La carrera espacial se pone bohemia

Nombre del satélite: Ulises I
Fecha de lanzamiento estimada: 15 de enero de 2015
Trayectoria: Cuatro meses de duración. En órbita polar de 300 kilómetros
Misión: «Comprobar que la realidad puede ser cambiada. Que si un grupo de ciudadanos puede llegar al espacio, cualquier mexicano con verdadera intención puede alcanzar sus metas y marcar la diferencia», dice Juan José Díaz Infante, artista convertido en director de aventura espacial.
70 años después del lanzamiento del Sputnik (1957), México se siente preparada para adherirse a la carrera espacial. En ésta salen con ventaja, porque le han cambiado las reglas: Aunque la iniciativa del Ulises I puede presumirse esbozada por una institución en la ingeniería aeronáutica, tiene unos padres mucho más bohemios que eso. La criatura intergaláctica la quiere lanzar un grupo civil llamado Colectivo Espacial Mexicano en nombre del país azteca.
«Somos un grupo de artistas que empezamos en 2010 con la idea de transformar la realidad. México estaba inmerso en la guerra contra en narco, era una realidad poco conveniente para todos. Así que decidimos que si once artistas podíamos realizar una misión al espacio, desde el punto de vista ciudadano, sería una prueba y una acción poética que mostraba que la realidad puede ser cambiada. Ahora, cuatro años después, somos un equipo de 45 personas, seis instituciones, ingenieros, artistas, poetas , escritores, músicos….», cuenta el génesis del proyecto Díaz Infante.

Evidentemente, que nadie esperase que el nanosatélite engendrado por estos creadores se dedicará a las ciencias. Ha salido músico. La misión que tendrá el Ulises I durante sus cuatro meses de vida será transmitir por la banda civil de 433 MHz, es decir, para la gente y no para los militares y las agencias espaciales, música de artistas como Arturo Márquez, Ramsés Luna, Arcángel Constantini, Gilberto Esparza, Tito Rivas, Iván Puig, Marcela Armas, Omar Gasca, el grupo Cabezas de Cera, Hugo Solís y Ariel Guzik.
«Es una misión al espacio», dice el director, «pero diseñamos un nanosatélite que es además una pieza de arte y el primer lanzamiento realizado por ciudadanos». Según el colectivo el aparato tiene un beneficio social por «ser un semillero de talento y actitudes que impulsarán una nueva industria; un proceso social que establece el mejor ejemplo de la manera de ciudadanizar la ciencia; y un sistema plural de trabajo y de éxito en equipo». «La población adueñándose de la tecnología», resume su presentación.
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Un traspiés ha hecho que el proyecto, además de ser adalid de la sociedad civil, también tenga que nutrirse de su apoyo económico. A pesar del apoyo e interés que ha mostrado la comunidad científica desde instituciones como el Comité Cultural de la Federación Astronáutica Internacional, la UNAM o el MIT, que valoraron que el proyecto del colectivo estuviera rompiendo los moldes de la funcionalidad de los satélites, el patrocinador más importante que poseían abandonó cuando ya todo estaba hecho. Por eso ahora pretenden financiar el lanzamiento a través de la plataforma de crowdfunding Indiegogo. «Estamos en la etapa final: el lanzamiento al espacio se llevaría a cabo cinco meses después de la entrega del satélite a la Agencia Espacial Japonesa el próximo agosto. El 98% del trabajo está realizado», solicita el colectivo aportes en nombre del arte científico.
Díaz Infante está convencido de que poner al Ulises I en lo más lejano de la atmósfera terrestre es «un logro colectivo para el mundo». «Ciudadanos que de la mano con instituciones han querido llegar al espacio», esgrime. Su opinión es que «hay gente que cree que hay cosas que son imposibles, que el cielo es el límite», ellos saben que «los límites están para ser sobrepasados».
«Vamos a hacer que el mundo nos escuche».
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