Un jaguar avanza con una metralleta despedazada entre los dientes. Una familia entera se acurruca en el interior de un taco, como si fuera un relleno más. Son algunas de las fantásticas imágenes que pueblan desde hace semanas los muros de Tlalnepantla y de Guadalajara; y también de San Cristóbal y México DF, a lo largo de la geografía mexicana. Un festín de imágenes se extiende por las paredes, como una enfermedad de los muros.
El artista se llama Liqen. El tiene la culpa de los jaguares, los tacos familiares y las decenas de personajes reales o fantásticos que se extienden rápidamente por la geografía mural desde Chiapas a los barrios de México DF y Guadalajara.
O tal vez no es él el culpable sino la Biblia: donde aparece el maná, el mítico alimento, que no es según los sabios contemporáneos más que «un liquen de las regiones áridas, justamente llamado el Lecanora Esculenta (el liquen comestible), al hincharse por la humedad del alba se convierte en la levadura del desierto».(P.Gascar – «La Amenaza»).
«Los líquenes son la lepra de los muros, a ojos de ciertas personas, son grandes cochinillas vegetales». Convencido de que lo humano es siempre producto de una contaminación, este Liqen continúa avanzando silenciosa e ilegalmente en las paredes. Poco a poco instala en los barrios las páginas gigantes de su libreta de cal y pintura. A veces, la propia enfermedad de los muros contribuye a sus mensajes, contagiándose mutuamente.
Él lo dice tras haber probado un barro «especial» en Guadalajara, extraído de la tierra, pero que parece elaborado a partir de los detritus de cañerías y alcantarillas de la ciudad: el artista modelando los desechos humanos.
¿Y quién es Liqen? Una parte de su historia estuvo escrita en la pared del MARCO (Museo de Arte Contemporáneo de Vigo) mientras participaba en la exposición «Urbanitas» (2006).
En un impresionante torrente gráfico Liquen (entonces Tiñas) proponía una macabra lección de anatomía. Un cuerpo -¿el cuerpo social?- habitado por perforadoras, excavadoras y grúas ocupadas en desmontar/descubrir quién sabe qué, como un montón de insectos -¿insectos sociales?- ocupados en su particular festín.
Liqen parece haber sobrevivido a Tiñas, pero ha cambiado la húmeda geografía gallega por el árido sol mexicano: una nueva mutación. Un nuevo terreno donde extender la enfermedad de los muros.
Y en México no parece haber ninguna duda: el festín está listo, la mesa está puesta, muchas zonas del cuerpo social parecen sometidas a la devastación. También aquí las máquinas trabajan sin descanso: la injusticia, la corrupción y la muerte son la industria de la des(cons)trucción.
Adaptado rápidamente a ese clima, Liqen habla y reinterpreta en sus murales, pinturas y dibujos los mitos culturales antiguos y modernos: jaguares, tacos, coroneles ,la jauría demoledora de las balas. Lo hace sólo o acompañado de quienes, como los miembros del taller Leñateros en Chiapas, conservan aún viejas tradiciones artesanas artísticamente renovadas.
O bien se sumerge en la corriente de la modernidad. Su último proyecto es una gira que empezará en septiembre, llamada “Guanabana Tour”: un experimento de arte en movimiento donde confluyen las ondas del sonido a cargo de Kayaka (una DJ japonesa que recorre la escena internacional desde 2005) y la pintura(Liqen).
Pero a veces Liqen no habla. Su trazos y brochazos gritan, estallan y saltan como si estuvieran a punto de abandonar su soporte y reclamaran su derecho a contagiar esta nueva enfermedad: la lucidez.
“México respira gracias a sus gentes, a sus pueblos, a sus artesanos y agricultores, que viven cada dia con su arte, su sangre y sudor para defender lo que es suyo, el resto militar son autómatas pagados. Injertos de carne y hueso”.
Así dice por escrito lo que canta desde el muro.
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Xabier Viana es guionista.
Más info:
Liqen Tumblr
Kayaka