El apoyo y acompañamiento es crucial para atravesar un duelo. La empatía social suele prender de forma automática ante quien acaba de perder a un ser querido, pero ¿ocurre lo mismo cuando ese ser es peludo y tiene cuatro patas? «El duelo por un animal no está validado en la sociedad».
Leticia Sal, educadora Vincular Felina y divulgadora de Bienestar Humano-Animal, considera que solo aquel que ha pasado por la misma situación o convive con animales puede entenderla. Por eso, ante la pérdida de su animal de compañía, muchas personas tienden a ocultar su dolor lo que, precisamente, no ayuda a afrontarlo.
Cuando ella perdió a su perro, hace casi una década, por suerte trabajaba en una empresa que entendió que acudiera rápidamente a su casa cuando su madre le avisó del empeoramiento de su ser querido y pudo despedirse de él. «Pero no es lo más habitual», reconoce.
Por eso, en su nuevo proyecto profesional, trata de que exista un compromiso real de las grandes empresas con sus empleados y que estos puedan conciliar y atender a sus animales de familia cuando están enfermos o acompañarlos en sus últimos momentos de vida. También, que sepan entender a las personas que acaban de perder un ser querido animal.
«Son muchas las compañías comprometidas con el bienestar de los empleados y la conciliación familiar, por lo que mi propósito es que esa conciliación se aplique también a los animales domésticos. Hay familias que no tienen “hijos humanos”, pero conviven con un animal que lo es todo para ellos. No es normal que algunas personas pasen por el trago de eutanasiar a su animal por la mañana y tener que acudir por la tarde a su puesto de trabajo, de cara al público. ¿Por qué no pueden tener derecho a llorarlo».
Después de casi dos décadas dedicadas al marketing, Leticia se decidió a dar un giro profesional y centrarse en una de sus pasiones: los animales. «No me veía dedicándome durante más años al marketing, me di cuenta de que no era mi camino y, entonces, valoré el dedicarme o bien a la música (mi otra gran afición) o a los animales. Aunque estuve a punto de moverme hacia la primera, la pandemia frustró el proyecto y me volqué en mi verdadera vocación».
Su decisión coincidió con la llegada a su casa de Turner, su gata. «En ese momento, hace unos seis años, empecé a formarme en torno al mundo de los gatos, también para entender mejor a Turner». Además se instruyó como adiestradora canina. «Aunque me di cuenta de que esa especialidad no acaba de convencerme, porque, al final, se trataba de que el perro hiciese lo que yo le pedía». A medida que seguía formándose, corroboró que el mundo de los gatos eran su verdadera pasión.
En la actualidad, Leticia no acompaña en duelo a personas, aunque próximamente tiene previsto comenzar una formación para poder entender mejor a quienes transitan por la pérdida de un ser querido, sea de la especie que sea. Porque, incide, «el duelo por la pérdida de un ser querido animal es igual al de la pérdida de cualquier otro ser querido».
Los gatos, «los grandes olvidados»
Además de su amor hacia ellos, la apuesta de Leticia hacia el mundo de los gatos tiene mucho que ver con el hecho de que, en su opinión, son los grandes olvidados. «Aunque, afortunadamente, cada vez contamos con más estudios científicos enfocados a ellos».
También son los grandes desconocidos. «Siguen estando un poco estigmatizados. Se suele decir que son animales muy autónomos e independientes, pero quien convive con un gato sabe que eso no es así. Solo hay que ver la cantidad de gatos que sufren trastornos relacionados por la separación de sus compañeros de vida».
Del feedback recibido de su nueva etapa como educadora vincular felina, Leticia ha detectado una keyword: paz. «Por ejemplo, cuando en una casa hay un gato y llega otro, acompañar tanto al nuevo gato como a la familia es vital para que la convivencia sea lo mejor posible. Cuando tratamos un caso de este tipo y la familia me traslada los buenos resultados obtenidos, me hace sentir muy feliz con mi trabajo».
