El cine de Hitchcock y Wilder gusta a los nuevos públicos e influye en las nuevas generaciones de cineastas.
Un espectador común recuerda Con faldas y a lo loco o La tentación vive arriba de Billy Wilder. El mismo espectador ha visto Psicosis o Con la muerte en los talones de Hitchcock. Sin embargo, este espectador no recuerda ni el nombre ni el aspecto de Billy Wilder; sí recuerda a Hitchcock («el gordo de la sombra», para mi abuela). Hitchcock es una marca para el espectador común. Billy Wilder, no.
Mi mujer y yo leemos una sinopsis:
«Atormentada. Dirigida por Alfred Hitchcock».
La vemos porque es «una de Hitchcock» y descubrimos que es un drama histórico ajeno a lo que Hitchcock representa en el imaginario popular.
Hemos sido engañados por la marca Hitchcock. Esta marca constituye un ejemplo de la política de autores de Cahiers du Cinema. Para los franceses, los autores no son los escritores de los textos; los autores son directores cuyo estilo es único, reconocible y con una temática recurrente. Esto hizo que Billy Wilder dijera a Cameron Crowe:
«No podría trabajar como Hitchcock porque siempre hacía la misma película. Me dije: «Ahora voy a hacer una película mejor que Hitchcock e hice Testigo de cargo«».
Billy Wilder, una marca inclasificable
Sin duda Testigo de Cargo es un Hitchcock, como El crepúsculo de los dioses un Orson Wells y Sabrina quizá un Richard Quine (Me enamoré de una bruja, la misteriosa dama de negro). Todas películas de Wilder, todas diferentes. El austriaco se jactaba de tener un estilo imposible de imitar.
Por esto, «Billy Wilder» no es una marca para el espectador común. Sin embargo, carecer de estilo permitió a Wilder mayor libertad creativa. Los estudios pedían a Wilder hacer taquilla. Los estudios pedían a Hitchcock un Hitchcock (que equivalía a hacer dinero). Esta fue la cruz de Hitchcock en sus últimos años.
Hitchcock y Wilder tienen puntos en común. Ambos son europeos, desarrollan sus carreras en paralelo, tienen problemas con la censura y dirigen algunas películas imprescindibles para amar y entender el cine.
Sin duda Hitchcock hizo más por la técnica y la narrativa cinematográfica que Wilder. Al austriaco no le importaba tanto la técnica como contar una historia agotando todas las posibilidades del guion.
Aparte de la censura y la política comercial de los estudios de cine, los límites de Hitchcock estaban en el estilo que él había forjado. Wilder trabajaba partiendo de su estado de ánimo:
«Cuando estoy triste hago comedias y cuando estoy feliz hago dramas».
Psicosis, un riesgo calculado de Hitchcock
Es posible que la producción de Psicosis (1960) fuera la que planteara mayores problemas a Hitchcock. Paramount, que tenía derecho a «un nuevo Hitchcock», se negó a adaptar una novela que consideraba repulsiva. Ante esto, Hitchcock produjo la película con sus propios fondos. (Parte de las vicisitudes de la producción aparecen en el biopic Hitchcock, con Anthony Hopkins como maestro del suspense).
Sin embargo, hoy podemos decir que la apuesta por Psicosis fue un riesgo calculado. Psicosis no es una rareza en la filmografía del inglés: es un Hitchcock cien por cien, en el que cada elemento remite al estilo del mago.
Hitchcock admiraba a Wilder
El mismo año que Hitchcock produce Psicosis, Billy Wilder rueda El apartamento. Ambas películas fueron taquillazos y los directores fueron nominados a los Óscar. Ganó Wilder. Hitchcock escribió una carta a Wilder:
Una traducción de urgencia sería:
El otro día vi EL APARTAMENTO.
No puedo dejar de decir lo mucho que disfrute, y lo bellamente hecha que me parece.
Me emocionó tanto que no pude evitar enviarte esta carta.
No era la primera vez que Hitchcock expresaba su admiración por Wilder. En 1944, el productor David O. Selznick publicó en prensa anuncios para promocionar Since You Went Away (1944):
«Since You Went Away son las cuatro palabras más importantes de la industria del cine desde Gone With the Wind (Lo que el viento se llevó)».
Wilder odiaba estos anuncios y contrató su publicidad:
«Double Indemnity (Perdición), las dos palabras más importantes de la industria cinematográfica desde Broken Blossoms (Lirios rotos, Griffith)».
Por su parte, Hitchcock, que había tenido sus más y sus menos con David O. Selznick, publicó este anuncio en prensa:
«Desde Double Indemnity, las dos palabras más importantes en el mundo del cine son Billy Wilder».
Es curioso que a partir de 1960 comienza la decadencia de Hitchcock y Wilder.
Hitchcock sometido a la marca Hitchcock
Hitchcock tendría en esa década algún éxito de taquilla como Los pájaros, y Wilder con Irma la Dulce. Sin embargo, ambos representaban «el estilo clásico de Hollywood» y el público había cambiado: era joven y reclamaba otras historias y un estilo menos académico. Los fracasos se sucedieron.
Hitchcock, influenciado por la cinematografía europea de los 60, quiso redimirse con Kaleidoscope: la historia de un asesino serial necrófilo, rodaba con un estilo poco académico. Pero Universal canceló el rodaje: consideró que la película destrozaría la reputación de Hitchcock. Universal protegía la marca Hitchcock contra Hitchcock.
Por el contrario, la reputación de Wilder no dependía en los 60 de su estilo, sino de conseguir un éxito de taquilla. Por esto, tanteó distintos géneros hasta que consiguió el éxito con la comedia Primera Plana (1974).
Las carreras de Wilder y Hitchcock plantean a los artistas qué actitud tomar ante el público: por un lado, está la posibilidad de orientar la obra a un «nicho de mercado». Esto puede ser castrante para un artista inquieto.
Por otro lado, el artista puede trabajar según el estado de ánimo, las inquietudes personales y los intereses. Esto no significa entrar necesariamente en conflicto con la idea de crear «una marca personal», pero como en el caso de Hitchcock y Kaleidoscope, puede constituir un lastre y abortar ideas interesantes. Nos queda la sensación de que la admiración de Hitchcock por Wilder estaba teñida de cierta envidia porque Wilder hizo lo que quiso y cuando lo quiso.