El surrealismo de Gab Bois en OFFF Sevilla

13 de diciembre de 2023
13 de diciembre de 2023
3 mins de lectura
Gab Bois

Una falda hecha con lápices. Un collar de gambas. El zapatófono. El mundo de Gab Bois (Canadá) no responde a la misma lógica que el nuestro, por mucho que pueda parecerlo. En él, las fichas del Scrabble sirven para hacer un bolso de mano y las cámaras de los iPhone utilizan lentillas. 

Ahora, la fotógrafa y artista multidisciplinar recala en España como parte de OFFF Sevilla, que tendrá lugar del 14 al 16 de diciembre en el Monasterio de la Cartuja y en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, y donde se dará cita lo más granado de la escena creativa contemporánea.

 

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Surrealismo cotidiano

Las obras de Gab Bois conjugan un surrealismo cotidiano. La artista canadiense manipula elementos reales. Los descontextualiza y los planta allá donde no pertenecen, configurando realidades alternativas que escapan de cualquier lógica. Sus sujetos (ropa, cuerpos, objetos, logos y comida) resultan familiares; los resultados que producen, en cambio, transitan entre lo posible y lo imposible.

 

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La artista le debe mucho a las redes sociales. Su estilo, unido a una producción cuyas obras funcionan, en su mayor parte, de forma independiente, encajó a la perfección en los cánones de Instagram cuando  comenzó a publicar en la plataforma, en 2016. De aquella, la red social todavía permitía crecer orgánicamente, y las creaciones de Gab Bois comenzaron a acumular miles de interacciones. Para la fotógrafa, supuso el canal perfecto para enseñar su arte. «Las redes me han permitido lanzar mi trabajo en público», cuenta. Y, además, «conectar con gente a la que no conocerías de otra forma».

El trabajo de Gab Bois combina diferentes medios. El resultado final suele ser una fotografía, sí, pero en lo retratado los elementos van desde las cáscaras de plátano a los espejos, pasando por las gominolas y los zapatos. A través de su combinación, la artista reflexiona sobre la realidad en la que vivimos, las relaciones entre significantes y significados y los límites de las iconografías contemporáneas.

 

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Su primera colaboración grande con una marca llegó al revés. Primero realizó la pieza, una fotografía en la que el logo de Nike aparece en sustitución de unos brackets dentales, y la subió a Instagram. La publicación causó furor en la red social. Estaba hecha con unas pegatinas falsas del logo de la marca que la artista había comprado en el Garment District de Montreal, y cuando llegó la llamada de Nike, lo primero que pensó es que iban a pedirle que retirase la imagen. En vez de eso, le hicieron una oferta a cambio de los derechos. Su foto, creada para Instagram, terminó impresa en las camisetas de la colección para mujeres de la marca deportiva en el año 2019. 

 

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Ahora, su objetivo es pivotar en otra dirección. «Aunque internet ha sido muy beneficioso para mi práctica artística, me estoy dirigiendo más hacia crear objetos funcionales que tienen vida en el mundo tangible».

Objetos cuya vida pueda percibirse fuera de la pantalla, que puedan verse, pero también tocarse, sentirse e incluso usarse. «Me encantaría hacer muebles urbanos de gran formato con los que el público pueda interactuar», explica. Obras como las de Judy Chicago, que la canadiense menciona en primer lugar cuando le pedimos que recomiende cinco obras de arte. Junto a The Dinner Party, de Chicago, la artista menciona Babel, de Cildo Meireles; Upside Down Mushroom Room, de Carsten Höller; Tree, de Paul McCarthy’s y Groceries Portraits,de Nobutaka Aozaki. Todo, menos la serie de Aozaki, instalaciones de gran formato que manipulan la realidad con elementos ajenos a ella, pero que pueden ser recorridas en el espacio físico real. 

 

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La artista afirma que su mayor inspiración en este momento nace de sus amigos creativos. «Estoy constantemente inspirada por mis amigos que tienen estudios creativos, como Nicole McLaughlin, Aleia Murawski y John Yuyi». Pero también de sus colaboradores Mathilde Jobin y Gillian Richards.

De todas sus obras, Bois reconoce que su favorita es «el vestido de Scrabble», porque tardó dos semanas en hacerlo. «Terminé conservándolo y se reutilizó en un buen número de proyectos después de la sesión de fotos inicial. Al final, mereció la pena», concluye la canadiense.

 

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Encapsula su relación con el surrealismo con una pequeña anécdota. «¿Sabes cuando eres un niño y las líneas que separan la realidad y la fantasía son borrosas? Tengo buenos recuerdos de ir de pequeña a una biblioteca en la que tenían una paloma de mascota, Miro, y acariciarla. Siempre me han atraído instancias como esa, donde la vida es excitante y te sientes como en un sueño. Nunca he dejado de amar ese sentimiento de esculpir mi propia realidad soñada».

 

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OFFF se celebra en Sevilla del 14 al 16 de diciembre. El programa y las entradas pueden encontrarse aquí.

 

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