Durante los últimos tumultuosos meses en el norte de Africa, ningún medio ha llegado, ni de lejos, a los talones de la cadena de noticias qatarí Al Jazeera a la hora de informar sobre lo que está sucediendo en la zona (la cadena de TV se puede ver en streaming aquí).
A su lado, ha quedado en evidencia la BBC (de donde provienen muchos de sus periodistas), afectada por los recortes a su presupuesto y la descafeinada CNN. Los antiguos maestros están siendo eclipsados por el joven, dinámico y adinerado aspirante al trono al liderazgo mundial de la información.
Es quizá una muestra más de cómo el centro de gravedad se desplaza poco a poco a lugares fuera de Occidente. El mundo se descentraliza. Baluartes multinacionales como CNN y British Airways se remplazan por Al Jazeera y Emirates. Lejos de restar a otros, Al Jazeera aporta una riqueza sin precedentes a un sistema informativo dominado por el mundo anglosajón desde Qatar, un país de millon y medio de habitantes.
Si todo avanza como está previsto, el país tendrá mucho que ver con el rescate de nuestras cajas también.
En 1996, año de lanzamiento del canal de noticias en árabe, era improbable que fueran conscientes de que estaban a punto de crear una de las campañas de promoción para un país con más impacto de la historia. “Llegó en un momento perfecto. El intento de la BBC para crear un canal de noticias árabe quebró en 1995. Al Jazeera fichó a buena parte del equipo y creó formatos inspirados en los programas de la BBC”, relata un artículo escrito en 1999 sobre el canal.
Al Jazeera fue y sigue siendo una bocanada de aire fresco en Medio Oriente. La población estaba acostumbrada a ver canales de noticias al servicio del régimen de turno y el canal qatari, en cambio, no tuvo reparos en adoptar un estilo lleno de preguntas incómodas e invitar a voces disidentes para que pudieran expresar su opinión. La audiencia, a diferencia de sus líderes, acudió en masa para ver su información.
En 2006, después de una década afianzando su posición en el mundo árabe (y molestando a muchos presidentes por el camino), llegó la hora de hacer el salto al habla inglesa. El nuevo servicio se lanzó desde Doha y en poco más de un año ya llegaba a más de 100 millones de hogares.
Su cobertura ha inyectado un nuevo dinamismo a las noticias internacionales ayudado por los enormes presupuestos que aporta el estado de Qatar al canal. Presenciar la cobertura del referéndum en Sudán en navidades dejaba claro la riqueza de medios que tienen a su disposición. Ni más ni menos que 7 periodistas repartidos por el país aportaban información constante sobre la situación durante ese periodo.
Podrían haber destinado todo el dinero del petróleo a la familia real, como lo hizo Gadafi y otros países vecinos, pero lo han puesto al servicio de fomentar la democracia en Medio Oriente. Esto es algo que, por lo menos, merece un reconocimiento.
Aunque no hay que idealizar…
La polémica en torno a la relación entre el gobierno y el canal se reavivó en diciembre, cuando los cables de Wikileaks revelaron un informe del embajador norteamericano en el país, acusando al primer ministro qatarí de estar utilizando el canal para negociar con otros países de la zona, a cambio de suavizar su cobertura.
Alegaciones que el director de Al Jazeera en inglés, Al Anstey, negó rotundamente: “Nunca hemos recibido interferencias de Qatar en nuestra línea editorial. Somos independientes”.
A raíz de esta información surgieron numerosas cuestiones: ¿estarían dispuestos a destapar un caso de corrupción en el interior del gobierno Qatari? ¿Tendrían las agallas de morder la mano que les da de comer?
Según Robert Menarde, ex director del centro de libertad de prensa en Qatar, su experiencia en el país le enseñó que no, después de dimitir en 2008. “Algunos oficiales del gobierno qatarí nunca quisieron un centro independiente. ¿Cómo podemos ser creíbles si no hablamos de los problemas del país que nos acoge?”.
No olvidemos tampoco que Qatar no es un país democrático. El gobierno dice estar trabajando para convertirse en una monarquía constitucional pero por el momento no permite partidos políticos. Solo se pueden votar en elecciones municipales. Además, los consejos municipales no tienen poder ejecutivo, solo pueden asesorar a los ministros. Sus habitantes gozan de mayores libertades que en otras dictaduras y la riqueza está mejor distribuida, pero no deja de ser una dictadura.
Al Jazeera es un canal imperfecto, pero si observamos los últimos acontecimientos, es lo mejor que tenemos por ahora para estar bien informados. En paralelo, un pequeño país de algo más de millón y medio de habitantes ha dado una lección magistral de cómo hacerse valer en la economía global (en 2022 será la sede del mundial de futbol).
La entrada de Al Jazeera en EEUU
Hasta ahora, el poderoso lobby republicano se ha dedicado a difundir una imagen negativa de Al Jazeera, poniendo trabas al canal a la hora de aumentar su presencia en el país. Pero la buena prensa que está recibiendo la cobertura del medio de comunicación qatarí podría acabar con esta situación. Según cuenta la revista Wired, el canal está en negociaciones con Comcast, el mayor proveedor de televisión por cable del país, para incluir el medio en su oferta de canales. Parece que la posibilidad de ganar dinero ha acabado siendo más importante que la xenofobia.
“El canal está intentando aprovechar el tirón. A principios de febrero compró una página completa en la edición del domingo de The New York Times para hacer un llamamiento a que los estadounidenses demanden Al Jazeera en sus hogares”, explicó un artículo de Deutsche Welle sobre el tema.
Mientras tanto, en medios como Fox News, siguen tachando al canal de antiestadounidense. ¿Será que Murdoch tiene miedo a que la gente este más informada?
(Imagen de Jillian C. York reproducida bajo licencia CC)
El poder de la diplomacia ‘suave’
Parece que China ha tomado nota de la influencia que tiene la diplomacia “suave”. El gobierno anunció en junio de 2010 una inversión de 5.000 millones de euros para crear canales de noticias en el extranjero. Sin embargo, Al Jazeera cuenta con casi 15 años de ventaja.