La percepción del paso del tiempo es muy variable. Hasta el punto de que la continuidad que inevitablemente se vincula a él puede llegar a convertirlo en imperceptible. Es algo que ocurre sin más y no siempre nos acordamos de reparar en ello. El fotógrafo de Singapur Fong Qi Wei convierte el transcurso de la vida en algo muy palpable a través de sus fotografías.
Cuando se apela a los superpoderes de la fotografía, se hace con la intención de detener el tiempo y condensar en un chispazo la verdad que se muestra ante los ojos. La dimensión temporal se congela y queda para siempre. Pero, ¿qué ocurre antes? ¿Qué pasa después del instante de ese disparo? Fong Qi Wei ha querido ampliar el espectro temporal que se puede apreciar de un vistazo en su proyecto Time is a Dimension.
Las fotos que componen la obra son como cebollas que atestiguan el tic-tac del reloj. Se componen de diversas capas que agujerean el presente para ver un segundo, un minuto, una hora más allá.
El fotógrafo construye mosaicos de color que muestran una pequeña porción de cada momento en el que su cámara ha estado tomando instantáneas del mismo lugar. Así consigue reflejar los cambios cromáticos y de luminosidad que se producen en ese periodo de tiempo que suele oscilar entre las dos y las cuatro horas.
«Una fotografía es plana y, esencialmente, está hecha de dos dimensiones: largo y ancho. A través de la composición y el enfoque de la lente la dotamos de algo de profundidad, que es una dimensión que se percibe pero que no es parte física de la fotografía impresa», explica el artista en su sitio web. Insiste, sin embargo, en que la foto impresa es, aún así, un instante. «Quise romper esta restricción que supone un pequeño corte del tiempo en la fotografía».
Cada parte del collage representa un momento que es exactamente anterior o posterior de su adyacente. El efecto materializa en color la transformación que sufre cada lugar con el transcurrir del tiempo.