‘El juego del calamar’ y otras ficciones de supervivencia

'El juego del calamar' y otras películas y series de ricos que disfrutan con el dolor y la muerte de los pobres
1 de noviembre de 2021
1 de noviembre de 2021
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El juego del calamar muestra que cuando una persona lo tiene todo, quizá el único placer que le queda es ver cómo otros pierden lo único que tienen: su vida. Esto no es nuevo. El placer que sienten los ricos por el sufrimiento de los pobres es una lacra antigua. Entre el 950 y 700 a.e.c. un judío anónimo escribió en los Libros de la Verdad (el Antiguo Testamento para los cristianos):

«Proverbios 17:5: El que se burla del pobre ofende a su Creador. El que se alegra de verlo sufrir no se librará del castigo».

Encontramos un antecedente histórico de El juego del calamar en la lucha de gladiadores de Roma. En ocasiones, los esclavos obligados a luchar combatían contra ciudadanos endeudados que buscaban una solución en la arena: pagar las deudas o librarse de ellas con la muerte.

El placer de las élites con la muerte ajena ha propiciado la caza de elefantes («el único pecado para el que puedes comprar una licencia», como decía Jeff Fahey en Cazador blanco, corazón negro); las ejecuciones públicas; las cámaras de gas y el turismo de guerra.

Por esto no desconcierta leer que cazar humanos será un pasatiempo para los ricos en 2200. Es una especulación de David Wright, profesor de turismo en la Universidad de Central Lancashire (Inglaterra). ¿Quién sabe? El público podría considerar que las muertes son gajes de un espectáculo televisivo igual que una parte de la sociedad considera admisible la muerte del toro y el torero en un espectáculo de sangre llamado arte porque la palabra «matanza» rezuma sangre.

Confiamos en que no haya caza de humanos, pero de haberla, las cadenas pugnarán por ofrecerla en exclusiva a sus abonados. Al menos así lo consideran gran parte de las películas que comentaremos en este artículo.

Por ahora, que sepamos, el placer de los ricos de cazar a pobres o ver cómo estos se matan entre sí solo está en los libros, las series y las películas. A continuación, recordaremos algunas ficciones destacables de las muchas que hay.

El malvado Zaroff (1932)

Joel McCrea y Leslie Banks en El malvado Zaroff
Joel McCrea y Leslie Banks en ‘El malvado Zaroff’

La primera película que trata la muerte como divertimento para ricos es The most dangerous game (1932) conocida en España como El malvado Zaroff. Este filme ha dado lugar a dos subgéneros: la caza humana y el juego mortal. En ambos subgéneros, los villanos son ricos ociosos: cazan pobres u organizan juegos mortales.

La producción está basada en un relato de Richard Connell (1924) y tiene como directores a Ernest B. Schoedsack (King Kong) e Irving Pichel. Una de tantas películas de sábado por la mañana, allá por los 80, que alentaron la cinefilia de una adolescencia madrugadora o con resaca.

El argumento es sencillo pero llamativo para su época: El conde Zaroff provoca naufragios para cazar a los supervivientes como si estos fueran animales.

Lo peculiar en El malvado Zaroff está en que la presa principal es otro cazador de caza mayor: el competente Joel McCrea, aunque Hitchcock lo consideraba un Gary Cooper de saldo.

En El malvado Zaroff aparece, aunque no por primera vez, una constante del cine de terror «y solo queda uno»: las víctimas son escogidas por sus vicios y pecados. En este caso, McCrea alardea de cazar por deporte con frases que parecen propias de un aficionado a la tauromaquia.

La tesis de El malvado Zaroff es contraria a la caza por diversión. La plantea uno de los personajes en los primeros minutos:

«Pienso en la inconsistencia de la civilización. La bestia de la selva mata para su sustento y la llamamos salvaje. El hombre mata solo por deporte y se llama civilizado… Es un poco contradictorio, ¿no?»

Los Simpson: La casa del árbol del terror XVI
Los Simpson: La casa del árbol del terror XVI

El malvado Zaroff ha inspirado directa e indirectamente distintas novelas, películas y un segmento de Los Simpson: «La casa del árbol del terror XVI». Entre las herederas directas están:

  • El juego de la supervivencia (1993), película aborrecida por la mayoría de los críticos y amada por el público que gusta del cine de acción de los 90. AquíIce-T, conocido principalmente por la serie Ley y orden, es guía de caza de un grupo de ricos y acaba siendo la presa.
  • Blanco Humano (1993) combina el estilismo del director John Woo (Cara a cara) con un Jean-Claude van Damme en auge. Aquí, los ricos cazan a excombatientes abocados a la mendicidad hasta que se topan con el ex-marine JVC.
  • The Hunt (2020) muestra como una élite caza a otra en una América post-Trump con un guion de Damon Lindelof (creador de las series Watchmen y Leftovers) y Nick Cuse, uno de sus colaboradores habituales.

También, por desgracia, El malvado Zaroff inspiró al Asesino del Zodiaco. Este criminal reprodujo en sus cartas a los periódicos una frase de Zaroff: 

«El hombre es el animal más peligroso de todos».

La influencia de El malvado Zaroff llega a nuestros días, aunque nos centraremos en el subgénero de juego mortal: el de parias compitiendo entre sí con la vida como premio.

Rollerball (1975)

James Caan en Rollerball
James Caan en ‘Rollerball’ (1975)

El año que Estados Unidos se lamía las heridas por la retirada de Vietnam se estrena la película Rollerball. Esta película predice un 2018 atestado de pantallas que emiten mentiras y espectáculos violentos 24 horas para los más de 7.000 millones de habitantes de la Tierra. (Es inevitable no pensar en las plataformas de emisión de cine y series por internet).

De todos los programas, el favorito del púbico y de las élites es rollerball, mezcla de carrera de relevos con bola metálica en lugar de testigo, lucha libre y baloncesto. Lo cierto es que a la audiencia no le importa qué equipo gane con tal de evadirse de la realidad con la sangre y la muerte ajena.

La película dirigida por Norman Jewison, al que convendría reivindicar, está interpretada por James Cann como veterano jugador de rollerball, un Juan Nadie que, a diferencia del héroe capriano, no gana el favor popular con discursos sino con la violencia.

Rollerball tiene el amargor del cine de los 70 que pinta un futuro con público abúlico que solo se agitaba observando, desde el sofá, una violencia sin sentido. (Recordemos que, en nuestros días, los docu-realities sobre personajes anónimos de la calle desaparecieron para dar paso a programas que reflejan la violencia en la conducción, en las calles y en la noche).

Perseguido (1987)

Arnold Schwarzenegger en Perseguido
Arnold Schwarzenegger en ‘Perseguido’

Stephen King predijo en la novela Perseguido (The running man) un 2017 en el que la policía no tiene como premisas servir y proteger, sino obedecer a las élites económicas y cargar contra clases bajas y medias empobrecidas que reclaman techo y comida.

La novela de King sirve como base para el guion de Steven E. de Souza (Jungla de cristal) que dirige Paul Michael Glaser, más conocido como Starsky en la serie Starsky y Hutch. 

E. de Souza se aparta de la novela para seguir, por un lado, la senda de El malvado Zaroff y por otro, la estela de Rollerball: la televisión intervenida por los Gobiernos y las corporaciones emite programas violentos con el fin de idiotizar a la audiencia. En Perseguido, el juego es Running Man; el mecanismo del juego es simple: los concursantes, presidiarios forzados a participar, deben escapar de asesinos profesionales.

El protagonista es Arnold Schwarzenegger, un policía que se niega a disparar contra una multitud hambrienta que finalmente acaba masacrada por otros policías. La desobediencia conduce a Schwarzenegger a prisión como cabeza de turco por la matanza que pretendía evitar. Aquí está otra predicción de King: los medios de comunicación propagan informaciones que no contrastan y cuando no, fabrican noticias. Todo por la audiencia. Más tarde, Schwarzenegger es obligado a participar en el programa-concurso The Running Man que se emite en directo.

 Battle Royale (2000)

Battle Royale
‘Battle Royale’

1997. Japón es un estado fascista. Ante la creciente violencia en las escuelas, el Gobierno se deshace de miles de alumnos obligándolos a participar en un juego en el que solo puede quedar una persona viva. Este es el argumento de la novela de Koushun Takami adaptada al cine un año después con dirección de Kinji Fukasaku, veterano del género de acción, que llegó a trabajar para Hollywood.

Una película polémica por la violencia explícita ejercida por adolescentes que ha dado lugar al nacimiento de un subgénero entre la acción y el terror llamado, con justicia, battle royal. En este subgénero están encuadradas producciones como Los juegos del hambre, Alice in Borderland y El juego del calamar.

Su influencia es innegable, pero pocos saben que Takami toma como inspiración la novela La larga marcha, de Stephen King, y una visión entre el sueño y la vigilia. En esta visión aparece un profesor diciendo:

«Escuchad, clase. ¡Ahora, voy a hacer que se maten el uno al otro!».

¿Se puede evitar imaginar a Takeshi Kitano como profesor?

Previamente, Takami había leído La larga marcha que Stephen King publicó bajo el nombre de Richard Bachman en 1979. En ella retrata a Estados Unidos como un país totalitario que obliga a los adolescentes a participar en una carrera mortal. La violencia televisada patrocinada por las marcas es un constante de King.

Los juegos del hambre (2012)

Jennifer Lawrecence en Los juegos del hambre
Jennifer Lawrence en ‘Los juegos del hambre’

Los juegos del hambre retratan un futuro que de alguna manera recuerda nuestro presente. Hasta aquí, la novela de Suzanne Collins y la película posterior no difieren de otras apuestas de ciencia ficción. La novedad está en una protagonista, Jennifer Laurence, que se ofrece voluntaria para ocupar el lugar de su hermana.

Recordemos:

Arnold Schwarzenegger no participa en la masacre de Running Man, pero pertenece a las fuerzas de opresión. La prueba: los compañeros no dudan en obedecer a las élites. De alguna manera, Schwarzenegger es tan culpable como el cazador cazado de El Malvado Zaroff; James Cann en Rollerball, que participa en un juego violento que idiotiza a la población; y Van Damme, que ha participado en la invasión de países. En Battle Royale hay adolescentes inocentes, pero ninguno hace el sacrificio de Jennifer Laurence en Los juegos del hambre. No es raro que su decisión la convierta en la atención de la audiencia del programa y las élites: el sacrificio parece un concepto olvidado. Y justo por esto el público que ve la película empatiza pronto con ella.

El juego del calamar

El juego del calamar
El juego del calamar

La serie creada por Hwang Dong-hyuk sigue la premisa del cine y las series de terror «y solo queda uno»: muchas de las víctimas lo son por sus pecados: robo, estafa, malversación, violencia… Los delitos y faltas colocan al público en una situación difícil en las primeras escenas de presentación de los personajes. La suerte de los personajes resulta tan indiferente como la suerte de miembros de una hermandad universitaria asesinados por un psicópata con cuchillo.

Poco a poco, y gracias a pequeños detalles, el público siente simpatía con algunos participantes. Además, frente a ellos hay una poderosa organización que goza con el espectáculo de ver a los pobres muriendo cruelmente y de manera estúpida o sobreviviendo a costa de los demás.

Las películas y series mencionadas crean una paradoja. Es cierto que a través del espectáculo se critica la caza humana o cómo los ricos disfrutan fomentado la violencia entre los desheredados del sistema, pero nosotros, el público, sentimos placer con las escenas de violencia. La inconsistencia de la civilización.

 

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