Hace años que Julie Doucet (Canadá, 1965) ya no dibuja tebeos. Sin embargo, su influencia como autora persiste en los trabajos de figuras como Chester Brown, Marjane Satrapi, Joe Matt o Powerpaola, e incluso Michel Gondry, quienes reconocen que sus historias sobre su vida en Nueva York, sus experiencias sexuales, sus sueños, las relaciones de pareja y los gatos han sido una fuente de inspiración para sus propias carreras.
A pesar de que razones como estas eran más que suficientes como para que su obra estuviera editada en castellano desde hacía años, no ha sido hasta 2015 cuando la editorial Fulgencio Pimentel ha publicado en nuestro país dos volúmenes (el segundo de próxima aparición) con toda la obra de Doucet. Una labor editorial épica que incluso ha sorprendido a la propia interesada.
«Me sentí extremadamente feliz con el proyecto de Fulgencio Pimentel. Enormemente contenta, porque no hay un proyecto semejante que complete todo mi trabajo en ningún otro idioma», reconocía Doucet, que comenzó a dibujar tebeos cuando era estudiante de Bellas Artes en Canadá «porque era una manera de experimentar. Me gustaba mucho la sensación de libertad, la sencillez de necesitar únicamente tinta y papel. Por esa época no había editores en la región de Québec. No había esperanza de publicar. No había nada. Así que se puede decir que comencé a dibujar porque me gustaba mucho, y porque no encajaba en el grupo de aquellos que hacían arte».
No era la primera vez que Doucet se sentía extraña en los ambientes en los que se movía. Su infancia en un colegio de monjas no fue precisamente un paraíso. «Fue espantoso. Principalmente porque era una escuela solo para chicas. Mis padres se acababan de divorciar y mi padre se había mudado al campo, a un lugar perdido en mitad de una carretera mugrienta donde me tocaba ir cada maldito fin de semana. Ese colegio provocó que durante todos esos años ni siquiera pudiera hablar con un chico. Lo peor es que mis padres no eran religiosos, ni siquiera un poco, y esa experiencia me hizo odiar la religión católica, todas las religiones. Supongo que también me hizo un poco más rebelde».
En una infancia marcada por la encorsetada doctrina católica, la lectura de tebeos fue un modo de evasión para Doucet, quien, por la francofonía de Canadá, estuvo muy influenciada por la escuela francesa y belga.
«Crecí leyendo los grandes clásicos como Tintin, Astérix, Lucky Luke, Philemon… Descubrí el cómic underground americano muy tarde, cuando ya era dibujante de tebeos. También me gustaba F’Murr. Me encantaba su estilo de dibujar, que es muy redondeado, y me encantaba también su personaje femenino, lo digo en singular porque solo tenía uno. Realmente fue el primer personaje femenino con el que me pude identificar en el mundo del tebeo».
Los personajes femeninos son claves en la obra de Doucet. Primero porque muchos de sus tebeos cuentan retazos de su vida. Después, porque su forma de tratarlos se aleja de los tópicos habituales en este tipo de productos.
Las mujeres en su obra actúan y protagonizan situaciones más allá de los roles de género y de las convenciones sociales de sesgo patriarcal. Una actitud que ha abierto caminos que ahora exploran otras autoras más jóvenes y que empieza a cuestionar esa hegemonía que el sexo masculino acostumbraba disfrutar en el mundo del tebeo.
«Cuando los hombres hablan de su vida cotidiana en los cómics se consideran cómics sin adjetivos, pero cuando lo hacen las mujeres entonces estamos ante “cómics femeninos” o “cómics feministas”. Creo que eso es porque, como se suele decir, el cuerpo de la mujer es política, mientras que el cuerpo de un hombre blanco heterosexual no lo es. Por otra parte, no creo que haya un “cómic femenino” o “feminista”, sino que es la industria, dominada mayoritariamente por los hombres, la que han creado ese gueto del cómic de mujeres».
Julie Doucet siempre se ha mantenido al margen de la industria editorial. Sus trabajos se dieron a conocer a través de fanzines producidos por ella misma y actualmente tiene su propia editorial, Le Pantalitaire, que, como sucede con Traditional Comics de Benjamin Marra, solo cuenta con un dibujante en plantilla. En este caso, la propia Doucet.
«Le Pantalitaire es una especie de broma, porque es un proyecto editorial microscópico. Soy yo misma la que voy a la imprenta, lo hago todo yo… Es mucho trabajo pero también mucha diversión».
Sin embargo, no será Le Pantalitaire la editorial que publique la nueva aventura gráfica de Doucet, alejada ya del mundo de las viñetas por decisión propia y volcada más en la ilustración, la animación o la experimentación gráfica.
«Ya he tenido bastante de los pequeños marquitos cuadrados. La escena del tebeo actual no tiene una mente tan abierta como en el pasado y, por tanto, no me interesa mucho. Sí que me interesan aquellas cosas que son más experimentales, por eso he preferido probar algo diferente, otras formas de arte. Ahora estoy trabajando en una fotonovela-collage. Se publicará en mayo del 2016 por Drawn & Quaterly y los textos están escritos con palabras recortadas de antiguas revistas femeninas. Quise publicarlo yo pero las imágenes no quedaban muy bien cuando las imprimía con risografía o serigrafía. Como no tenía dinero para pagar una imprenta, fui a D&Q, les gustó, y… eso».
¡ÚLTIMA HORA!¡ÚLTIMA HORA! ¡ÚLTIMA HORA!:
Desde la editorial Fulgencio Pimentel nos comunican que, de manera excepcional y en exclusiva para la editorial riojana, Julie Doucet retomará los lápices y los pinceles para hacer un cómic en exclusiva que pondrá punto y final a sus obra tebeística y se incluirá en el segundo volumen de sus obras completas.
Julie Doucet: pionera del cómic autobiográfico
