Una exposiciรณn en el Museo de Ciencias de Londres conmemora estos dรญas uno de los mayores hitos de la historia, uno de esos que son aรบn mรกs impactantes porque revientan un tabรบ que nos ha acompaรฑado desde siempre. Hace cuarenta aรฑos, el 25 de julio de 1978, nacรญa Louise Brown, el primer ser humano concebido fuera de un รบtero, un logro que se atrevรญa a derribar la barrera de la infertilidad y que contribuirรญa a redefinir el concepto de familia.
La muestra recorre todos los hitos de una tรฉcnica que se calcula que ha traรญdo a la vida a aproximadamente ocho millones de personas y que, aunque sigue despertando las iras de los integristas mรกs despiadados, se ha insertado en la normalidad, al menos en paรญses como el nuestro.
Sus inicios fueron complejos: los insultos y las descalificaciones que se dedicaron tanto a los cientรญficos como a las desesperadas parejas que se ofrecieron voluntarias para las investigaciones fueron habituales incluso entre la prensa seria. ยซFrankenbebรฉsยป fue lo mรกs suave que se dijo.
Cuando las portadas mostraron que el fruto de lo que era definido como un experimento antinatural, lejos de ser un monstruo horroroso, era un bebรฉ adorable, la discusiรณn se esfumรณ como por ensalmo.

Montar una exposiciรณn sobre un logro como este, tan lleno de matices, obliga a una gran labor de sรญntesis para que quepa en el reducido espacio de una sala. Connie Orbach, su comisaria, tenรญa claro que habรญa un aspecto que debรญa estar presente sรญ o sรญ: el trabajo de Jean Purdy como una de las artรญfices de aquella primera inseminaciรณn viable. Hasta ahora, se reconocรญa sobre todo el papel de sus compaรฑeros Robert Edwards y Patrick Steptoe.
ยซEstรก claro que Purdy fue bรกsica para la fecundaciรณn in vitro (IVF)ยป, escribe Orbach en la web del museo, ยซpero incluso hoy su nombre raramente es mencionado. Cuando nos preguntamos por quรฉ pasa esto, podrรญamos atribuirlo a su trรกgica y temprana muerte en 1985, que cercenรณ su vida en su mejor momento y le impidiรณ participar en los muchos libros y documentales que vinieron despuรฉsยป.
ยซPero esta es, probablemente, solo una parte de la explicaciรณn. Patrick Steptoe falleciรณ en 1988, poco despuรฉs de Purdy, pero tambiรฉn mucho antes de que le fuera concedido el Premio Nobel a Robert Edwards por su trabajo en 2010. El nombre de Steptoe no parece haberse perdido en el transcurso del tiempo.ยป

La culpa del olvido no corresponde a sus compaรฑeros varones. Ellos mencionaban a Purdy cada vez que se planteaba un reconocimiento. Edwards, por ejemplo, batallรณ para que la placa que la Sociedad de Biologรญa les dedicรณ en la clรญnica de Bourn Hall en Cambridge, fundada por ellos, la incluyera. Pero su nombre no se grabรณ hasta 2015.
Este verano, Louise Brown y Grace MacDonald, madre del primer varรณn probeta, han descubierto una lรกpida nueva en la tumba de Purdy, reconociendo por fin su verdadero peso en la investigaciรณn (imagen que puede verse encabezando este artรญculo, por cortesรญa de Bourn Hall).
Un peso crucial. En 1968, Edwards y Steptoe solo tenรญan acceso a las tรฉcnicas que permitรญan extraer un รณvulo del cuerpo de una mujer para restituirlo una vez fecundado. Pero cรณmo lograr ese paso intermedio, la fecundaciรณn, se les escapaba: el mรฉtodo debรญa desarrollarse desde cero. Entonces Purdy fue contratada como tรฉcnica de laboratorio, pero enseguida se involucrรณ en todos los aspectos del proceso y se convirtiรณ en una figura clave durante los diez aรฑos que se tardรณ en alcanzar resultados viables.
Para delimitar de manera fundada la contribuciรณn de Purdy, la revista Reproductive Biomedicine & Society Online ha publicado un estudio en el que se analizan todos los datos disponibles sobre ese perรญodo, incluidos los diarios del equipo y hasta las minutas de gastos y comidas, para asรญ establecer quiรฉnes estaban presentes en cada una de las fases de un proceso que fue lento y, en muchos casos, frustrante.
A lo largo de todo ese tiempo, evidentemente, los tres fueron pasando por todo tipo de circunstancias personales que, en ocasiones, les hicieron alejarse temporalmente del laboratorio. La misma Purdy, por ejemplo, pasรณ varios meses cuidando de su madre, afectada por una enfermedad que terminarรญa con su vida, lo que la obligรณ a trasladarse a varios cientos de kilรณmetros de la clรญnica.
El dato mรกs contundente que arroja el estudio es que los รบnicos perรญodos en los que el trabajo se detenรญa eran cuando Purdy tenรญa que ausentarse. El resto de circunstancias, incluidas las operaciones de cadera de Steptoe o las obligaciones acadรฉmicas de Edwards, nunca llegaron a paralizar la actividad.

Por si esto no bastara, estรกn las 26 publicaciones acadรฉmicas firmadas por ella junto a Edwards, y que la reconocen como la primera persona en describir la formaciรณn del blastocito, el estado temprano del embriรณn humano que determina la viabilidad del futuro bebรฉ. O el hecho de que sus ojos fueron los primeros en observar la divisiรณn celular que nueve meses mรกs tarde se convertirรญa en Louise Brown, quien hoy se ha unido a la batalla para reivindicar su nombre.
Entonces, ยฟcuรกles son las razones de este olvido o de que, en todo caso, รบnicamente se le reconozca su contribuciรณn a tรญtulo de ยซenfermeraยป, ยซcomadronaยป o simplemente como ยซayudanteยป? Es inevitable volver a los roles que hoy siguen vigentes, y mucho mรกs hace cuatro dรฉcadas. Los periodistas tendรญan a reducir a cualquier mujer que pusiera el pie en un quirรณfano o un laboratorio a un papel secundario. Pero lo sorprendente es que, en 2018 y en plena revisiรณn del papel de las mujeres en la historia, este esfuerzo aรบn tenga que ser noticia.
ยซLa cooperaciรณn de Jean se volviรณ crucial. Ya no รฉramos sรณlo Patrick y yo. Nos habรญamos vuelto un trรญoยป. Esta frase del nobel Edwards en sus memorias habrรญa tenido que bastar para que el nombre de Purdy figurase desde hace aรฑos en el Olimpo de la medicina moderna. Sin embargo, la restituciรณn ha llegado cuando ninguno de los tres ha podido verlo.
En estos momentos, muchas mujeres trabajan integradas en equipos de laboratorio que firmarรกn los รฉxitos de las prรณximas dรฉcadas. Ojalรก ellas tengan mejor suerte.