Recientemente, unos investigadores de la Universidad de Texas, en Galveston, han completado un estudio según el cual la feromona androstenol, presente en las glándulas sudoríparas y salivares de los machos de muchas especies animales, incluidos los humanos, provoca una estimulación sexual inconsciente en las hembras.
Seguidamente, los prestigiosos científicos emprendieron un experimento para corroborar empíricamente su teoría: rociaron un asiento de la sala de espera de un dentista con un compuesto con base de androstenol.
Me ha gustado mucho el cuento