Ahora que ya llevamos un rato de 2014, merece la pena revisar los propósitos que te marcaste cuando sonaron las 12 campanadas y lograste comer las uvas sin atragantarte. Seguramente no has dejado de fumar, sigues trabajando mucho y la suscripción al gimnasio les ha salido mejor a los dueños que a ti. Pero, ¿y los pequeños objetivos que te propusimos en nuestro calendario?
Tras buscar el lado creativo de las cosas, toca moverse otra vez con la ilusión de un niño.
No tienes que pringarte de plastilina, pintar las paredes blancas de pintura azul o quedarte en la cama mientras gritas que no quieres ir al cole. Lo que el dibujo de Emo Díaz nos propone es un viaje al pasado, a esos años en los que nos ilusionábamos con todo y hasta una caja de cartón servía como nave espacial, casa de té o simplemente para escondernos y darle un susto a un familiar.
Así que, cuando salgas a la calle y tengas que sortear señoras y señores para llegar a tiempo al trabajo, tomatelo como un juego de velocidad. ¿Qué es la quinta vez hoy que tienes que hacer ese procedimiento tan mecánico? Establécete marcas y trata de superarte a ti mismo. Afronta cada gran y pequeño reto con ojos nuevos.
La propuesta de Emo Díaz, preñada de objetos como Mr. Potato, Curro, una cinta VHS o unas zapatillas Victoria que cualquier treintañero reclamará como territorio de su infancia, propone recuperar «la ilusión en cada pequeña cosa que hagas» y anotarlo, «cada día, en las líneas del calendario».
Desde luego, mucho más divertido que ir al gimnasio.
¡Ah! Por supuesto, si quieres hacerte con el calendario y el ejemplar de enero de Yorokobu, lo tenemos al precio de siempre y sin gastos de envío en este enlace de nuestra tienda.
La infancia para Yorokobu y Emo Díaz
