Los jevis โy escribo jevi asรญ por el extra de entraรฑabilidadโ son un pueblo fiel y comprometido por naturaleza. El que se hace jevi muere con el hacha en la mano y poco importa que, tras la universidad, se haya tenido que cortar el pelo y haya encontrado acomodo en la secciรณn de ventas de una multinacional. El rollo jevi sigue ahรญ dentro y, llegado el momento, cuando haya concierto, Martรญnez se quitarรก la camisa Oxford y volverรก a calzarse la camiseta del The number of the beast. Porque un jevi va a los conciertos de sus bandas por militancia, porque hay que hacer lo correcto y porque ser jevi es religiรณn.
El jevi nunca dejarรก de estar de moda porque el jevi nunca estuvo de moda. Sin embargo, siempre estuvo ahรญ. Mientras nacรญan fenรณmenos e iban quedando cadรกveres musicales en las cunetas de los caminos de las tendencias, los jevis sonreรญan sentados bajo un รกrbol, como el que se sabe inmortal, eterno y de corazรณn puro.
El jevi, sin embargo, no es un ser humano cuya historia haya estado exenta de problemas. El mayor llegรณ en 1983, con el lanzamiento de Shout at the devil, de Mรถtley Crรผe, y podrรญamos bautizarlo como el Lacagate.
En Espaรฑa, la laca ya era religiรณn. Rocรญo Jurado y tu abuela la usaban con afinada maestrรญa. Pero ver, en los aรฑos del agujero de la capa de ozono, a esos dioses del metal sonando como dioses del metal, pero con voluminosas cabelleras cardadas y cargadas de laca producรญa cierto desasosiego. Mรกs aรบn cuando la imagen proyectada era de una estรฉtica con cierta ambigรผedad sexual, sabiendo todos con certeza que, ademรกs, el รบnico objetivo de la vida de Mรถtley Crรผe era yacer con cuantas mรกs mujeres, mejor. Y asรญ ocurrรญa. No con Rob Halford, como supimos mรกs tarde.
El jevi medio resistiรณ a estos embates de la laca a su propia esencia e identidad. Fueron juncos que, arrasados por la marea de laca, resistieron estoicos y sobrevivieron al temporal de CFC. No siempre rescatan esa รฉpoca con orgullo. Pero sobrevivieron, y eso es lo que cuenta.
La prรณxima vez que observes con condescendencia a un grupo de jevis cincuentones que van a un concierto de Iron Maiden mientras escuchas en tu iPhone X el รบltimo disco de los Killers, recuerda que es posible que sean satรกnicos y tengan un hacha en casa. Es decir, pueden acabar con tu cuerpo y con tu alma. Y si escuchas a los Killers, te lo habrรกs buscado.