Un pequeรฑo santoral hereje de beatos indios y amamantadoras milagrosas

Si Europa ha producido expresiones tan opuestas como Lutero y la Virgen del Rocรญo, no sorprenderรก que por Amรฉrica tambiรฉn nos permitamos un weltanschaung tan lujurioso y fantรกstico como nuestros gobernantes. A continuaciรณn, un pequeรฑo santoral hereje de beatos indios, amamantadoras milagrosas, gauchos degollados, diosas afrobrasileรฑas y hasta cantantes de cumbia.

beato ceferino namuncura
Beato Ceferino Namuncurรก

Nadie puede negar que la vida es azarosa, aleatoria, caรณtica. Y ahรญ es donde entran en escena estas figuras, mรกs necesarias que apostรณlicas, a conferirle una narrativa al sinsentido en el que vivimos dรญa tras dรญa. Porque el caos de la realidad no cambia con el paso del tiempo, pero sรญ lo hace la forma que adopta esa devociรณn desesperada.
A principios del siglo XX la figura religiosa mรกs popular era Ceferino Namuncurรก, nieto del cacique Calfulcurรก e hijo de Manuel Namuncurรก, lรญder del pueblo mapuche contra el ejรฉrcito durante el exterminio de indรญgenas llamado eufemรญsticamente โ€˜La Conquista del Desiertoโ€™.
El beatificado Ceferino estaba presente en casi todos los hogares de entonces junto a otros santos mรกs establecidos. Seguramente porque cumplรญa una funciรณn extrarreligiosa al encarnar una suerte de cicatrizaciรณn โ€“mediada por la Iglesiaโ€” entre los descendientes de las tribus diezmadas y los gringos descendientes de los barcos.
Y mientras Ceferino intercedรญa entre paganos y catรณlicos, entre derrotados y vencedores, las aristocracias locales se iban de compras a Europa con el dinero del ganado y las cosechas provenientes de los territorios expoliados a la indiada. Reconforta saber que en este mundo cambiante hay gente que nunca nos va a sorprender.
Con el avance del siglo y la subsiguiente migraciรณn del campo a la ciudad, la popularidad de Ceferino declinรณ. Ya habรญa tenido lugar la integraciรณn de los nativos y los descendientes de los europeos, por lo que Ceferino ahora no resultaba indispensable. Fue entonces cuando llegรณ el siguiente cambio de paradigma: La Difunta Correa.
Segรบn la leyenda, Deolinda Correa partiรณ en busca de su marido, reclutado a la fuerza para luchar en la guerra entre unitarios y federales. Al intentar cruzar las รกridas sierras de San Juan, la abnegada y fiel esposa cayรณ muerta de sed. Queriendo hallar a su amado y al mismo tiempo huir del acoso del comisario del pueblo, habรญa preferido arriesgar su vida y la de su hijo en un viaje de final incierto. Dicen que el niรฑo siguiรณ amamantรกndose de su madre muerta. Ese fue su primer milagro, y el origen de un culto que atrae a miles de peregrinos al aรฑo.
difunta correa
La Difunta Correa

La Difunta respondรญa a las necesidades de un imaginario distinto y renovado: simbolizaba los valores familiares que dominaban el segundo tercio del siglo XX. Pero cuando la sociedad cambia, cambian los mitos.
Al salir de la capital, uno ve a los costados de las carreteras altares y pequeรฑas construcciones de ladrillo pintadas de un rojo chillรณn: son altares erigidos al Gauchito Gil. Sus fieles los decoran con banderas, estandartes y cintas, y allรญ depositan sus ofrendas. Suelen dejar todo tipo de regalos, pero por lo general son botellas (de agua, para la sed eterna de la Difunta; y para Gil, de tinto).
Segรบn reza la historia, Antonio Mamerto Gil, veterano de la Guerra del Paraguay, decidiรณ desertar de la milicia para no tomar parte en la guerra intestina desatada en su provincia natal de Corrientes. En un sueรฑo, al gaucho se le habรญa revelado que no debรญa derramar la sangre de sus hermanos correntinos.
Gil, el desertor, fue detenido para ser juzgado. Pero la partida militar que lo trasladaba a caballo tenรญa el hรกbito de ejecutar a sus prisioneros para no recorrer aquellos cien kilรณmetros. La excusa era siempre la misma: el reo habรญa intentado fugarse. (Otra constante confiable pese al caos del mundo). Asรญ pues, Gil fue colgado de los pies y degollado. Solo que antes de morir advirtiรณ de que su sangre inocente era poderosa. ยซSi necesitรกs ayuda, invocรก mi nombreยป, dijo el condenado a su ejecutor.
gauchito gil
Gauchito Gil

Este regresรณ a su hogar y allรญ se enterรณ de que su hijo estaba al borde de la muerte a causa de una repentina enfermedad. El militar desesperado invocรณ el nombre de Gil y el niรฑo se curรณ. Fue tan fuerte el arrepentimiento que sintiรณ el asesino que pidiรณ perdรณn a su benefactor y prometiรณ alzarle una cruz en el mismo lugar donde poco antes lo habรญa ajusticiado.
Estรก claro que el Gauchito no respondรญa รบnicamente a las ansias de una sociedad indignada y descreรญda de las instituciones, aquejada por la injusticia y la desigualdad. El santo tenรญa el aรฑadido de ser rebelde y justiciero, y su presencia nos guardarรญa del peligroso siglo XXI.
Asรญ es como llegamos al actual Olimpo local, poblado de una multitud de deidades y de โ€˜santerรญasโ€™ proveedoras de las coloridas estatuillas y sus accesorios mรญsticos. Como Yemanyรก, Reina del mar, introducida por los inmigrantes brasileรฑos practicantes de la religiรณn Umbanda; o San la Muerte, efigie tรฉtrica que atrae sobre todo a devotos pistoleros, malvivientes variados y a todo aquel que vive al margen de la ley.
Y rascando ya el fondo de tarro de las divinidades, nos encontramos con la cantante de cumbia Gilda, y Rodrigo, el cuartetero impresentable. Ambos muertos en la cima del รฉxito en sendos accidentes automovilรญsticos. Quizรก por la gran extensiรณn de la Argentina, las veras de las carreteras siempre han tenido un lugar destacado en estos relatos.
El florecimiento de estos semidioses de cartรณn, asรญ como otros aรบn mรกs estrambรณticos, es probablemente producto del desasosiego y las eternas dificultades. Vicisitudes que diariamente ponen a prueba a los representantes del pueblo asรญ como a la ciudadanรญa entera.
Crisis que han derrocado a presidentes y ministros y, al mismo tiempo, van desgastando a los mitos implantados por el propio pueblo. Un pueblo dispuesto a adorar a quien sea con tal de paliar la incertidumbre de este continente que pese a sus riquezas โ€“o tal vez quizรก precisamente a causa de ellasโ€” se ve sumido en una descomposiciรณn social cada vez mรกs profunda. Pero a no desesperar.
Cuando los nuevos รญdolos no alcancen despuntarรกn nuevas deidades: flamantes gauchos milagrosos, divinidades futbolรญsticas, vedettes iluminadas que responderรกn a las necesidades de la gente. Santidades herejes de industria nacional incapaces de arreglar nada, pero dueรฑas del don de canalizar esos rรญos de fe insatisfecha.
yemanyรก
Yemanyรก

Imagen de portada: La Difunta Correa, reproducida bajo licencia CC.

รšltimo nรบmero ya disponible

#142 Primavera / spring in the city

Sobre nosotros

Yorokobu es una publicaciรณn hecha por personas de esas con sus brazos y piernas โ€”por suerte para todosโ€”, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

Suscrรญbete a nuestra Newsletter >>