Quizá, la primera vez que la viste, te fijaste en ella porque tenía una cicatriz en la mejilla.
O porque no se había dado cuenta de que se le había estropeado el maquillaje.
Tal vez tenía una mancha en la camiseta o los pantalones no parecían de su talla.
Las chicas preferidas de las personas reales a veces no coinciden con los ideales que propone la sociedad, la publicidad o el mundo de la moda. Por eso la chica de la portada del fotolibro Favorite Girl tiene una pequeña herida en la rodilla. Por eso las protagonistas de su interior están despeinadas, tienen muecas poco favorecedoras o aparecen al lado de elementos que en apariencia manchan la foto.
«Me interesa lo imperfecto que puede haber en un rasgo físico que no encaja en principio con los cánones de belleza establecidos. También me interesa la imperfección de otros detalles, que pueden venir de la vestimenta, de un determinado maquillaje o un pequeño golpe o moratón en la piel. Y todo esto me gusta enseñarlo, no camuflarlo como se suele hacer con las técnicas fotográficas o con el Photoshop», explica el autor del libro, Ramiro E.
El fotógrafo muestra lo que a él le parece más interesante, y esto no siempre coincide con lo que los cánones de belleza o las propias chicas retratadas consideran más favorecedor. «Lo que mucha gente considera el enfoque más favorecedor a mi me aburre, lo que no significa que yo persiga el feísmo. Yo persigo la belleza, pero a mi manera, y cada uno debería buscarla también y pensar menos en el qué dirán». Él saca a relucir en los retratos lo que considera «el ingrediente de una foto potente, especial, única». Pero en muchas ocasiones eso es precisamente lo que la persona retratada querría ocultar o camuflar.
Esta búsqueda de un determinado tipo de belleza siempre ha estado en el centro de su obra. «Siempre ha sido un tema preferente y protagonista en el desarrollo de mi estilo fotográfico», dice.
Algunas de las fotos, incluso, contienen ojos rojos o una luz descuidada. «Durante muchos años me interesaba más la espontaneidad y la frescura que la «perfección» o el cuidado de la estética fotográfica. No es esto algo que quiera reivindicar ni de lo que ahora me sienta orgulloso, de hecho considero que muchas de mis fotos son “malas»; pero para mí supuso un interesante ejercicio comprobar que detrás de una buena foto hay mucho más que una mera técnica».
Las fotografías están tomadas en un amplio periodo que abarca desde finales de los años 90 hasta 2015. Muchas son fotografías espontáneas sin un estilismo preparado. «He trabajado mucho en mis fotos un antiestilismo que hace muy difícil averiguar dónde comienza la verdad y dónde acaba la mentira».
El libro ha sido editado por Luis Cerveró, que ha realizado la selección final y los emparejamientos de fotos en las dobles páginas, que en ocasiones muestran elementos comunes (por ejemplo, una postura o una expresión similar de las chicas fotografiadas). Sobre este trabajo de edición, Ramiro E. dice: «Me gusta cómo ha mezclado libremente, un poco a lo loco, fotos tan dispares de épocas tan distintas. Y milagrosamente la cosa encaja, funciona y no chirría como yo temía que pudiera pasar. Yo no hubiera sido capaz de elegir tantas fotos y descartar otras tantas como lo hizo Luis».
Él, que tiene una vasta experiencia en fotografía de moda (ha trabajado para publicaciones como Yo Dona, Marie Claire, Cosmopolitan o El País), habla de la importancia del entorno social y cultural en los gustos de las personas: «Los gustos fluctúan mucho con las modas. Por ejemplo, en la actualidad, estamos viviendo una marcada tendencia hacia las bellezas alternativas en las pasarelas y el mundo de la moda. Yo estoy encantado con esta tendencia, pero no a todo el mundo le agrada». Opina que ese sector coquetea mucho con el arte y con las tendencias más alternativas pero que no deja de tener un punto muy comercial. «Poder moverse cómodamente entre esos dos mundos no es fácil, sólo lo consiguen algunos afortunados».
En más de una ocasión le han dicho que su trabajo, donde abundan las ‘Lolitas’, puede tener una lectura perversa. «Yo siempre me lo he tomado como un cumplido».
Gordita.
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