La historia se construye en base a rivalidades legendarias. En el mundo del deporte, por ejemplo, el tenis ha visto cómo coincidían en el tiempo dos de sus mejores jugadores de todos los tiempos: Rafael Nadal y Roger Federer. Probablemente, sin la competitividad de uno hacia el otro, no habrían alcanzado las cotas en las que se hallan.
En la historia de la músíca pop, el fenómeno se ha repetido desde que Chuck Berry dio el primer paso del pato. La prensa, los sellos y el mercado se empeñaron en enfrentar a The Beatles y a The Rolling Stones estableciendo una dialéctica que se reflejó en una pregunta: «¿Tú eres de los Bítels o de los Rolin?».
La realidad es que la relación entre ambas bandas era mejor de lo que todos nos imaginábamos pero, como decía Rodrigo Rato sin ningún atisbo de vergüenza, «es el mercado, amigo».
Han pasado las décadas y ahora, mientras estás ahí sentado haciéndote el guay con un smoothie de té verde y apio, miles de jóvenes bien peinados y con melenas con olor a Johnson’s, idolatran a nuevas bandas. Los pijindiesson legión y dos de sus estandartes vuelven a encarnar una rivalidad sana y muy de disco light.
Con más trayectoria, Taburete ha conseguido ya llenar el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid –ahora Wizink Center–. A su estela, y favorecidos por el camino abierto por los pioneros, Modo Avión sueña con igualar estatus. Pero, ¿qué une a ambas bandas? El Viso, las vacaciones en barco, los partidos de polo, las camisas celestes con tres botones abiertos, la copita y sigarrito canalla, Emidio Tucci, Café Quijano y un sonido edulcorado con menos riesgo que una apuesta en Copa del Rey por el Real Madrid contra el Leganés. Oops, no, esto no.
No son esos puntos los únicos en común. También la calle Génova aparece en los antecedentes de ambos.
Taburete está formado por Antxón Carreño, nieto de Gerardo Díaz-Ferrán (sí, ESE Díaz-Ferrán) y Willy Bárcenas, hijo de Luis Bárcenas (sí, ESE Luis Bárcenas).
En Modo Avión forman Santi Trillo, hijo de Federico Trillo (sí, ESE Federico Trillo), y Álvaro, Tomás y Juanpi, sobrinos del mismo exministro de Defensa. Y sí, no es broma, se llaman Modo Avión.
Les deseamos una larga trayectoria musical y que su existencia no sea tan tumultuosa como la de sus ascendientes. Que la música ofrezca a los jóvenes alternativas creativas.
Como hoy la cosa va de arte y hedonismo, saltamos hasta el despiporre sin prejuicios, hasta la diversión que se desnuda de vergüenza.
El pasado miércoles, el festival de cine cutre Cutrecon, celebró el Chiquitofest, un homenaje a la figura del prohombre malagueño en la que se repasó su trayectoria y se proyectó una de sus películas. Brácula, la secuela de Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera, fue la cinta elegida para la sesión.
La experiencia sirvió para poner de relieve una realidad: no hay tiempo desaprovechado en el cine si se realiza en las condiciones adecuadas. Y así ocurrió con Brácula. La película se presentó en un descacharrante formato bautizado por los organizadores de Cutrecon como Fistrovisión.
El metraje se iba salpicando de stickers con el gepeto de Chiquito y sus expresiones más populares: «por la gloria de mi madre», «no puedo, no puedo, no puedo» y otros hits del universo de don Gregorio.
De esta manera, Cutrecon consiguió que lo que en otras circunstancias sería un atentado contra los Derechos Humanos (¿cómo no ha sido juzgado aún Álvaro Sáenz de Heredia?) se convirtiese en una catártica experiencia colectiva que recuperó el humor más primario, el más puro, el mejor.
Además, y para solaz del personal, la película contó con subtítulos freestyleen inglés (háganse a la idea) y karaoke que convirtió al Palacio de la Prensa de Madrid en una sola voz de homenaje al genio andaluz.
Cutrecon continúa su programación de películas basura durante todo el fin de semana y, por la gloria de mi madre, no hay ninguna desaprovechable.