Viendo las ilustraciones de Iker Ayestarán uno parece haber viajado en el tiempo. Como si de pronto estuvieras en en los 60 paseando por Madison Avenue leyendo The New Yorker. Cuando ir con sombrero no era cosa de hipsters sino de tipos elegantes de verdad. Pero es que el estilo no pasa de moda.
Ayestarán estudió en la Escuela de Artes Aplicadas de San Sebastián y luego hizo fotografía. Pero a la hora de ilustrar, se considera autodidacta. Dice que tiene una lista interminable de artistas que le han influenciado, pero destaca a Steinberg, Bass, Miroslav Sasek, Alice y Martin Provensen, Olle Eksell, Julián Santamaría, Manolo Prieto, Jon Klassen o Fermín Garbayo. Todos autores de ilustraciones con las que nos hemos topado alguna vez, todos con un gusto exquisito. Eso además del cine, la gráfica, la fotografía, el cartelismo polaco y el moderno francés.
El trabajo de Iker es sobre todo para prensa y revistas, nacionales e internacionales. Normalmente empieza garabateando en los mismos artículos impresos que le mandan para ilustrar. Si la entrega es para un medio internacional, trabaja más el boceto a lápiz para continuar vectorizándolo y coloreando en el ordenador.
En un futuro más o menos cercano, pretende reunir sus dibujos manuales no publicados en un libro y realizar otra recopilación, con los publicados en editoriales. También, quiere seguir trabajando sus esculturas, dos de las cuales fueron recientemente seleccionadas por El Grupo Cortefiel para decorar sus escaparates. Además, no le importaría volver a animar alguno de sus trabajos como ya lo hizo para el programa de cocina de Arguiñano. Todo con elegancia y mucho fundamento.