De las agujas de calceta cuelga una tira rosa fucsia que unas manos van tejiendo despacio. Son manos grandes, no muy hábiles sujetando las agujas, que van mezclando un punto del derecho y un punto del revés. Pero lo que llama la atención del espectador no es el tejido ni el color llamativo de la lana. Son las manos. Porque esas manos que tejen pertenecen a un hombre.
Tejer no es cosas de machos. Eso dicen quienes aún se dejan dominar por prejuicios culturales que deciden qué cosas son masculinas y qué cosas son femeninas. El colectivo chileno Hombres Tejedores se ha propuesto acabar con todo eso.
«Somos hombres tejedores por placer, por perpetuar una tradición, pero más importante, porque creemos profundamente que es necesario romper con los estereotipos asociados a género respecto de distintas actividades que se realizan de forma cotidiana en el mundo de hoy». Quien lo explica es uno de sus fundadores y miembros, Claudio Castillo.
«Al principio fue solo un hobbie, pero con el pasar del tiempo nos dimos cuenta de que ver a un hombre tejer causaba mucho ruido en la mente de las personas», continúa diciendo; «por ende nos percatamos de que existía un tema pendiente ahí y era necesario abordarlo. Desde nuestras experiencias personales en torno a la discriminación por ser hombres que tejen, nace la idea de intencionar acciones que ayuden a derribar estereotipos respecto a los roles de género y todo lo que desprende de ello: violencia de género, discriminación, etc.».
Hombres Tejedores organiza talleres de tejido sólo para hombres, encuentros al aire libre, charlas e intervenciones urbanas que buscan remover conciencias y provocar debate. El lema en su última actuación urbana fue «Romper con estereotipos nos transforma en una sociedad más inclusiva y tolerante». Y no hay mejor manera de cambiar las cosas que empezando por dar ejemplo.
El colectivo nace como taller de tejido en enero de 2016. Pretendía servir de lugar de encuentro para aquellos hombres que jamás habían tejido pero se sentían atraídos por esta manualidad y para otros que ya manejaban técnicas de tejido, pero que no se atrevían a ponerlas en práctica de una manera pública.
Si preguntas a Castillo por qué recomienda aprender a tejer, lo tiene claro: «Es una actividad noble llena de beneficios para la persona que lo ejecuta: relaja, ayuda con la concentración, la motricidad fina, la creatividad, estimula el cerebro…». Pero la verdadera intención del colectivo es otra: «Que los varones nos demos la posibilidad de entrar en aquellas actividades vinculadas socialmente a la mujer y, de ese modo, cuestionar la construcción de nuestras masculinidades; y, por consiguiente, generar otras nuevas: más amables, más tiernas, sensibles y fraternas».
La acogida, hasta el momento, está siendo muy positiva. Tienen más de 70.000 seguidores en su página de Facebook y sus seguidores no se circunscriben sólo a Chile, sino que también se localizan en otros países. «Hasta el momento no ha sido necesario convencer a nadie», comenta Castillo. «Solamente generar una instancia exclusiva de hombres ha hecho que ellos se animen porque se sienten más cómodos, acompañados y aceptados». Pero no todo es un camino de rosas.
«Obviamente, en un país machista como Chile también hay harta resistencia a instancias como esta, pero esa es la idea también. Provocar, hacer reflexionar», cuenta Claudio Castillo sobre cómo se enfrentan a las críticas que reciben de ciertos hombres que ven atacada su masculinidad. «Hace poco salió una nota sobre nosotros en un medio chileno y los hombres fueron muy duros con las críticas, precisamente porque este tipo de iniciativas amenaza sus concepciones de masculinidad y la situación de privilegio en la que se sienten», comenta.
Las mujeres parecen aceptarlo mejor, a pesar de que ellas mismas tienen también muy arraigada la concepción machista del patriarcado. Al fin y al cabo, si algo caracteriza a la sociedad latina es el machismo. ¿Está preparada entonces para aceptar este tipo de iniciativas? «Más que preparada, creo que la sociedad latina lo necesita. No podemos seguir rigiéndonos bajo paradigmas obsoletos y nocivos como el patriarcado, el machismo y la heteronormatividad. Eso genera violencia, discriminación y abuso. Es tiempo de transformar las concepciones que tenemos de la construcción de género», afirma convencido Castillo.
Quizá esa intención de cambiar conceptos y tirar por tierra estereotipos contrasta con el hecho de que Hombres Tejedores no contemple por el momento abrir su espacio a las mujeres. «Aún estamos es una fase en la que es necesario respetar que sea un contexto exclusivamente masculino, porque como te explicaba antes, necesitamos que los hombres encuentren estos espacio de contención, compañerismo y fraternidad con sus congéneres. Esperamos que más adelante esto se normalice y no sea necesario hacer esa separación», se justifica el chileno.
Hombres Tejedores ofrece talleres dominicales organizados en dos sesiones de tres horas cada uno, divididos en distintos niveles. Pero no quieren quedarse sólo en eso. Pretenden ampliar los cursos a clases de costura a máquina para hombres, otra actividad raramente considerada masculina, y seguir generando actividades públicas abiertas y gratuitas para atraer a más varones. «También está la posibilidad de generar una exposición de nuestros tejidos y, eventualmente, generar instancias similares en otros países».
Acabar con prejuicios y estereotipos es tarea complicada y trabajosa, pero Hombres Tejedores ya ha se ha puesto manos a la obra. «Creo que aún queda mucho trabajo por hacer y esta iniciativa busca, en parte, contribuir en esa causa», concluye Castillo. Para empezar a andar, dicen, siempre hay que dar un primer paso.
Iniciativa genial. De hecho el referente actual en agujas es un hombre, westknits.
Interesante. Hay precursores eso sí. En un pueblo del centro de Chile, no recuerdo cuál, los hombres se dedican a la pesca y al tejido. Tejen a palillos, igual que los de este artículo. Es más frecuente, al menos en Chile, que los hombres tejan a telar.
Hará unos 15 años aprendí a tejer, me enseñó una amiga, nunca pasé del punto derecho y el revés, pero me quedé con la idea de que es una actividad muy relajante y beneficiosa, tanto por el hecho de tener las manos ocupadas como por lo que se puede crear.
Saludos.
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En España existen grupos de «encajeras» de bolillos y hay hombres mayores, que lo aprendieron de niños, y no tienen precisamente 30 años, andarán por los 45 a 70 años. Y es una actividad que no se aprende en un año.
[…] Hombres Tejedores: romper estereotipos de género tejiendo bufandas (Yorokobu) […]
Hola Mariángeles,
sabes quien ha preso las fotos de los hombres tejedores? Son de la pagina de HOMBRES TEJEDORES? La casa editorial Suhrkamp publica un libro de la historia cultural de tejer, y volemos reproducir una foto dentro del libro. Muchos saludos Carola