No le llames pringado, que ya lo hace él. No le recuerdes que es maricón, que es algo que lleva bastante a gala. Juan Manuel Álvarez Useche se viste de insultos y los luce con cierta gracia. «Es que si lo normalizas tú, al final lo normaliza la gente», dice sin darle demasiada importancia. Su nombre en Instagram, Juanmaricón, no necesita de mucha explicación, pero aun así le preguntamos.
«Es una evolución de mi nombre, Juanma. Me lo llamaba una amiga, así que cuando pensé en abrirme una cuenta en Instagram, teniendo en cuenta que la iba a usar para promocionar ilustraciones que hablaran, desde el cachondeo, de temas LGBT, pensé: «lo tengo que usar»».
Eso sucedió hace un año. En ese momento, Juan Manuel, 16 años, maricón, artista y un tanto deprimido, decidió ponerse en serio con la ilustración. «Fue una manera de analizar y plasmar lo que me pasaba por la cabeza», recuerda; «estaba pasando por un mal momento y me ayudó bastante».
En un principio sus dibujos, quizá un poco demasiado sarcásticos, un poco demasiado pesimistas, no parecían conectar con sus seguidores, pero de repente hubo dos ilustraciones que lo cambiaron todo.
La primera reflejaba a Soy Una Pringada y Jedet, dos antinfluencers con cierta afinidad, si no estética, al menos discursiva, con este joven ilustrador. «Compartieron la ilustración y conseguí cierto público. Entonces empecé a usar esa audiencia para reivindicar».
Su segundo subidón de seguidores vino precisamente de la reivindicación. Un cartel callejero en el que se puede leer «Yo no soy homófobo» y del que penden tiras de papel con diferentes peros: pero a mí eso no me parece natural, pero que no se muestre en público, pero, a mí, ese que no me toque…
Álvarez Useche dibuja sobre feminismo y teoría queer. Le gusta mezclar activismo y cachondeo y no se anda con sutilezas. Quizá por eso le han cerrado la cuenta ya tres veces, la última hace apenas unos días. «Sí que puedo ser un poco ordinario, un poco explícito, y he tenido que cortarme un poco», reconoce.
Echando un vistazo a sus publicaciones no parece que lo haya hecho demasiado: sigue manteniendo el espíritu reivindicativo, el tono mamarracho y el lenguaje punki que tan bien le ha funcionado hasta ahora. Las campañas de acoso y report de los trolls y la moral mojigata de Instagram tampoco van a dictar de qué puede y no puede hablar. Ya ha vuelto a la carga y se ha abierto su cuarta cuenta.
Explica que con sus ilustraciones no solo pretende concienciar; también divertir e incluso enseñar. «Es curioso, pero mediante algunas puedes llegar a explicar ciertos conceptos», asevera. Él también aprendió de esa forma. Aprendió sobre feminismo y teoría queer no tanto buceando en libros como discutiendo y leyendo en Twitter.
Ahora parece haber digerido estos discursos y haberlos adaptado a otra red social más visual, ayudando a viralizar el mensaje en otros ecosistemas; a que otros aprendan como lo hizo él. En las redes sociales.
Pero no todo es mensaje y discurso. Sus dibujos se han ido perfeccionando con los meses, el cambio ha sido tan evidente que Álvarez Useche ha acabado revisando y repasando versiones antiguas. «Es que antes los hacía a mano y quedaba un acabado muy malo, hay que ser sinceros», reconoce. Así pues, se compró una tableta gráfica y aprendió de forma autodidacta. «Aún estoy haciéndolo», apostilla, «así que mejoro ilustración a ilustración».
[pullquote author=»Juanmaricón» tagline=»Ilustrador»]Hay que reivindicar y esto se puede hacer de muchas formas, con muchas voces [/pullquote]
Cabe aquí volver a recordar que este ilustrador tiene 17 años. El curso que viene, cuando termine el instituto, quiere estudiar Bellas Artes. «Es que tengo una pasión por el arte muy grande », apostilla, «de hecho lo utilizo mucho en mis ilustraciones, tiro mucho de apropiación de imágenes clásicas para adaptarlas a mi estilo».
Más allá de estos planes de estudio, Álvarez Useche no tiene mucho más definido. «Nunca me he planteado hacia dónde quiero ir, simplemente sigo actuando», resume. Sabe que seguirá trabajando el humor desde una perspectiva personal. Y cree que continuará con el activismo, al menos de momento.
«Creo que es necesario seguir reivindicando y luchando hasta que haya una igualdad real y esto todavía no ha pasado», explica. Él nunca ha tenido problemas, ni en su casa ni en su entorno, pero subraya las miradas subrepticias que atacan cuando dos personas del mismo sexo se cogen de la mano; recuerda las agresiones homófobas en alarmante aumento desde el pasado año en Madrid; defiende, convencido, que aún queda mucho por hacer.
«Hay que reivindicar y esto se puede hacer de muchas formas, con muchas voces», concluye. La suya es una más, una mamarracha y divertida, quizá, pero igualmente necesaria.