Mucho antes de que los muros comisionados fuesen parte de la cultura popular, existía en Madrid una pared con un mural enorme y solo dos colores. El artista no tenía un alias ni venía del mundo del graffiti. David Navascues estudió diseño gráfico en Barcelona y aquel muro de la calle Agustin de Bethancourt, cerca de Nuevos Ministerios, fue un encargo de 1999 para embellecer una fachada fea a cambio de la colocación de un soporte publicitario sobre la misma.
Navascues accedió, al fin y al cabo no se tiene todos los días la oportunidad de pintar un lienzo tan grande, y aunque nunca más realizó otro como aquel, este sigue vivo más de diez años después. “Aquél estilo más o menos se acabó con ese mural; previo a eso, había estado dibujando de esa manera como loco, llenando cuadernos y cuadernos con esas figuras. Actualmente lo miro y me parece que ha envejecido bastante bien”, explica el artista.
Navascues es Donostiarra y su trabajo, con un estilo de ilustración manual y un uso de colores restringido por una paleta impuesta por él mismo, es muy reconocible y se ha visto en posters y publicidad. Ganó varios veces el concurso de carteles del festival de Jazz de San Sebastián e incluso con uno de esos trabajos, consiguió el premio Marc Martí de diseño.
La presencia de la música, sobre todo negra, ha sido una influencia muy importante en toda su carrera. Y además de los carteles para festivales y conciertos, sus ilustraciones eran populares en los flyers del Etxekalte, un conocido garito donostiarra en el que siempre se pincha buena música. “En estos ultimos años el arte urbano esta presente en mis obras aunque como siempre, la música negra, soul, jazz, reggae, hip-hop son mis influencias”, apuntilla el donostiarra.
Actualmente sigue dedicándose a la ilustración pero además de trabajos comerciales hace mucha obra personal “más con la crisis”, comenta. Además, está preparando una tienda on-line para vender láminas de calidad con sus imágenes. Y en cuanto a encargos, acaba de participar en un libro de arte para Lâncome que se ha hecho entre Nueva York y París.
Mientras tanto, su mural de Bethancourt sigue viendo la vida pasar.