Cerdeña, como muchos lugares que dependen del turismo estacional, tiene dos caras. La que mayor reconocimiento le otorga es la A: sol, agua cristalina, turismo, barcos, bullicio, masificación.
Cuando las hordas se van aparece la cara B: vuelta a lo cotidiano, apartamentos cerrados, ausencia de trabajo, tranquilidad, vida normal.
El pasado verano, Sergio Castañeira llegó a la isla en plena cara A y se encontró con una energía muy similar a la que invade su tierra natal, Cádiz. “En esos meses, la gente se busca la vida. Se pierde un poco la esencia del lugar para darlo todo al turista”.
En su serie sardìnnia Castañeira busca “confrontar las personas que viven allí con la gente que viene de paso”. En las fotos encuentras escenas propias de un lugar veraniego entremezcladas con escenas de esa cara B que sobrevive a la influencia de los que vienen en busca de la cara A.
Hacer esta serie en blanco y negro surgió, en parte, de la necesidad del autor de no caer en los tópicos de postal.
Cuando Castañeira vuelve de sus viajes le invade una sensación de desasosiego; “muchas veces siento como que no he conseguido nada”. El fotógrafo prefiere dejar pasar el tiempo y dejar que las fotos reposen antes de seleccionarlas.
“He esperado casi un año para editarlas. Es mi forma de combinar la inmediatez de lo digital que uso para disparar con la forma de trabajar del pasado en la que se dejaba pasar un poco de tiempo antes de revelarlas”.
Las dos caras de Cerdeña
