En este preciso instante 29,8 millones de personas sufren esclavitud en el mundo, el equivalente a toda la población de Australia o una cifra superior a la suma de todos los africanos que fueron contra su voluntad a trabajar en las plantaciones de América durante cuatro siglos*. Son algunos de los datos más escalofriantes del Global Slavery Index, el estudio más exhaustivo en torno a la esclavitud realizado hasta la fecha, elaborado por Walk Free Foundation, una coalición de empresarios y filántropos que quieren eliminar el trabajo esclavo de las cadenas de proveedores de los productos que compramos.
En el imaginario colectivo, la esclavitud del siglo XXI está más asociada con el tráfico de mujeres para la prostitución o el de niños siervos en Asia y África para tareas domésticas y agrícolas. Sin embargo, concluye el estudio, “la industria privada es, de largo, el mayor empleador de esclavos del mundo”: dos tercios de los esclavos modernos (unos 20 millones de personas) trabajan en condiciones de esclavitud en empresas mineras, tecnológicas o pesqueras que fabrican, ensamblan o cultivan productos que acaban llegando a nuestras casas.
Echemos un vistazo al interior de tu flamante smartphone. En su circuitería hay cantidades de tántalo, tungsteno y oro que tal vez hayan sido extraídos en la República Democrática del Congo, un país en el que en torno a medio millón de personas trabajan como esclavos, muchos de ellos en la extracción de estos “minerales conflictivos”, como asépticamente les denomina la industria electrónica. Empresas como Apple, Intel o Boeing están bajo la lupa de las autoridades de EE UU para que hagan un “esfuerzo razonable” para determinar si los susodichos minerales provienen del citado país o países adyacentes. En el África subsahariana trabajan el 15,88% de los esclavos del mundo, según el informe de Walk Free.
Mauritania, Haití y Pakistán son los países con mayor prevalencia de esclavos en términos relativos, esto es, respecto a la población total. 150.000 de los 3,8 millones de habitantes de Mauritania son esclavos, principalmente a través de matrimonio infantil y, en menor medida, tráfico de hombres. En Haití la cifra es mayor –sobre 200.000- pero relativamente menor respecto a su población total (10 millones de habitantes), siendo el principal causante el llamado “restavek”, una supuesta red de apoyo familiar que acaba esclavizando miles de niños en el país.
En términos absolutos, los diez países con mayor número de esclavos son India, China, Pakistán, Nigeria, Etiopía, Rusia, Tailandia, República Democrática del Congo, Birmania y Bangladesh. Entre todos suman tres cuartos (76%) de todos los esclavos del mundo.
Unos 3 millones de personas trabajan en condiciones de esclavitud en China, muchos de ellos dentro del sistema de prisiones. El pasado verano, un ex presidiario neozelandés del sistema de prisiones chino denunció que durante su confinamiento estuvo fabricando los auriculares de usar y tirar de las aerolíneas Qantas, British Airways y Emirates, según informa Financial Review. Las empresas implicadas alegaron desconocer este dato, pero representantes de la prisión de Dongguan sí reconocieron que los internos fabricaban 300.000 de estos dispositivos para Airphonics, proveedor de los cascos de Qantas.
[pullquote]España cuenta con alrededor de 6.000 esclavos[/pullquote]
España ocupa uno de los últimos puestos en el ranking de la vergüenza mundial (147 sobre 160), pero aún se contabilizan en torno a 6.000 esclavos. El informe no profundiza sobre el caso español, pero otras fuentes elevan estas cifras a 14.730 personas (Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado) o incluso 50.000 (Médicos del Mundo), trabajando en condiciones de esclavitud en la construcción, agricultura, hostelería y trabajo doméstico, por este orden.
Otro ejemplo de esclavitud lo brinda un país boyante como Tailandia, a la sazón el mayor exportador de gambas del mundo, una cuarta parte de las 2,9 millones de toneladas que se pescan al año en los océanos. Las gambas aportan al país asiático el 1% de su PIB, unos 3.500 millones de dólares, pero su procesamiento (pelar las cáscaras) lo hacen a mano algunos de los 3 millones de inmigrantes en el país, procedentes principalmente de Birmania, muchos de ellos (hasta un 57%) en trabajos forzados.
Walk Free Foundation surge de la inquietud del magnate australiano Andrew Forrest por erradicar la esclavitud. Forrest, que con una fortuna de 4.300 millones de dólares, es el hombre más rico de Australia, se hizo consciente del grave problema de la esclavitud en Asia (principal destino de sus exportaciones de acero, por cierto) cuando su hija viajó a Katmandú y conoció de primera mano la terrible historia de una niña nepalí vendida a la India como mano de obra esclava, según un artículo de Bloomberg.
Para lavar su conciencia, Forrest pidió a otro ilustre millonario y filántropo, Bill Gates, consejo para poner coto a la esclavitud en el mundo. “Si no se puede medir, es como si no existiera”, respondió Gates, animándole a estudiar y difundir el problema para poder atajarlo efectivamente. Global Slavery Index 2013 es el fruto de este intento inicial por medir el fenómeno de la esclavitud. El siguiente paso: intentar abolirla.
Baja el informe o visualiza sus datos aquí. Visto en The Atlantic, vía Natalia Martín Cantero (Vida Sencilla). Con información de Financial Review, El Confidencial, ABC y Bloomberg.
Qué trabajos nos manda el señor:
–Joven sin estudios construye un robot humanoide con piezas recicladas para que alguien le comprenda
–Cancelan el vuelo más largo del mundo por falta de rentabilidad
–Le crece micropene a culturista por abusar de los esteroides
–Sadomasoquistas responden al reclamo de una “dominatrix” y acaban trabajando en una granja