Madrid se ve con los oídos y se escucha con los ojos

Imágenes sonoras de Madrid

Visitar una ciudad y conocerla no es solo mirarla, también hay que olerla, sentirla y, sobre todo, escucharla. Los sonidos conforman también la identidad de un lugar, y eso es lo que ha querido hacer el área de Turismo del Ayuntamiento de Madrid a través de la Madrid Film Office, una ruta sonora y visual por la capital representada por cuatro lugares emblemáticos: el Retiro, el metro de Gran Vía, el Mercado de la Cebada y el espacio cultural Centro Centro.

Imágenes sonoras de Madrid es una obra creada por el artista y ganador de dos Óscar Gustavo Santaolalla, que ha compuesto las bandas sonoras de The Last of Us, Brokeback Mountain, Diarios de una motocicleta y Babel, entre otras, junto a más de 30 estudiantes de la Escuela Universitaria de Artes TAI.

El proyecto ha tenido la escucha activa como punto de partida creativo. Santaolalla se ha encargado de guiar a los equipos de trabajo formados por estudiantes de cine, música y guion para transformar lo cotidiano, los sonidos que envuelven nuestro día a día, en una experiencia sensorial.

Fue el propio compositor argentino quien propuso a TAI la idea de hacer este paisaje sonoro gracias a la relación que mantiene con la escuela desde unas conferencias que impartió allí.

«El proyecto que propuse consistía en presentar a través de un nuevo formato, distinto, de registro y edición, diversos cortos de carácter audiovisual que nos permitieran definir espacios y sus historias. Era algo que se podía aplicar muy bien para enseñar lugares icónicos de la ciudad de Madrid, a través de un formato de registro muy diferente, no convencional, no de carácter turístico, sino mostrando el alma de esos lugares, desde otro ángulo, de otra manera», explica Santaolalla en una entrevista publicada en la web de la Madrid Film Office.

El artista argentino lo relaciona con un tema casi obsesivo para él, el de la identidad, «que tiene que ver, obviamente, con reflejar en lo que hago el lugar y la cultura de donde vengo». De ahí surge su vinculación con la capital española. «Hay una parte muy fuerte de mi identidad que es española. Mi abuelo era andaluz y mi abuela era vasca. He sentido, sobre todo en los últimos años, una especie de deuda personal con España. Sentí la necesidad y siento la necesidad de acercarme al comienzo de mi raíz, y Madrid es siempre el lugar a donde quiero volver», afirmó en la presentación del proyecto.

Inspirado por el trabajo de Murray Schaeffer, el creador del concepto soundscape (paisaje sonoro), Santaolalla marcó un protocolo de trabajo muy detallado y con ciertos condicionantes. En cada equipo de trabajo debía haber siempre un músico, un director y un guionista, y contar, además de con su supervisión, con la asistencia y supervisión de un maestro designado. El concepto básico era que cada imagen capturada llevara asociada su sonido correspondiente, o por explicarlo de otro modo, que cada sonido se viera representado con la imagen del lugar, objeto o sujeto que lo emitió. Cada imagen, por tanto, implicaría el registro simultáneo de imagen y sonido.

Dividió, además, el trabajo en tres fases. En la primera se capturaba el paisaje sonoro en distintos momentos del día. En la segunda, había que capturar los elementos particulares, es decir, identificar, dentro del espacio elegido, elementos específicos: objetos, personas, animales… Y la tercera fase fue la de composición y concreción de la pieza, en la que se elegía el fragmento con los momentos más ricos e inspiradores para continuar la composición. Aquí, destacaba Santaolalla en su briefing, se exigía «una actitud contemplativa, un ejercicio de escucha atenta y mirada abierta que nos permita ver lo que oímos y oír lo que vemos como si se tratase de una obra de arte. Un modo de resignificar lo cotidiano a través de una nueva forma de interpretar nuestro hábitat».

El resultado han sido cuatro cortometrajes que retratan con sonido esos cuatro espacios icónicos de Madrid. Madrid Film Office se ha encargado de presentar el proyecto en un folleto en el que se detalla esa ruta sonora. Las cuatro piezas creadas por los estudiantes de la TAI junto a Gustavo Santaolla pueden verse a través de QR impresos en el folleto.

«Para mí fue una experiencia muy rica el hecho de poder trabajar con gente joven que se está formando. Creo mucho en la experiencia, pero también creo mucho en los frutos de la inexperiencia, porque precisamente el no saber a veces es lo que te da la posibilidad de tomar un camino que una persona que sabe nunca tomaría, porque ya piensa que las cosas se hacen de una manera», comentó Santaolalla sobre su experiencia con este proyecto.

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Patrick Thomas

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