No existe lugar en el planeta que haya sabido vender una experiencia tematizada relacionada con la música electrónica como Ibiza. Decenas de salas ven desfilar personas de todo el mundo ávidas de desfase. El pinchadiscos se sitúa en un pedestal mirando al público apelotonado. «Se ha vuelto previsible. Los DJ están metidos en sus pantallas de ordenador poniendo música preprogramada. Cada vez hay menos espontaneidad y todos los subidones están perfectamente sincronizados y planeados. Tratamos al público como niños con deficit de atención que necesitan luces exageradamente recargadas y estímulos constantes», reflexiona James Murphy.
El músico estadounidense sabe de lo que habla. Tras el final de LCD Soundsystem en 2011, ha dedicado parte de su tiempo a pinchar por todo el mundo y no le gusta lo que ve. Despacio es el intento de Murphy de volver a la esencia de las salas de baile. El músico y productor ha creado un sistema de sonido experimental compuesto por siete torres de altavoces que juntas suman 50.000 vatios. A diferencia de una discoteca tradicional, el público se sitúa en el centro de la sala rodeado de las torres organizadas en un círculo. La presencia del DJ es accesoria. «En el fondo no somos más que pinchadiscos. Lo importante es la música. Nosotros nos situamos a un lado, pero la gente no está enfrentada a nosotros», explicó esta mañana en la presentación del proyecto, que estará funcionando en Sónar hasta el próximo sábado.
«La elección de nombre es un intento de añadir un elemento más slow a la experiencia de bailar», añadió David Dewaele, integrante de 2ManyDJs, que también ha contribuido a hacerlo realidad junto a su hermano.
Despacio no solo cambia la configuración de la sala, el sistema está diseñado para funcionar exclusivamente con vinilos. Murphy prosigue en su diatriba contra las discotecas actuales. «Sus altavoces funcionan muy bien cuando pones música comprimida, pero en cuanto pones algo antiguo suena fatal. Se pierden los matices, se quita toda la belleza».
En cuanto a la potencia del equipo, el responsable de McIntosh Labs, la compañía que ha proporcionado la infraestructura para construir los amplificadores y altavoces explicó que «es muchísimo más grande que el sistema que usamos en Woodstock y al menos el doble que el concierto de Wall of Sound que hicimos en 1974».
Parte de la belleza del proyecto está en que no es fácilmente replicable. «No solemos lograr coincidir, pero hemos conseguido juntarnos otra vez para hacerlo en Glastonbury este verano», explicó Dewaele.
Para John Klett, el ingeniero de sonido que ha asistido a Murphy, Despacio es un intento de volver a escuchar la música por el mero placer de hacerlo. «Nos hemos olvidado de ella. Estamos sumidos en las pantallas y otros estímulos, pero no nos estamos parando a escucharla».