A veces, en grupos a partir de la tardotreintena, se escucha una conversación similar. Ya tienen una edad, la madurez les ha alcanzado y se plantean su futuro a largo plazo. Y allí, pasándolo bien entre cervezas, fantasean que, si algún día llegan a poder cobrar una jubilación, a lo mejor estaría bien hacerlo todos juntos, entre amigos, mejor que acabar en una residencia. Repetir esa tarde de cañas en sus años dorados. Una invocación del espíritu de Las chicas de oro y también el servicio que ofrece la empresa emergente barcelonesa Joyners.
Este proyecto, lanzado al público hace tres semanas, es como un Airbnb de la tercera edad. Los usuarios se apuntan a la web y realizan un test de afinidad. «¿Te gusta cenar solo o acompañado?¿Eres de estar en tu cuarto o en el salón?». Luego pueden buscar compañeros acordes y Joyners les ayuda a encontrar un piso adaptado, ademas de ofrecer servicios suplementarios como cuidados con persona interna, limpieza, cocina…. que al ser pagados entre varios se vuelven accesibles. Su modelo de negocio consistirá en quedarse sobre un 10% del total. Con unos 100 usuarios registrados, esperan concretar sus primeros hogares en unos 15 días.
Oriol de Pablo, uno de los tres fundadores, cuenta que la idea le vino gracias a su madre. Divorciada y recién jubilada, la casa familiar es «grande, bonita, con piscina», pero al pasar de los ingresos de médico a los de jubilada, «se le abría un nuevo horizonte hogar». «Se planteó poner en alquiler la vivienda, incluso vender, e irse a un piso en el centro de Barcelona», explica, «pero le daba un poco de pena». Así que se puso en contacto con un par de amigas en una situación similar y les propuso mudarse con ella para así compartir gastos y hacerse compañía.
A su hijo, que buscaba hacer algo para este sector poblacional, se le enciende la bombilla. «Mi madre estaba invocando el espíritu de Las chicas de oro y pensé que lo que era bueno para ella podía serlo también para otra mucha gente», razona. Es decir, estructurar esa fantasía, dar los medios para jubilarse entre amigos, evitando tanto las residencias como la soledad no buscada durante la senectud.
El segmento al que se dirige esta empresa está claramente en alza. El incremento en la esperanza de vida, la baja tasa de natalidad y la huida de la inmigración, está originando un aumento del envejecimiento de la población. Investigadores del CSIC estiman que para 2050, cuando esté acabando de jubilarse en masa la generación del baby boom, en España los mayores de 65 años serán más del 30% de la población y los octogenarios alcanzarán los cuatro millones.
Además hay que tener en cuenta que las pensiones cada vez tienen menos poder adquisitivo y lo que ofrece Joyners es significativamente más barato que las residencias. De Pablo pone como ejemplo dos opciones reales que están preparando para cuatro usuarios. Uno es un piso en la avenida Diagonal, «zona pata negra de Barcelona», con persona interna por 1.000 euros por cabeza. El otro es en Gabamar, al lado de la playa y con piscina, por 600 euros. En las residencias es muy difícil encontrar algo por menos de 1.500 euros y siempre alejadas del centro de las ciudades, al margen del drama emocional que supone para muchos tener que dejar allí a sus mayores.
«Nosotros hemos llegado aquí por el segmento, ya que pensamos que hay una gran insatisfacción», reflexiona De Pablo. Mientras la mayoría de los emprendedores están haciendo cosas para que los «jóvenes liguen y se vayan de copas», ellos buscan ser una respuesta «a uno de los mayores retos que tenemos como sociedad». Y lo resume en una frase: «Queremos dar por saco a las residencias».
A tomar por saco las residencias de ancianos
