Una de dos: o a Chistopher Boffoli no le dijeron nunca aquello de que con la comida no se juega cuando era pequeño o, por el contrario, se lo decían tanto que ha esperado a ser algo más mayor para demostrar que sí, que los alimentos pueden resultar muy divertidos. Aunque no sea él el que interactúe con ellos.
Para eso están las diminutas figuras protagonistas de su serie fotográfica Big Appetites. Entre ellas encontramos cocineros que trabajan con galletas gigantes, ciclistas que circulan entre los surcos de plátanos que parecen montañas, piragüistas que aprovechan un poco de leche derramada para salir a remar o policías que hacen la foto de la ficha a unos presuntos delincuentes con el código de barras de un inmenso paquete de galletas de fondo.
Dice el artista, escritor y fotógrafo de Seattle que con todas estas fotos se ha propuesto hacer referencia tanto a la fascinación generalizada hacia las cosas diminutas como a la tendencia estadounidense a los excesos, sobre todo los relacionados con la comida.