El pasado 6 de noviembre, el pueblo estadounidense reelegรญa a Barack Obama como presidente, un hecho sin embargo secundario para muchos ciudadanos aquel dรญa. En varios estados, los votantes decidรญan si aprobaban el uso medicinal de la marihuana y en un par de casos, ademรกs, si despenalizaban su uso lรบdico.
La marihuana es un negocio creciente en Estados Unidos. En noviembre, Massachusetts se incorporรณ a la nรณmina de estados que permiten su uso medicinal; ya son 18 mรกs Washington D.C. Los votantes de Colorado y el estado de Washington decidieron ademรกs aprobar la enmienda 64, un salvo a la ley que en la prรกctica despenaliza su uso recreativo.
Es un hito. Las asociaciones procannรกbicas aluden constantemente estos meses a los รบltimos coletazos de la ley seca en el paรญs hace ahora casi un siglo. Va a pasar lo mismo, defienden; la prohibiciรณn de la marihuana parecerรก absurda en poco tiempo.
Mientras eso ocurre, los estados permisivos, Colorado y Washigton sobre todo, ven poco a poco las enormes posibilidades de negocio โy recogida de impuestos- que surgen al amparo de la marihuana. La Asociaciรณn Nacional de la Industria del Cannabis (NCIA) estima por ejemplo que solo el estado de Washington โcapital, Seattle- generarรญa un mercado de 1.000 millones de dรณlares durante el primer aรฑo de apertura de los dispensarios. La asociaciรณn espera que los primeros abran en enero del aรฑo que viene, tanto allรญ como en Colorado.
Los medios nacionales ya hace meses que cuentan cรณmo en ambos estados ocurren cosas que antes resultaban impensables. Por ejemplo, el Seattle Times informaba hace un par de semanas de que el alcalde de la ciudad, Mike McGinn, iba a reunirse con un grupo de inversores y emprendedores interesados en la industria de la marihuana. La directora adjunta de la NCIA, Betty Aldworth, recuerda aรบn sorprendida que el fiscal metropolitano, Pete Holmes y el congresista Roger Goodman โaparecieron tambiรฉn y compartieron su conocimientoโ en la reuniรณn.
La mentalidad cambia a gran velocidad y EE UU ya habla de la fiebre verde. โLa ironรญa aquรญโ, opina Aldworth, โes que aunque la marihuana ha sido ilegal por mรกs de 70 aรฑos, la gente la ha cultivado, la ha usado y se ha acostumbrado a emplear gran cantidad de accesorios para cultivos de interior y exterior โluces especiales, abonos-. Lo que pasa es que nadie estaba autorizado a decir que todo eso se destinaba a la marihuanaโ, aรฑade.
Pero ahora sรญ. Aldworth y la NCIA estiman que un eventual mercado legal de marihuana a escala nacional generarรญa unas ventas de 50.000 millones de dรณlares anuales. Los inversionistas, claro, saben que el pastel empieza a repartirse.
Pese a todo, los empresarios siguen sufriendo el mal del pionero. Aunque los estados respalden jurรญdicamente su actividad, el gobierno federal aรบn les persigue. Aldworth exige cierta seguridad jurรญdica para los suyos. Pide al Gobierno de Obama que no persiga a los empresarios de la marihuana ni cierre sus dispensarios โcomo los casos por un lado de Melinda Haag y, por el otro, de Mathew Davies en California-; que facilite su acceso a los bancos y rebaje la carga fiscal. En definitiva, que se trate al sector como a cualquier otro, mรกs aรบn cuando โes uno de los pocos en crecimiento en EE UUโ.
Mรกs allรก de las ventajas econรณmicas que entraรฑa el desarrollo de este mercado, Aldworth se empeรฑa en recordar un dato interesante: โLa enmienda 64 tuvo mรกs votos en Colorado y Washington que el mismo presidente Obamaโ. El pueblo ha hablado.
โ
Foto: Rotbuch bajo lic. CC.
Llegรณ la fiebre verde

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