La vuelta a la normalidad según Adrià Cuernolobo

22 de septiembre de 2021
22 de septiembre de 2021
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Cuando Adrià Cuernolobo ideó el diseño de la portada de Yorokobu de septiembre no imaginó, ni por asomo, que al volcán de Cumbre Vieja en La Palma le daría por erupcionar. Él solo quería plasmar su visión de la vuelta a la rutina, una experiencia que puede ser traumática para unos y maravillosa para otros. Y esa ambivalencia es lo que realmente quería mostrar con su ilustración.

Porque, en realidad, su diseño juega con el simbolismo que encarna ese forzudo que trabaja aburrido en una tarea monótona y que está inspirado en la leyenda de Vulcano. Así que el volcán de Cuernalobo era el Etna, que no se sabe si por celos o porque ya le tocaba —y ya es casualidad, caramba—, también ha entrado en erupción estos días, y no el de La Palma. Nunca está mejor dicho, respecto a la portada de este ilustrador, que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Al cíclpoe forzudo lo rodean, a su vez, caritas alegres, que son las que reflejan esa vuelta a la normalidad que se nos rompió hace ya dos años con el covid y que ahora parece querer volver (si la naturaleza se lo permite, claro).

Para reforzar esa felicidad, Cuernolobo juega con la paleta de colores, usando tonos vivos, con contrastes, pero también bastantes pasteles.

Adrià Cuernolobo

A este hacedor visual, como se define a sí mismo medio en broma (dice que lo de diseñador, ilustrador o artista se le queda grande), le gustan los experimentos visuales. En esta portada también se dejan ver. Para empezar, está hecha al completo con un iPad, lo que le ha permitido generar nuevos trazos y le ha dado una mayor libertad al liberarle del ordenador. Desde el balcón de su casa, la inspiración llegaba desde lo que veía en el exterior y no desde una pantalla.

También hay experimentación con la paleta de colores y con las texturas, muchas de ellas nuevas en su trabajo hasta ahora. Gracias a eso, ha podido añadir detalles que no son fáciles de distinguir en un primer vistazo. «Me gusta mucho ese juego con el espectador. Que esté todo lleno de detallitos escondidos. Es un regalo para esa gente que realmente busca o se entretiene admirando algo».

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