Justicia poética para el ‘Guernica olvidado’ de Ibarrola

Este 2021 se celebra el 40º aniversario de la llegada del Guernica de Picasso a Madrid. Fue el 10 de septiembre de 1981 cuando aterrizó un Boeing 747 en Barajas con esta obra maestra de la cultura universal, reflejo excelso y desgarrador del bombardeo de la ciudad de Guernica el 26 de abril de 1937 durante la Guerra Civil española.

Hasta entonces, el icono de la barbarie había estado expuesto en el MoMA de Nueva York desde 1939, luego en el Casón del Buen Retiro del Museo del Prado y, ya en 1992, recala en el Museo Reina Sofía. Así que todo aquel que quiera experimentar su propio síndrome de Stendhal ya sabe dónde acudir hoy mismo. Pero también puede visitar IFEMA estos días. Muy atentos: aquí es donde emerge la figura del artista vasco Agustín Ibarrola (Bilbao, 1930). Un hito.

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«Estamos convencidos de que vivimos un momento histórico con la exposición. Cuando una pieza de esta trascendencia se presenta en público, nos dolería en el alma que se guardara de nuevo en un almacén», apunta  José de la Mano, responsable de la galería homónima que muestra en ARCOmadrid —del 7 al 11 de julio— la gran obra olvidada de Ibarrola: Gernika Gernikara, su Guernica para Gernika. Un lienzo monumental de 10 metros de largo por 2 metros de altura. Una joya desaparecida durante cuatro décadas, que se dice pronto.

Curiosamente, una carambola temporal brinda a esta historia fascinante cierta justicia poética y un empaque redondo en el calendario. A ver si queda claro: el Guernica de Picasso data de 1937; Ibarrola pintó su particular Guernica en 1977, justo 40 años después, pero la última vez que lo mostró públicamente fue en 1981, ya que luego permaneció guardado en su taller del caserío en el bosque de Oma. Y este 2021 —recordemos, para cerrar el círculo— se cumple el 40º aniversario de la llegada a Madrid de aquel avión con el Guernica de Picasso.

Casualidades de la vida, la efeméride coincide con la presentación en ARCOmadrid de este Guernica para Gernika de Ibarrola. Un trabajo pensado para acompañar y ensalzar la obra de Picasso, pero que jamás compartió su camino. Y no será porque no se intentó. Varios artistas e intelectuales vascos —con Ibarrola al frente— promovieron una campaña para instalar el Guernica de Picasso —entonces en el MoMA neoyorquino— en la villa vizcaína que le da nombre.

Querían levantar un museo de referencia en torno al cuadro del genio malagueño sumando otras propuestas contemporáneas. Ahí fue cuando Ibarrola se obsesionó y abordó su propia versión en 1977, con diez paneles vigorosos que aúnan figuración y geometría y desprenden fervor por el original.

Pero, entonces, aquel periplo no terminó como se esperaba. El Gernika Gernikara de Ibarrola se vio en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, también en el Ayuntamiento de Barakaldo y —allá por 1981— en la Sala de Arte de la Caja Laboral Popular de Bilbao. Nunca en aquel centro soñado en honor al Guernica de Picasso. Y cuando la obra maestra aterriza en España y se expone en Madrid, el ansiado proyecto en la otrora ciudad asediada se desvanece.

«Agustín Ibarrola es un activista del arte. Va generando continuamente trabajos nuevos y se desvinculó poco a poco», comenta José de la Mano, cuya galería se funda en 2005 con vocación de recuperar la memoria artística en diferentes ámbitos. Y prosigue: «Esto les pasa a muchos artistas, que al final les interesa lo que hacen en cada momento. Y Agustín, perdida la causa de que el Guernica fuera allí, guardó la obra hasta que ha venido un galerista de Madrid a rescatarla».

El experto no oculta su emoción por este hallazgo: «Los directores de la galería somos historiadores y en nuestros proyectos pesa mucho el hecho de que esto sea histórico en unos diez años. Sabemos que esto pasará a la historia del arte y que acabará en un gran museo. Y hemos tenido la suerte de descubrirlo».

Porque, como en tantas grandes ocasiones, todo surgió fortuitamente. José de la Mano preparaba una exposición sobre Ibarrola —«uno de los exponentes claves y de los artistas más comprometidos en la historia del arte español», afirma— cuando se topó, mirando una vieja foto, con este Guernica olvidado. Contactó con la familia y conoció todo el relato de Gernika Gernikara. Un antes y un después.

Conclusión: la sombra de Ibarrola, como la de su admirado Picasso, será más alargada que nunca. ¿Dónde? En el puesto de la galería José de la Mano en ARCOmadrid 2021. Acaso una edición inolvidable: como este Gernika Gernikara que nuevamente busca su sitio. La quimera sigue viva. 

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