Cuando alguien pregunta si es guapo y le responden «es simpático», no insiste. La respuesta es clara: nadie recuerda guapos simpáticos en ese momento. Con las mascotas deportivas ocurre algo similar; cuesta llamarlas feas sin resaltar que tienen cierto encanto. Por eso, tampoco puede decirse que sean feas a rabiar. Quizá porque en algún momento formaron parte de la infancia de tantos, es difícil asegurar que Curro, Cobi o Naranjito son simplemente horrendos.
Al final, cuando alguien se burla de ellos con cierto cariño lo hace inevitablemente desde el amor propio. Es algo que brota al rememorar aquella infancia difusa que con el tiempo adquiere los tonos de una polaroid y muestra camisetas manchadas con una de esas cantimploras de colores radiactivos y sabor a muerte dulce.
El año pasado, Marca eligió a la mascota más fea del mundo y no la más bonita. ¿Casualidad o causalidad? El premio se lo llevó Roelio, la mascota del Pontevedra FC que para los niños es un hueso adorable y para los adultos… un monstruo fálico que camina por el estadio aireando lo demás con una inquietante mueca. Y aun así es adorable.
Lo de Roelio no es grave porque lo diseñó un niño, aunque fuese un adulto quien creó la mascota definitiva. También porque su propia afición le adora, como debe ser. Para algo lo diseñaron, al fin y al cabo. Lo que no es normal es lo de Kingsley, la mascota del equipo escocés Partick Thistle que, lejos de animar a su propia afición, la asusta.
Kiko Volta es el señor que da vida a Roelio, que se mete dentro del traje y recibe las ovaciones y el cariño de aficionados y hasta de los contrincantes. «Feo será, pero simpático donde los haya», dijo el verdadero Roelio en una entrevista.
Dr. Lupo y Nasken imaginaron qué habría sido de las mascotas deportivas de los años 90. Por eso crearon Viejas glorias, un diseño que estamparon en camisetas y bolsas en las que Curro, Cobi y Naranjito se calientan en torno a un bidón con aspecto mendicante. Como si hubiesen sido explotados por sus padres y arrastrados al olvido, les convirtieron, así, en los juguetes rotos del mundo de las mascotas deportivas.
A pesar de ser el creador de esta imagen tan apocalíptica, Dr. Lupo reconoce la ternura que despiertan estas mascotas en toda una generación que creció con ellas: «La palabra para definirlos es ‘horteras‘, pero a pesar de ello todos les recordamos con mucho cariño».
No obstante (o por eso), no pudo evitar imaginar un futuro catastrófico para ellos: «Aun con todo el afecto pienso en qué sería de estos pequeños monstruitos a día de hoy si formaran parte de nuestro mundo: cual actores infantiles ya crecidos y apartados de la forma más cruel del sueño americano, me los imagino frente a un bidón prendido, con sus ropajes llenos de harapos, intentando recordar mejores tiempos; tiempos en los que no éramos tan cool ni tan vanguardistas pero en los que derrochábamos desparpajo por los cuatro costados y nuestras creaciones tenían alma».
Por un momento parecía que los diseñadores de Viejas glorias habían sido unos visionarios. Javier Mariscal, el diseñador de Cobi, anunció hace unos meses que estaba arruinado. Entonces empezaron a lloverle ofertas de trabajo y mensajes que lamentaban su situación e intentaban ayudarle de un modo u otro a salir de la mendicidad. Pero no fue más que parte de una personalidad que disfruta dando que hablar.
Cobi no cayó muy bien al principio, pero poco a poco se fue ganando al público y hasta protagonizó una serie de animación. Era un perro antropomórfico que venía a romper la idea de mascota deportiva entrañable.
Si las otras creaciones de Mariscal merecen la pena, si él mismo dibujó Chico y Rita, ¿por qué Cobi era tan feo? La irrupción de Cobi no fue bien avenida entre otras razones porque, según dijo su creador a EFE, «antes de Cobi había una dictadura estética impuesta por Disney».
[pullquote author=»El Reno Renardo»]Naranjito y su pandilla no merecen otra cosa que la muerte[/pullquote]
Si no era tan feo, ¿por qué se parecía tanto a otras mascotas horribles? Cobi, podría decirse, es el padre de las mascotas que han logrado combinar la fealdad con el carisma. Marcó la ruptura entre la mascota entrañable tradicional y la mascota que hoy se tiende a tildar de fea. Pero ese no fue su único mérito; también se convirtió en el más rentable entre los de su especie hasta entonces.
Como si la fealdad fuera un requisito para diseñar mascotas deportivas, no es difícil imaginar a quiénes se refiere El Reno Renardo cuando habla de la pandilla de Naranjito. La mascota del Mundial de Fútbol de 1982 tampoco lo tuvo fácil cuando hizo su aparición. Y eso que Naranjito, que nació una década antes que Cobi y Curro, todavía era tildado de mascota dulce. Sus amigos no son fruto de la dejadez, hay una intención en todos ellos.
Si Cobi venía a romper los esquemas impuestos, Curro es el resultado de más de doscientos bocetos que Heinz Edelmann destrozó hasta llegar a lo que buscaba: un símbolo de libertad. ¿Por qué lo remató con esa nariz de colores? Pues porque era igual de libre que su creación: porque le dio la gana.
¿Curro mascota deportiva? ¿Desde cuando?
Cierto. Debería haber aclarado que Curro es la excepción, aunque forma parte de esa cuadrilla de mascotas de los 90 ‘feas’ pero entrañables, no es realmente deportiva.
[…] Vinyl […]