículo homenaje a Cervantes. No a sus huesos, a sus escritos
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Imagen de portada: Verkhovynets Taras/Shutterstock