Vengo de ver desde dentro el proceso de creación y rodaje de un cortometraje, Tech Support, el cual me ha hecho ver cuánto pueden arte y economía de empresa aprender el uno de la otra.
Tanto una startup como una película nacen de la idea o visión de una persona. En el cine es el director o guionista a quien se le ocurre una historia que quiere contar. En la startup es el fundador o emprendedor quien tiene una visión que quiere hacer extensible al resto del mundo. En ambos casos para llevar a cabo esa visión es fundamental crear un equipo y encontrar los fondos necesarios para desarrollarla.
Cuando se trata de un primer proyecto, tanto el fundador de una empresa como el director de cine normalmente tienen que recurrir a formas de financiación poco ortodoxas, usar sus propios ahorros o pedir dinero a familia y amigos. Así comenzaron por ejemplo Microsoft y Apple. @TechSupportFilm ha recaudado unos 10.000 euros a través de una campaña de crowdfunding.
Por otro lado, hay que cuidar mucho el proceso de reclutamiento y contar con un verdadero equipazo si se quiere tener éxito. Un mal reparto puede arruinar una película así como una gran interpretación puede salvarla.
Los miembros del equipo tienen que ser muy generosos y estar dispuestos a trabajar gratis o por muy poco dinero al principio, a cambio de una recompensa que llegará, o no, a largo plazo. Es aquí cuando la motivación tiene que emanar con fuerza desde el fundador o director. Es él quien debe convencer e inspirar confianza suficiente a muchos locos como él para embarcarse en una aventura llena de incertidumbre.
En el caso de Techsupport, su director, Guy Armitage @guyarmitage, con la ayuda de su productora Akua Obeng-Frimpong (@Akua75), ha convencido a 42 profesionales de altísimo nivel para que trabajen gratis.
Tanto un emprendedor como un director de cine tienen que estar preparados para ser juzgados, criticados y debatidos constantemente. Un emprendedor es cuestionado por sus empleados, por sus inversores y por sus clientes continuamente. Un director de cine, por sus actores, asistentes, productores o por el público. Es en este punto cuando, probablemente, ambos experimentan esa soledad de la que tanto hablan los emprendedores.
Ambas actividades cuestionan sistemas políticos y legales, superan barreras técnicas y ambas son generadoras de empleo. Se dice que de cada startup nace, en un periodo de dos años desde su fundación, al menos otro proyecto paralelo de alguno de sus miembros. Lo mismo ocurre en el cine.
En ambos casos el día del estreno o del lanzamiento del producto o servicio la suerte está echada. Todo queda en manos del público. En el caso de una empresa, siempre se puede retocar y volver a ‘editar’ el producto después de su lanzamiento. En el caso del cine, una vez terminada la copia, ya no hay vuelta atrás y como mucho se puede hacer una secuela que, salvo excepciones, no suele ser una buena idea.
Sea como sea, no os olvidéis de que lo más importante siempre es contar una historia. Corten.
—
José Alberto Benavides es responsable de desarrollo de negocio en IOVOX.
Foto: Alev Adil bajo licencia CC.