Si usted le confiesa a su amada que adora las carnes, es probable que ella le formule dos preguntas. La primera es “Cariño, entonces ¿por qué estás conmigo? Yo no soy gorda”. Y la segunda, mucho más inteligente, unos minutos después: “Cariño, entonces, cuando engorde, ¿me seguirás queriendo?”. Eso es amor, chicas, a ver si no os hacéis líos.
(Opinión)
El Corte Inglés ha iniciado una campaña para captar a esas mujeres situadas más allá de la talla 42, que ya no quieren vestir cualquier trapo que simplemente oculte sus redondeces. Isidoro Álvarez, su presidente, sabe que ese segmento de mercado no para de crecer… literalmente.
Si la obesidad es una lacra mundial según la OMS (bueno, mundial no, el hambre es más grave, dicho sea de paso), firmas como H&M, Mango o incluso ZARA, de momento no se apuntan al carro de vender prendas que le sienten bien a la rolliza cantante británica Adele. Fue sonado el desplante que Karl ‘Frankenstein’ Lagerfeld protagonizó hace algunos años con H&M porque denunció que sus prendas “estaban concebidas para personas esbeltas”, y por ello vetó su colección más allá de la talla 40.
Nos podemos poner refraneros si citamos aquel dicho basado en el saber popular: “Donde hay grasa, mejor se pasa”, aunque el hecho de que haya una muy nutrida y visitada subcategoría porno llamada ‘Fat’ no ayuda a normalizar estas querencias. Cuidado con esta página, no abrir en el trabajo.
Aquí decimos “entrada en carnes”, descripción que suena a medio camino entre película gore y alegoría cristiana; en cualquier caso, nada sexy. En inglés se dice full figured, que es mucho más digno. Precisamente “La talla no es una barrera para la belleza”, dice el eslogan del certamen americano Miss Full Figured, en cuya web se puede leer que llevan 23 años de gozosa y carnal trayectoria.
Campañas como las de la firma de cosméticos Dove han devuelto la confianza en sí mismas a mujeres que ya se creían fuera de circulación, y han despertado en muchos hombres el deseo hacia ellas, descubriendo que Naomi Campbell, además de antipática, no ofrece donde agarrarse, y lo mismo cabe decir de todas esas endiosadas tops de la pasarela cuyo único mérito es medir más de 1.70 y haber cautivado a algún oligarca ruso con sus muy modestos coeficientes intelectuales. En este vídeo titulado Mujeres reales, bellezas reales, uno asiste boquiabierto a un desfile de muslos, michelines y deliciosas chichas y barriguitas que sus no menos deliciosas dueñas exhiben orgullosas. Ni Modesto Lomba, ni David Delfín, ni Antonio Alvarado las permitirían desfilar para presentar sus colecciones. Peor para ellos.
Y si alguna mujer de feminismo ultramontano tiene la tentación de tacharme de sexista porque me atrevo a hablar de curvas, que tome buena nota de que los hombres lo tenemos mucho peor. Un hombre gordo solo triunfa si tiene dinero, con la excepción de los gays obesos y peludos, que son entrañables, y por eso se conocen como ‘osos’, y además suelen ser empresarios. Pero si usted es hetero, fondón y velloso, a no ser que tenga un yate, cartera de inversión y tres mansiones, no tiene nada que hacer en esta sociedad, excepto protagonizar un suicidio imaginativo y gozar de su momento de gloria postmortem en los obituarios.
Los verdaderos connoisseurs sabemos que hay una quincena al año, la primera en la que aprietan de pronto las temperaturas, en que las mujeres para capear el calor se ponen el primer pingo de lycra que encuentran en el armario. Su talla durante el invierno ha crecido, pero sus prendas no. Y aun no han tenido tiempo de irse de compras. ¡Qué días tan hermosos para pasear y mirar!
Me atrevería a compararlos con el fugaz florecimiento de los cerezos en las laderas del monte Fuji…