La tragedia de Malpasset que permitió que un hombre se casase con su novio después de muerto

29 de junio de 2023
29 de junio de 2023
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tragedia de Malpasset

Esta es la historia de dos tragedias cruzadas, y comienza en la noche del 13 de noviembre de 2015, cuando terroristas del Estado Islámico entraron en la sala Bataclan de París y abrieron fuego indiscriminadamente contra las 1.500 personas que asistían a un concierto. Mataron a 90. El resto de los rehenes, los heridos y quienes lograron escapar fueron atendidos por varias unidades de la Policía. Uno de los policías que respondieron a las llamadas de aviso fue un hombre llamado Xavier Jugelé.

Jugelé había nacido en 1980, pero, aunque él no lo sabía, era un peón en el juego del tiempo y su historia había comenzado mucho antes y en otro lugar. En un pueblo paradisiaco de la Costa Azul llamado Fréjus; y había comenzado con otra tragedia.

La madrugada del 1 al 2 de diciembre de 1959, una intensa borrasca dejó lluvias torrenciales en el valle del río Reyran, al norte de Fréjus, amenazando con desbordar la recién llenada presa de Malpasset. La mañana del día 2, y en vista de que el nivel del agua subía rápidamente, el vigilante solicitó permiso para abrir las esclusas y aliviar la presión de la presa, pero le fue denegado.

tragedia de Malpasset

Abajo del curso del río se estaban llevando a cabo las obras de la nueva autopista Esterel-Côte d’Azur y, si abrían la esclusa, el torrente de agua obligaría a detener las obras por vete a saber cuánto tiempo. El problema es que las lluvias no paraban y el agua seguía subiendo. A las 18:00 h, cuando el nivel apenas estaba a 28 centímetros del borde de la presa, las autoridades permitieron, al fin, abrir las esclusas. Pero ya era demasiado tarde: el caudal de descarga era demasiado lento para vaciar el enorme volumen de agua a tiempo, y a las 21:13 h la presa colapsó.

La presa de Malpasset había comenzado a proyectarse en 1946, justo tras la Segunda Guerra Mundial, y su construcción se llevó a cabo desde 1952 a 1954. Era una presa que sujetaba 50 millones de metros cúbicos de agua; eso es MUCHÍSIMA carga, MUCHÍSIMO peso de agua. Sin embargo, era una presa de doble curvatura y radio variable, y esa geometría permite construir presas relativamente delgadas. La de Malpasset solo tenía 6 metros de grosor en la base por 1,5 en el borde.

Pero ese no era el problema; de hecho, la mayoría de las presas modernas son de doble curvatura y secciones delgadas. Lo que pasó en Malpasset fue una serie de errores enlazados. Por un lado, al tratarse de la posguerra, el presupuesto era muy ajustado y los estudios geológicos que se hicieron no fueron demasiado extensos. Estos estudios nunca se opusieron a la presa, pero recomendaban que se construyese más arriba y, a ser posible, que fuese una presa de gravedad. El problema es que las presas de gravedad son MUCHO más masivas y, por tanto, mucho más caras y, como acabo de decir, los presupuestos de la posguerra eran bastante ajustados.

Y, además, el Reyran era un río muy poco caudaloso, lo cual conformó una suma de factores —los someros estudios geológicos, el presupuesto escaso y el poco caudal del río— que conducía al desastre.

tragedia de Malpasset

Los estudios geológicos no detectaron que gran parte de lo que había bajo la cimentación del lado izquierdo de la presa era gneis: una roca sensiblemente impermeable. Y como el Reyran llevaba muy poco caudal y el nivel crecía muy lentamente, nadie se dio cuenta de que esa impermeabilidad hacía que el agua se fuese acumulando no solo en la pared de hormigón de la presa, sino también en la cimentación, Y BAJO la cimentación. Por eso, cuando el 2 de diciembre del 59 la presa no pudo resistir más, todo el lado izquierdo se descalzó (perdió la cimentación) y se vino abajo de golpe.

La liberación repentina del agua provocó una ola de 40 METROS de alto que se movía a 70 km/h. Arrasó a su paso con las pequeñas villas de Malpasset y Bozón, pero es que, cuando llegó a Fréjus, tras haber recorrido 10 km, aún medía 3 metros de alto. La catástrofe fue colosal. La tragedia de presa de Malpasset fue (y es) la mayor catástrofe civil de la historia de Francia y costó la vida de 423 personas.tragedia de Malpasset

Entre los fallecidos se encontraba Frédéric André Capra, un joven que se acababa de comprometer con su novia, Irène Jodart. Además de la tremenda tristeza, Jodart se encontraba en una situación muy complicada porque también estaba embarazada de Capra. Así que cuando el presidente De Gaulle visitó Frejús una semana después, Jodart le pidió que, por favor, le permitiese casarse con su novio muerto pues, sin la protección del matrimonio, el futuro económico de su hijo estaba en serio peligro.

De Gaulle, siendo De Gaulle, le dijo que sí. Al cabo de un mes, la Asamblea Nacional promulgó una ley que permite al presidente de la República autorizar la unión matrimonial aunque uno de los dos esposos esté muerto «siempre que se establezca inequívocamente que el finado había dado su consentimiento». Jodart se casó con Capra y los medios la llamaron «la pequeña novia de Francia». Murió en 2019 con 77 años de edad.

Hoy, en el lugar donde se levantaba la presa de Malpasset hay un parque para visitar los restos de la catástrofe, con una placa que hace referencia a lo que se vivió allí. Pero no es su único legado: cada año se celebran unas 50 bodas póstumas en Francia. La mayoría tienen algún motivo económico similar a la de Jodart. En otras, su fundamento es exclusivamente sentimental. La más famosa es la de Etienne Cardiles.

tragedia de Malpasset
Katherine Welles / Shutterstock

El 20 de abril de 2017, un año y medio después de la masacre de Bataclan, un terrorista islámico disparó contra una furgoneta de la policía apostada en los Campos Eliseos. Hirió a dos policías y mató a un tercero. Era Xavier Jugelé. Jugelé tenía 37 años y, tras Bataclan, se le consideraba un héroe de la nación. También era gay y activista LGTB. Al poco del ataque, su novio, Etienne Cardiles, solicitó al entonces presidente saliente François Hollande que autorizase su matrimonio con Jugelé

Normalmente las ceremonias póstumas son muy tranquilas y recogidas. A la de Cardiles y Jugelé asistió Hollande, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y el recién nombrado presidente Macron. Y se retransmitió a todo el país. Fue un símbolo, y quizá toda esta historia sea otro símbolo, el del triunfo la dignidad y el amor sobre la tragedia.

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