Diseñadores, artistas, ilustradores, arquitectos, cocineros, fotógrafos… gente muy creativa que cada mes se pone manos a la obra para jugar con la palabra YOROKOBU e interpretar nuestra portada. Ellos aportan en cada número su particular visión de la revista. Pero una vez al año ponemos nuestra portada y contraportada a vuestra disposición. Es el momento y el lugar para que nos demuestres tus dotes creativas.
Todos los candidatos están obligados a presentar ambas piezas y estas deberán guardar relación entre sí. Tenlo en cuenta porque el jurado valorará tanto la creatividad como la relación entre ambas ejecuciones.
Un solo ganador firmará la portada de Yorokobu y la contra de Volkswagen del número de febrero de 2017 y recibirá un premio de 2.000 euros. Los diez trabajos finalistas serán publicados en un cuadernillo especial dentro de la misma publicación.
Lee bien las bases legales porqué hay novedades. No es igual que los otros años.
Este año queremos pediros que documentéis el proceso creativo detrás de la portada, guardando los bocetos y distintas versiones de vuestro trabajo. Con todo ese material, editaremos un vídeo con las 10 piezas finalistas.
Ya tenéis toda la información y bases en yorokobu.es/hazlo-tu.
BUENOS DÍAS
Petrus es un SEÑOR al que le gusta siempre dar los «buenos días». Se está atusando la barba como hace a diario cuando se arregla para salir. Es un hombre mayor, vestido con ropa muy buena pero ya gastada por el paso de los años. Muy meticuloso en su cuidado personal, en ningún momento deja de ser discreto y elegante.
Tras tomarse el café con una tostada untada de mermelada de arándanos, se pone el abrigo y sale contento a la calle. Es el mejor momento del día para él. Da un paseo por el pueblo y saluda a todos los vecinos con una sonrisa cálida y amplia: -Buenos días- y le contestan todos: -Muy buenos días Petrus. Buenos días. Cómo vamos Petrus- Y él siempre contesta: -Muy bien-. Y si sabe el nombre del vecino: -Muy bien Pablo. Muy bien Hortensia. Muy bien José Carlos, Feli, Carmen, Hannà, Fatma, Sergio-. Entra en la panadería y pasa lo mismo. –Buenos días Petrus. Hola Petrus. ¿Has descansado bien?-. -Buenos días, Buenos días. Muy bien, gracias-.Petrus espera su vez en la larga cola, contento.
Después se va a tomar un café a la Plaza Mayor. En el bar lee el periódico que siempre le acerca el camarero y cuando se cansa se quita las gafas y mira a la gente del pueblo pasar a través de las ventanas. Se queda en un estado de ensoñación hasta que entra otro vecino que le saluda: -Buenos días tenga usted, Sr. Petrus-. -Y usted, Sr. Manuel, muy buenos días-, le contesta con satisfacción.
Decide volver a su casa y el camino de vuelta es igual que el de ida. O no. Saluda a todos y todos le saludan. Sigue su camino contento y casi bailando cantando una vieja canción. Hasta que saluda a un hombre que no conoce. Pero Petrus siempre da los «buenos días». El hombre le ignora y sigue su camino, cabizbajo. Petrus continúa andando algo incomodado y de repente se para. Vuelve sobre sus pasos hasta que llega al hombre que no le ha saludado: -¿Por qué no me ha dado usted los buenos días? El hombre, ensimismado levanta la cabeza y le mira sin entender nada. Petrus vuelve a insistir: -¿Por qué no me ha dado usted los buenos días?, ¡¡¡¿Se puede saber?!!! El hombre, ya inflamado por las tonterías de un viejo loco: -Porque yo no tengo los días buenos, ¿se entera? Ni éste ni ninguno. Porque…-. Petrus no le deja acabar y empieza a darle golpes con el pan: -¿No entiende usted que dando simplemente los buenos días la vida es un poquito mejor?-. Continuaba dándole con el pan todo lo fuerte que podía: –No ve que saludar por la mañana, aunque estemos en los peores días de nuestra vida, es bueno para su cerebro y su corazón…-. –Mi mujer me ha dejado, me he quedado sin trabajo, me voy a quedar sin…-. Sigue moliéndole a puñetazos, porque el pan ya hace tiempo que se ha hecho migas, recordando una fuerza física extraordinaria de sus años de esplendor. Mientras el hombre está arrodillado en el suelo protegiéndose con los brazos: -Lo de la mujer es una liberación, lo del trabajo otra…-. Los vecinos llegan corriendo e intentan separarlo del hombre, caído en el suelo, con sangre en la nariz y los ojos amoratados: -Vamos Petrus- le dice José Carlos, –que usted no es así-. Petrus está rojo de ira y de herida que no se ve. Hortensia y Feli se agachan a su lado y empiezan a acariciarle. Petrus da un respingo: -¡¡¡No necesito la compasión de nadie!!!-. Hannà y Carlos: -Venga, que le ayudamos a levantarse-. Ya de pie llega la Guardia Civil. A Petrus le meten en la cárcel del Ayuntamiento, y al otro hombre lo llevan a urgencias. Petrus llora silenciosamente. Mira sus manos doloridas, sobre todo en los nudillos. Los guardias civiles que pasan por el otro lado de las rejas: -Buenos días. Buenos días, Petrus. Buenos días-. Por si acaso. -Hipócritas, hipócritas…-. Cae en un sueño profundo y reparador. Se despierta a última hora de la tarde y.ve una bandeja con un vaso de agua y un plato de comida estupendo que se come con voracidad. Bebe el vaso de agua de un trago. Pasa un guardia civil y se para: -¿Cómo estás ahora, Petrus?-. Se queda pensativo: -Sólo me hace falta una cosa. Bueno, dos-, hablando en voz muy baja: -Un vasito de vino tinto-, pide al guardia con cara de cordero degollado, -y, si vas a la farmacia y pides mi reproductor de música podrías traérmelo-. –Lo más difícil es el vaso de vino, pero lo intentaré-. En la farmacia ya estaban al tanto de todo lo que había ocurrido. Petrus recibe el reproductor y el vaso de vino tinto. Empieza a escuchar El concierto para dos violines de Bach. –Bendito Bach. Si no fuera por usted…y este vino…-. La maravillosa música empieza a transformar el recinto y Petrus, extasiado, escucha lo que para él es la mejor música del mundo.
©Elbia Álvarez
Octubre de 2016
En Paracuellos de Jarama
Lo siento. Escribí un cuento y pensé que al pedir algo bonito, un cuento que termina bien, es algo bonito. No volverá a pasar.
Elbia