Liana Finck, la ilustradora que dibuja con prisa

26 de agosto de 2021
26 de agosto de 2021
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A Liana Finck no le gusta estar quieta. Su vida difiere mucho de la del ilustrador tranquilo que se pasa el día sentado frente a su obra. Ella necesita movimiento. «Suelo estar estresada y siempre estoy ocupada. Odio quedarme quieta, a no ser que esté dibujando, y odio hacer cosas de forma pasiva, incluso ver la televisión o charlar después de una comida con amigos. Odio la sensación de perder el tiempo. No️ soy una persona infeliz, no️ creo, pero tampoco️ encuentro mucho humor en la vida real. Quizás por eso necesito dibujar».

Las viñetas de esta ilustradora nacida en el condado de Orange (Nueva York) podrían ser producto de esa prisa. Para qué detenerse en detalles si con dos líneas puedes expresar lo mismo de un modo mucho más concreto.

«Creo que el dibujo consiste en aislar una idea o una emoción y transmitirla directamente. En mi opinión, los detalles, el color y el sombreado son a menudo distracciones innecesarias para el objetivo de la ilustración. Esto lo aprendí de mi trabajo como dibujante del New Yorker y lo hago aún más en mis viñetas de Instagram. Parte de la razón por la que no me gusta poner detalles en mi trabajo es que me resulta difícil saber cuáles son significativos y cuáles no. Me️ pasa lo mismo con respecto a las posesiones: tener demasiadas cosas me incomoda. (Aunque las tengo)».

Finck ilustra para publicaciones como New Yorker, hace trabajos para publicidad, novelas gráficas y proyectos independientes. La ilustradora adapta su trabajo a cada proyecto. Pero es en Instagram donde muestra su faceta más personal. «En mis viñetas de Instagram, me gusta dibujar cosas que me confunden o me enfadan. Dibujar es una forma de resolver problemas para mí», explica. «Mis viñetas de Instagram son las más urgentes y las más sencillas. Las otras son más como castillos de arena o algo así: cosas que hay que construir con detenimiento».

Para las ilustraciones del New Yorker, Liana Finck reserva las mañanas y trabaja desde un café. Las hace a mano, con un rotulador de gel Muji.38 ya descatalogado, pero del que se aprovisionó con antelación, sobre papel de impresora de alta calidad que guarda en la carcasa de un viejo bloc de dibujo de 9×12. «Lleno una página con dibujos y marco con un círculo los que me gustan. Mis viñetas de Instagram surgen a lo largo del día. Las dibujo y las cuelgo a medida que se me ocurren. Las mañanas son también cuando envío correos electrónicos y tengo llamadas de trabajo y de casa».

Después, sale a correr con su perro, aunque ahora reconoce que lo hace mucho más despacio porque está embarazada de siete meses. El ejercicio le sirve para cambiar de trabajo cuando regresa a casa. «Proyectos independientes, un libro en el que estoy trabajando, un guion y un programa de televisión. Además, todo tipo de papeleo».

Comparte estudio —una habitación del apartamento al que se acaba de mudar— con su marido. «Nos sentamos espalda con espalda, cada uno frente a una pared. El perro se sienta a mi lado en su cama».

Liana Finck, que estudió en la escuela de arte Cooper Union, prefiere los cómics y las ilustraciones a las otras artes. «Me parecen más accesibles y menos idolatrados que las bellas artes». Pero, si tiene que elegir, prefiere el mundo editorial, a la hora de trabajar, que el mundo artístico. «Aunque me gusta el arte», concluye.

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