“Dentro del aula, refúgiese debajo de un pupitre, una mesa, un banco o cualquier mueble resistente capaz de soportar el peso de los escombros que pudieran caer del techo o las paredes. Estos escombros son la causa de la mayoría de las víctimas de un terremoto”, explica el plan de emergencias de la Comisión Nacional de Riesgos y Emergencias de Costa Rica, que ve en esta práctica uno de los principios básicos en caso de terremoto. Sin ir más lejos, una buena parte de los alrededor de 10.000 muertos que provocan cada año los seísmos mueren a consecuencia del impacto de los escombros, aplastados bajo el enorme peso de unas construcciones todavía no aptas para este tipo de fenómenos.
Así se explica la catástrofe de Haití de hace solo 3 años, en la que perecieron más de 300.000 personas. En ese entonces, al otro lado del mundo, en Israel, el estudiante de diseño Arthur Brutter se encontraba sumergido en la búsqueda y desarrollo de un objeto que pudiese utilizarse en caso de desastres naturales, cuando las imágenes de un colegio destruido en Haití le sirvieron como fuente de inspiración.
“Me había reunido con el equipo de rescate del IDF (Ejército de Israel), que tienen mucha experiencia en el campo de los terremotos. Sin embargo, no fue hasta que pude ver unas imágenes del terremoto de Haití que empecé con la idea de la mesa. En una de las fotografías, se veía una escuela que había quedado aplastada bajo los escombros y sin supervivientes”, relata Brutter. Esa imagen sería el comienzo de un proyecto que le llevaría a asociarse con su entonces profesor de la Academia de Arte y Diseño Bezalel, Jerusalén, Ido Bruno y que ha dado forma a esta mesa, la primera a prueba de terremotos.
Concebida especialmente para todos aquellos que viven en zonas de riesgo sísmico, la mesa está creada a partir de unos parámetros geométricos que permiten distribuir el peso de manera regular por toda la superficie.
“Hemos querido aprovechar la energía del objeto que cae sobre la mesa, absorbiéndola y transformándola. De hecho, cuando este impacta sobre la superficie, el mecanismo de la mesa consigue que los escombros salgan hacia los lados, manteniendo su forma original”, explica Butter. Diseñada para aguantar hasta una tonelada de peso, la estructura permite que dos personas de tamaño medio se refugien en ella.
A pesar de que la mesa todavía no se puede comercializar, “estamos ya cerrando las últimas negociaciones para poder empezar a producirlas el próximo año”, apuntan. El precio final del producto sigue siendo una incógnita.
Si bien esperan que no supere por mucho el precio de una mesa convencional, sí que será más caro, incluso el doble. Por el momento, quien ya la tiene es el museo MOMA de Nueva York, que ya ha adquirido una para su colección permanente, otorgándole así gran atención mediática al trabajo de Brutter y Bruno.
“Los reconocimientos y los premios están bien, sin embargo, aquí lo más importante es poner el diseño al servicio de la ciudadanía, especialmente de los más necesitados. Con tanto ruido mediático a veces uno se olvida de lo que es importante o deja de serlo, y aquí no hay que olvidar que la mesa está concebida para salvar vidas, no para estar en un museo”, matiza Brutter.
Actualmente, ambos diseñadores se encuentran trabajando en nuevos proyectos, además de seguir desarrollando otros objetos y productos que puedan ser utilizados en desastres naturales.