Hamlet puede explicar el éxito de la telerrealidad

«No es Shakespeare: es la vida real», dice Ed Harris como Kristoff, guionista y productor del programa El show de Truman. Si estamos de acuerdo con las formas de las historias según Vonnegut, diremos que el programa protagonizado por el infeliz Truman (Jim Carrey) también es Shakespeare. En concreto funciona como Hamlet. (Y, por extensión, todos los programas de telerrealidad funcionan como la obra del príncipe dubitativo).

La forma de ‘Hamlet’

Además de escritor, Vonnegut era estudioso y teórico de la literatura (dos figuras que no siempre coinciden en la misma persona) como lo fueran Nabokov o Borges. La mayor aportación teórica de Vonnegut es la forma de las historias:

Así se construyen todas las historias

Las 6 formas básicas de construir historias según Kurt Vonnegut.

Publicado por Yorokobu en miércoles, 22 de noviembre de 2017

«Shakespeare era un narrador pobre», dijo el escritor de Matadero 5. «Hamlet es una obra ambigua». Esto fue un planteamiento atrevido.

Vonnegut consideró que en Hamlet no está claro si los acontecimientos son buenos o malos. Las distintas formas de las historias tienen curvas (dibujadas por Vonnegut): comienzos buenos o malos y finales buenos o malos que podemos prever al menos cerca del final.

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El héroe en apuros recibe apoyo de la caballería. James Bond utiliza los artilugios para salir airoso. La heroína arranca el coche a puñetazos y escapa del monstruo. Los amantes se encuentran.

¿Quién no prevé la cadena de acontecimientos, de la primera hasta la última escena, de las películas alemanas de la hora de la siesta?

Hamlet no tiene curvas de desarrollo:

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Vonnegut recordó que el protagonista de Hamlet actúa por impulsos y por tanto no puede adivinar qué sucederá después.

Hamlet contrata actores para que representen cómo su tío mató a su padre. «Pero esto no es como Perry Mason», dijo Vonnegut. «Su tío no se vuelve loco y confiesa». (¡Ah, qué recurso tan manoseado en las series policiales!).

¿Qué pensaría Vonnegut de Algunos hombres buenos? Tom Cruise se propone que el general Jack Nicholson confiese que ordenó el código rojo. El público lo espera. (Tan solo se sale de las expectativas que Cruise no cambie el uniforme azul por el blanco que tanto irritaba al general). Y como el público lo espera, Aaron Sorkin como guionista lo ofrece.

Vonnegut recordó cómo «Hamlet termina hablando con su madre. Cuando las cortinas se mueven, piensa que es su tío y se dice: «Está bien, estoy harto de ser tan indeciso», y mete su estoque por la cortina. ¿Quién se cae? Polonio».
¿Esto es malo? Para Polonio, pero no para el protagonista. Para él no hay consecuencias: Hamlet es príncipe. Puede matar impunemente a quien quiera.

Finalmente Hamlet muere en duelo herido por una espada con la punta envenenada; antes se lleva la vida del contendiente y de su tío. Es una venganza forzada. No hay por parte de Hamlet un plan para matar a su tío como lo tiene Russell Crowe para matar a Joaquin Phoenix en Gladiator. Hamlet mata a su tío porque este es espectador del duelo. Con su último aliento.

¿Hay alguna posibilidad de que el espectador averigüe el sangriento y precipitado final de Hamlet? No puede. Por lo general esperamos que a un punto A suceda un punto B. Según esto, Hamlet no sigue un orden lógico. Es lo que provoca que Vonnegut diga que «Shakespeare era un narrador pobre»; pero a continuación afirma: «Hay una razón por la que Hamlet es una obra maestra: Shakespeare nos dijo la verdad. Sabemos muy poco sobre la vida, no sabemos realmente cuáles son las buenas noticias y cuáles son las malas noticias».

‘Hamlet’ y la telerrealidad

La telerrealidad no ha creado ni creará obras maestras. (De hecho, en muchos casos es tan vulgar en su realización como los protagonistas).

No hay intención artística de los guionistas, que tratan de conducir a los participantes; ni de los editores de vídeo, que enlazan los momentos cómicos o dramáticos; ni mucho menos de los productores. ¿Qué espectador que haya visto una edición de los programas mencionados la repite y comenta sus valores artísticos?

Sin embargo, estos programas tienen algo que ver con Hamlet, o mejor dicho, con la forma en la que Hamlet está contada. Estos programas son imprevisibles. De ningún suceso A se deriva un suceso B.

Vonnegut se plantea ante Hamlet si los hechos son buenos o malos. De la misma manera, podemos plantearnos si la introducción de determinado personaje en un espectáculo será bueno o malo o si la decisión de un participante traerá consecuencias positivas o negativas. Esta incapacidad para prever el desarrollo de los acontecimientos lleva en muchos casos a la indignación del público por la maldad de X o la sorpresa por su generosidad (esto último, menos frecuente).

Ya hablamos de cómo la pirámide de Maslow podría arrojar alguna luz sobre por qué la telerrealidad engancha. Las lecciones de Kurt Vonnegut, aunque aplicadas a la literatura, igualmente contribuyen a explicar el porqué de la adicción a los formatos de televisión.

1 Comment ¿Qué opinas?

  1. Hamlet es un incomprendido: arrastra esa fama de procastinar, cuando lo primero que hizo fue matar al tito Claudio; solo que no era él, era su suegro, que ya es mala pata… Dejó a su novia por estrecha, y nos lo dijo bien claro: ¡si hasta le dijo que por qué no se iba a un convento! Quiso morir joven y dejar un cadáver bonito, pero, eso sí, llevándose a todo el mundo por delante: puro punk. Es increíble y devastador que ningún grupo haya llevado nunca su nombre, un tipo que dialogaba en leotardos con la calavera de un amigo en el cementerio… hay algo más punkie? Reivindico la absoluta punkeidad de Hamlet, ese adelantado a su época.

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