Lara Padilla: «El arte no se considera prioritario, pero durante el confinamiento fue un refugio para muchísima gente»

Lara Padilla

La Sra.D abandonó «el jardín de las delicias», donde estaba creando el Génesis. Lo hizo para refugiarse en «el búnker». No la obligó ningún dios iracundo. Simplemente, Lara Padilla dejó de pintar en el chalet de sus padres, donde pasó el confinamiento, para volver a hacerlo en su estudio.

Sra.D tiene un lenguaje propio. Bautiza con nombres extraños los espacios, los proyectos. Incluso a sí misma. Esta artista madrileña de 33 años se llama en realidad Lara Padilla. El alias Sra.D supone una denuncia contra la pérdida de identidad de las mujeres al contraer matrimonio, dejando su apellido para adquirir el de su marido. «A través de mi obra, Sra.D busca representar a todas esas mujeres que buscan su emancipación», explica. Ella consiguió la suya hace tiempo a través del arte.

Lara Padilla es una de las artistas que expone en Art Madrid ’21. La feria convierte un año más una galería de cristal, la del palacio de Cibeles, en una galería de arte. En su decimosexta edición, esta feria de arte contemporáneo se ha adaptado a las nuevas circunstancias (por eso algunas actividades requieren inscripción previa). Pero ha mantenido el espíritu joven y vanguardista que le ha dado fama. Y a ello ha contribuido su apuesta por artistas diferentes, como Lara Padilla.

Es pintora. Es diseñadora. Es escultora. Es artista performativa. Y a pesar del cambio de formato, su trabajo es coherente y homogéneo. «Cambia la técnica, pero sigue siendo mi voz» , explica ella. Así, su voz resuena con fuerza en galerías de arte a un lado y al otro del Atlántico. En las prendas que crea junto a Patricia Field (estilista de producciones cómo Sexo en Nueva York o El diablo viste de Prada). O en las colaboraciones que ha hecho para marcas más cercanas a la calle como Levi’s o Springfield.

Siempre fue una outsider. De pequeñita iba al colegio con plumas en la cabeza o se hacía unos pendientes de galletas. De mayor sigue teniendo esa necesidad de romper esquemas, de decir cosas con su forma de vestir, de actuar, de hablar. Lara mira la realidad con ojos de artista y eso se traslada a su discurso, lleno de inflexiones poéticas. Lo deja claro en esta entrevista, que realizamos días antes de que se inaugure Art Madrid ’21.

Hola, Lara, ¿cómo y dónde estás?

¡Hola!, estoy en mi estudio, al que llamo «el búnker», y estoy muy ilusionada de poder participar en Art Madrid. Me encuentro ultimando detalles para este evento y muy contenta de participar en esta entrevista.

Abarcas disciplinas como la pintura, la escultura, la danza, la performance y el diseño de moda. ¿Por qué no has decidido decantarte enteramente por una? ¿Qué te aporta cada una de ellas?

La pintura me da la vida, para mi es mi piedra angular. Cuando estoy en mi estudio, no hay nada más, es un momento muy íntimo y casi terapéutico para mí. La danza me aporta frescura y mucha aventura. Cuando he realizado mis performances ha sido muy excitante. Poder viajar y compartir mi trabajo con el público es muy vivencial. El Art Fashion me permite expresarme libremente sin formar parte de nada y formando parte de mi propia identidad. Al final, todo me aporta algo, ¿por qué elegir? Creo que me enriquezco mucho como artista cada vez que integro o varío con los formatos.

¿Cómo has vivido la pandemia a nivel creativo? Veo que has creado el proyecto Génesis, ¿qué me puedes contar sobre él?

El artista no sufre la soledad, convive con ella, es su aliado. Es por ello que para mí la cuarentena fue una ocasión para el encuentro conmigo misma, para la reflexión. Aunque el arte no se considere una actividad prioritaria para la sociedad, y los artistas no estén valorados adecuadamente, durante el confinamiento la cultura fue un refugio para muchísima gente.

El proyecto expositivo Génesis fue una propuesta creada a partir del tiempo de cuarentena por la pandemia del covid-19. Etimológicamente, el génesis es el origen o principio de una cosa. Con esta premisa surgió la propuesta de compartir las obras creadas durante este encierro en El Jardín de las Delicias (así llamé al jardín de la casa de mis padres; el encierro lo pasé en su casa ya que allí tenía la oportunidad de disfrutar de un espacio más amplio). Realicé una exposición virtual en el jardín y una subasta de una de las obras para ayudar a la lucha contra el covid-19.

Tus dibujos están expuestos en galerías y en ferias internacionales, pero también se pueden encontrar en forma de estampados en grandes cadenas de moda. ¿Cómo vives esa dicotomía? ¿El trabajo de un artista puede comercializarse sin prostituirse? ¿Tiene sentido que languidezca en salas asépticas sin que la gente lo pueda tocar, usar, romper?

No vivo eso como una dicotomía; al final, son distintas formas de llevar mi obra al público. A mi modo de ver, no hay una forma pura de exponer el arte. Que esté en instituciones o salas de galerías no quiere decir que no se pueda sacar de ahí. Entonces, ¿asumimos que el valor artístico lo aporta el contexto?

Me gusta pensar que se está expandiendo una nueva forma de acceder al arte. La figura del artista ha ido evolucionando, y ahora creo que es más multidisciplinar que nunca. Respecto a la prostitución en el mercado artístico, creo que siempre he intentado ser lo más fiel a mi identidad como artista, no creo que haya cambiado eso por vender en distintos formatos mi obra. Al contrario, creo que la democratiza más. Para mí, el arte es una forma de expresión, no creo que languidezca si se expone en salas. La cuestión es llegar a la gente y que conecte. Otra cosa es asumir que la obra solo puede ser vista o entendida en una sala. Hay que empezar a entender otras formas de relacionarse con las obras, ampliando el espectro.

Y la traslación de un soporte a otro… ¿es complicada? 

Lo primero siempre ha sido la pintura; la moda fue algo que vino a mí de forma casual. En uno de mis viajes a USA conocí a Patricia Field, estilista de series como Sex on the city o El diablo viste de Prada, y automáticamente conectamos. Ella tiene un proyecto de Art fashion (ropa pintada a mano) y una galería en Nueva York. Hace ya siete años que trabajo activamente con ella para este proyecto y es una propuesta muy divertida y diferente.

He tenido la oportunidad de vestir artistas cómo Jhay Cortez para su single Medusa, Tahari Phensson en Empire Fox, Lola Índigo para su single Yo ya no quiero ná y varios artistas más de Operación Triunfo, y he colaborado con marcas como Springfield, Levi’s Spain o Morrison Shoes, entre otras. Considero que también es pintura ya que lo único que cambia es el soporte y la técnica.

Es cierto que en la ropa no tienes la libertad gestual de la que gozas en una tela preparada sobre un bastidor, creo que tiene más limitaciones plásticas, pero te da otro tipo de libertades que puedes explorar y sacar partido de ellas. Si bien los lugares considerados para el arte son a veces limitados o de difícil acceso, con el formato prenda de ropa puedo llevar mi arte a cualquier lugar. Es arte sin contrato, arte en movimiento, arte para ser conquistado.

¿Qué me puedes contar de tu faceta como performance?

Mis performances dialogan cara a cara con mi creación pictórica y escultórica a través de la semejanza entre composiciones y trayectorias. El uso del body painting subraya el aspecto plástico de mis coreografías y me permite disfrutar del cuerpo en movimiento como medio de expresión y exploración artística, rompiendo a su vez los estigmas negativos asociados a la desnudez.

La experiencia con la performance ha sido muy enriquecedora, he podido aprender de bailarines increíbles y compartir esa experiencia directamente con el público. Hemos actuado en Festivales de danza, en el Museo de Bellas Artes de Castellón y en galerías de arte mostrando una manera diferente de vivir la pintura y la danza, y disfrutando juntos de este diálogo entre disciplinas.

Cuéntame una historia o una anécdota que diga algo sobre ti como artista

Este invierno participé en el Festival de street art Femme Creators con el proyecto de Wallspot pintando un mural en la calle. Recuerdo una mañana muy difícil porque hacía mucho viento y bastante frío, casi todos los artistas pintaron con espray, pero yo pinté con pintura plástica. Ya en la tarde, cuando se iba el sol después de una jornada muy dura por el frío y el viento, empezó a llover. Yo justo acababa de terminar mi pieza, así que todos recogimos y nos retiramos a descansar.

A la mañana siguiente, cuál fue mi sorpresa al ver todos los murales perfectos exceptuando el mío, que se había borrado por completo con la lluvia (el espray seca más rápido y mi pintura estaba fresca). En ese momento pensé «se ha arruinado todo mi día de trabajo, he perdido el material y el trabajo no ha servido de nada». Volver a pintar todo era una locura, pero eso es lo que hice, volver a empezar de nuevo, porque la vida te pone a prueba para ver cuánto lo deseas, cuánto lo amas, hasta dónde llegarías.

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Patrick Thomas

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