El español y sus mil maneras de hacer amigos

Oye wey, que si eres un tío de mundo, sabes que a los parceros no se les dice perrito, así como así, si no eres colega de toda la vida. Que a un chamo que no sea tu carnal, no puedes llamarle tronco como si tal cosa, que el boludo se puede enfadar si no capta que tu intención era tratarle de compadre, viejo.

En español tenemos muchas formas de hacer amigos. En cada país hispano, la suya. Y a los cuates de verdad hay que saberles apelar para que se sientan como tales. De Tijuana a Tierra de Fuego y de los Pirineos a Guinea Ecuatorial, aparte de saber poner el hombro cuando hace falta, ser pana de alguien es cuestión de saberlo pronunciar.

En España somos todos tíos y tías, ya se sabe. Y por variar, nos transformamos de vez en cuando en colegas, machos, compadres, troncos, camaradas, coleguis, compis, compas, socios y no sé cuantas más. Eso sin contar los regionalismos, porque el nen campa por Cataluña a sus anchas, al nano se le ha visto por Valencia, hay meus y nenos por toda Galicia y en Andalucía quien no es quillo o quilla es porque será un chocho o un picha, ya verás.

En México la cosa va de wey y de weyes (nota: nada tiene que ver con el portal de Belén). Pero como los cuates son bien amigables multiplican el registro por compa, mi chile, valedor, compadre, comadre, mi funda, mano, viejo, vieja o carnal. Ándale.

En América Central son igual de buenos para esto de la apelación:
Guatelama dice que sus amigos son patojos y sus amigas patojas. También hay cuates y cuatas y hay quien prefiere tener un pizado, y si se estila la práctica de tener un grupo, debe conocérsele como muchá.
El Salvador tiene cheros, majes, razas o compañeros. El colectivo de amigos es la mara, vocablo que antes nada tenía que ver con violencia, por cierto.
Honduras, con sus aleros hasta el fin.
Y en Nicaragua, que hay mucho primo, cualquiera se marca un brother a nada que se desinhibe.
A Costa Rica déjala con sus páis y sus máis, que en caso de no estar con ellos es porque estarán con sus maes o sus paes.
Y en Panamá, donde redunda el pana, téngase en cuenta que también hay pasieros, mrogos y frens.
En Cuba, mi helmano, lo que hay es mucho acere, mucho ambia y mucho malecón.
No le queda tampoco lejos el Caribe a Puerto Rico donde habitan las mamás y los papás. Y el brother también anda por allí viviendo.
República Dominicana, otro lleno de mamás y papás.

Turno para los Sudamericanos:
Más papás y más mamás en Venezuela (qué cosa esta del verano constante), pero un chamo que sea amigo a full, marico, ese es un pana de verdad.
Colombia viene del hermano y pasa por el parcero, el marica, el compadre, el hermanaso, el doctor, el bales y el huevón hasta llegar al gonorrea del paisa de bajos fondos.
En Ecuador hay compresores y llavesitas, y fuera del rollo ferretería, hay ñaños, panas, mijines y nañínies.
Perú, con el compadre. Y si no con el bateria, el causa, el yunta, el pata, el choche, el compa, el pana, el solí y el primazo. Ahí es nada.
Mientras Bolivia brinda con sus parientes, sus compadres, sus viejos, sus socios y sus fieras.
Paraguay, a lo guaraní, tiene angirû, chera’a, chamigo, irû y ra’a.
¿Y alguien en Chile sabe NO decir la palabra weón? Pregunten entre sus socios, yuntas, perros, perritos, compares, viejos, hermanos, wachos, mijos y mijitos, por favor.
Argentina, ¡ché, boludo!, es que vos a un pibe que te encontrás no le podés llamar pelotudo si no sos de confianza, ¿viste?
Uruguay, con cuidado de no parecer argentinos, tratan de evitar pibes y boludos y salen a tomar mate con los gurises. *(gurisas/es)

Y en la africana Guinea Ecuatorial eligen entre tener amigos en luso, amigos en castellano o cambiar de onda y sacarse un buen ami francés.

Hasta ahí nuestro conocimiento sobre relaciones afectivas no sanguíneas ni conyugales. ¿Cuál más sabes, primo?

*(Tras los asteriscos se añadirán las fórmulas que han aportado los lectores de cada país)

foto el español amigos

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Patrick Thomas

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